febrero 13, 2024

A todos los corazones rotos en San Valentín

By In San Valentín

Por: Diana Nazareth Ramírez


Por supuesto que te haré daño. Por supuesto que me harás daño. Por supuesto que nos haremos daño el

uno al otro. Pero esta es la condición misma de la existencia.

Para llegar a ser primavera, significa aceptar el riesgo de invierno. Para llegar a ser presencia,

significa aceptar el riesgo de la ausencia.

Antoine de Saint-Exupéry, “El Principito”

El duelo es un proceso natural que todos experimentamos, ya sea por la pérdida de un ser querido, una ruptura amorosa, o un cambio de etapa significativo emocionalmente, nadie lo vive de la misma forma ni en el mismo lapso de tiempo, no es lineal y mucho menos existe una guía universal para vivirlo, algunos llevamos un duelo  de San Valentín guardado en el corazón y estas letras tienen dedicatoria para todos ellos. 

Personalmente me encanta febrero,  soy fan de la efervescencia del amor, las películas románticas y los detalles en forma de fotos tipo polaroid, pulseras de la amistad iguales, álbumes con letras de canciones,  el aroma de las flores en todas partes y que no falte quien me de un ramo, en fin, actos con el verbo compartir, compartirnos lo mucho o poco que sabemos del amor que todos llevamos por dentro, amistades fugaces y los romances que terminan con un agridulce sabor de boca, todos ellos se quedan en una caja llena de polvo o en tus chats archivados  porque su tiempo terminó.

A mis veintipocos años me di cuenta que el primer San Valentin importante en mis memorias es el que viví a los 6 años: estaba sentada jugando con mis muñecas en la sala de la abuela, cuando llegó mi padre con un ramo gigantesco de flores para mi mamá y, para mi suerte, un perro de peluche del tamaño exacto para que yo pudiera sentarme en él, era tan suave que me lo llevaba a todas partes con tal de poder enseñarselo a la gente y decir orgullosa: “me lo regaló mi papá en San Valentín”.

Pexels

Un domingo desde las escaleras de mi casa miré a mi padre caminando sobre el fino polvo que siempre parece cubrir el suelo de su taller, con las rodillas cansadas, sus palmas encallecidas, el ceño fruncido, y su mirada misteriosa o intimidante, como algunas personas lo describen, él es herrero de oficio y toda su vida se ha dedicado a su familia y trabajo, gran parte de su tiempo lo ha pasado en su taller y en su grupo de autoayuda. Durante sus años de viudez, tras la pérdida del amor de su vida, esposa, mejor amiga y madre de sus hijas, transitó su duelo con el apoyo de su grupo; como hija sólo puedo escribir lo que de alguna forma percibía. Claro, era una niña, a esa edad se anhela que los padres sean perfectos, o que caprichosamente ellos se ajusten a nuestra idea de superhéroes,  casi casi perfectos sin ser vulnerables; les puedo decir que vi mucha fortaleza sacado de un profundo dolor.

Tiempo después tuvo la valentía  de volver a enamorarse, volver a formar una familia y decidir cada día que funcione, él dice que todo se debe al valor de querer cambiar aquello que sabe que puede, él se ha reconstruido, así  que partiendo de este recuerdo me propuse otra perspectiva al escribir sobre los  caprichos del amor y aquello que llamamos “romper un corazón”.

Yace inmóvil, yace inmóvil mi corazón roto; Mi corazón mudo, yace inmóvil y solo:

La vida, y el mundo, y mi propio ser, han cambiado por culpa de un sueño. 

Christina Rossetti

¿Alguna vez has sentido como las palabras se clavan en tu corazón después de una discusión? ¿O la tristeza profunda que te inhabilita por días a no querer hacer nada? Y el miedo de la distancia, ni tan lejos ni tan cerca… ¿Cómo estirar los buenos momentos para que duren más que los malos? ¿Alguna vez lo has sentido? Puede ser difícil notarlo, son momentos tan pequeños que, como destellos de diamantina en un cristal, por más que lo limpies siempre queda un brillito latente.

Julie Schwartz y John Gottman, creadores del método Gottman (terapia de pareja) y científicos del National Institute of Mental Health (NIMPH) en Estados Unidos, han realizado cincuenta años de investigaciones innovadoras con miles de parejas, aseguran que es posible predecir la ruptura de una pareja con el 91% de eficacia, ellos plantean que existen cuatro tipos de interacciones negativas y letales para cualquier relación por su frecuencia e intensidad, que producen la ruptura del vínculo: la crítica, el desprecio, la actitud defensiva y actitud evasiva

Ese 91% se sintió como el recuerdo de algún último adiós, así que he optado por no aferrarme a lo que no puedo controlar pero tener el valor de cambiar las cosas que sí puedo, desde mi narrativa interna hasta lo que interpreto de los demás hacía mi.

Sé que he sido caprichosa, evasiva, impaciente, tengo tantos defectos que no podría contarlos con los dedos de mis manos, han llegado personas a mi vida con quienes fui fría e inflexible, y no podría justificar las mil y un razones del porqué de mis actitudes, pero  hoy es otro día, hoy abracé, hoy agradecí, hoy fui amable conmigo, hoy me reí con mi padre, amigos, hermanas. Decidí que ese 91% no vuelva a determinar la calidad de compañía que tengo a mi lado, porque sé lo que es irse sin querer despedirse, sin culpas pero sí con responsabilidad de lo que tengo para dar y de lo que merezco recibir, amor, por que vale completamente pagar la factura y el riesgo de lo que significa vivirlo.

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