agosto 25, 2021

El baile y el salón

By In Ensayos

Por: Arleth García

Cuando escuchas la canción de “El baile y el salón” de Café Tacvba te imaginas que eres parte de la pareja protagonista y alguna persona con quien estes crusheada en ese momento será tu compañera o compañero. 

Cuando tenía catorce años hice una telenovela con la letra, eramos el niño de 3-A y yo, en la fiesta de alguna compañera de clase. Él me daba mi primer beso y terminábamos enamorándonos. A los diecisiete años, era mi actual pareja con el que compartía la noche de mis sueños, pero sólo se quedó en la ficción, hasta los veinte años, cuando llegó un chico de lentes a cumplir la fantasía.

Era un viernes por la noche de agosto de 2018, se acababa la universidad para unas personas y yo pasaba a mi último año. Recuerdo que ese grupo era pequeño, de tres personas, y desde que entramos tuvimos actividades compartidas que formaron una amistad y conversaciones en cada encuentro. Decidimos salir a un bar que quedaba cerca de la universidad. Yo llegué unas horas después de la hora acordada porque tuve que cubrir una conferencia de prensa. Las personas ya estaban ambientadas y se reían por cualquier cosa, yo tenía el corazón a flote porque iba a ver a aquel joven que desde que coincidimos en un taller de fotografía, por allá de comienzos del 2017, hasta la fecha se había robado mis suspiros. 

Foto de Wendy Wei en Pexels

Recuerdo el momento exacto en que comenzaron los sentimientos: fue la primera vez que lo ví reír, nunca había visto una sonrisa así. A pesar de que tuvimos un beso especial, varias pláticas en las madrugadas y su libro favorito prestado, no había nada. Dos semanas antes de aquella noche, habíamos tenido la temible plática de que él no estaba listo para una relación y yo seguía con sentimientos por el innombrable, por eso cuando entré al bar y lo ví sentado, tan tranquilo, sonriendo, me derretí. Saludé a todas las personas que estaban, y de los nervios tomé dos vasos de cerveza, siendo que mi límite era menos uno. 

El alcohol hizo efecto en minutos y terminé bailando en medio de la pista. En algún momento él se acercó a preguntarme cómo me sentía porque sabía que no me llevaba bien con el alcohol, y por la inhibición del momento le pedí que bailara conmigo. Para mi suerte aceptó, era una salsa lo que sonaba, pasó una de banda, una de esas canciones de fiesta y hasta que sonó la de reggaeton que ninguno conocía fue que dejamos de bailar. Nos sentamos en una banquita, le dije que estaba mareada y tomó mi cintura para que no me fuera a caer, de los nervios quería vomitar así que fuí al baño.

Cuando volví a la mesa las personas estaban dispersas pero él seguía sentado tomando una cerveza, se acercó preguntándome si quería seguir bailando. No recuerdo la canción que sonaba de fondo porque mi mente quedó en blanco en el momento en que me tomó de la cintura y comenzó a besarme. Era un beso intenso, con urgencia, movimientos de labios, lengua, las miradas penetrantes de amistades que susurraban: “estás viendo”, cerré los ojos y sólo éramos él y yo, en mi cabeza la canción y noche de sueño pasaba: 

Foto de MART PRODUCTION en Pexels

Nos besamos bailando

 en medio del lugar 

la música ya iba llegando al último compás

miradas en silencio 

¿y quién lo iba a pensar?

Que después de ese baile me iba a enamorar

Después de eso recuerdo la madrugada en pequeños flashbacks de estar con él bailando, basándonos, bailando de nuevo, riendo, besándonos otra vez.

Tú me fuiste demostrando 

que el amor es bailar.

No recuerdo cómo pero varias horas después se ofreció a llevarme a mi casa, perdía la noción del tiempo. Cuando llegamos le pregunté si aún recordaba la promesa de presumir su título, él dijo que en cuanto lo tuviera vendría aquí, me tomó por la cintura y volvió a besarme, fue un beso más intenso y largo que el que me había dado horas antes, eran las cinco de la mañana, la calle estaba vacía, yo sólo quería que durara un poco más, pero después de unos minutos se apartó, tenía que irse. Me dió un abrazo, dijo que me avisaría cuando estuviera en casa, dio la vuelta y se fue. 

No volví a verlo, no cumplió sus promesas, algunas veces navegando en instagram me salió su perfil como sugerencia de amistad, su perfil público me permitía mirar sus fotos, sube una cada mes, su sonrisa sigue teniendo efectos sobre mí. 

Cierro la  aplicación y me pongo los audifonos, suena “nuestra” canción: 

Y entre toda esta gente

nos fuimos a encontrar

parecíamos predestinados para así bailar.

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