febrero 14, 2025

Después de ti

By In San Valentín

Por: Frida Mendoza

Empezamos a mediados de febrero de 2017, un año atrás en unos documentos había leído tu nombre así que cuando me hablaron de ti y una amiga en común nos presentó me pareció una gran oportunidad conocernos, una nueva experiencia, un vistazo de ese futuro que desde hace años soñaba tener.

Llegaste, sin duda, en un momento vulnerable, en el que me sentía rechazada. Red flag, ya sé. 

Todo comenzó bastante bien entre nosotros, compartíamos el tiempo necesario, sentía que me ayudabas a madurar y sin duda era una relación que nos beneficiaba a los dos.

Pero poco a poco comenzabas a consumirme, con el paso de los meses y años entendí que no me gustaba cómo me tratabas, pensar en ti me provocaba un dolor extraño en el estómago que con los meses se convirtió en una gastritis más intensa. 

Cuando llegó la pandemia nuestra relación estaba por llegar a su cumbre más tóxica, ya no solo tenía gastritis y colitis sino que la dermatitis nerviosa me acechó y yo sabía que ya no me importabas de la misma forma que antes. Pero aunque tenía ganas de terminar no sabía si alguien más me iba a querer y me iba a ayudar de la misma forma que lo habías hecho, en alguna ocasión tú me lo dijiste incluso: “puede que no encuentres a alguien que te dé lo que yo”.

Dicen que muchas veces las personas llegan a terapia a causa de personas que no lo hacen y yo creo en ello profundamente. No sé cuántas sesiones fueron dedicadas a ti, a tus malos tratos, la violencia psicológica, gritos e incluso las muchas veces que hacías notar mis errores con todo el dolo frente a otras personas.

Foto de Jonathan Borba

No sé si fueron tus mensajes, la falta de reciprocidad o qué, pero llegó un momento en el que supe que lo nuestro ya estaba por terminar. He de admitir que tenía miedo, lo hablé con muchas personas y aunque iba a dar un salto al vacío, era necesario para volver a encontrarme. Me tomó algunos meses poder llegar al punto final pero silenciosamente yo ya no estaba ahí, recuerdo que una vez me preguntaste que dónde estaba “esa Frida animada que conociste en un inicio” y que si bien me quedé callada en ese momento, a mis amigas les conté las ganas que tuve de responder como Taylor que esa vieja Frida ya no estaba ahí.

Fueron casi seis años los que estuve ocupando un asiento quebrado y no puedo negar que no aprendí mucho contigo pero esto no significa que “te lo deba todo” o que “quien soy ahora es gracias a ti”, como supe años después que dijiste sobre mí. 

Salir de una relación tóxica es complejo y también deja secuelas. Aún meses después de que se acabara me descubrí subiéndole el volumen a mi celular cuando me iba a bañar para siempre estar disponible porque qué tal que me llamabas. Eso y lo difícil que fue por meses no dejar de hablar de ti y lo harta que estaba, al mismo tiempo sentir nervios de admitir lo que viví, claro, porque “el mundo es muy pequeño”.

“Odio cómo me pesa más cualquier complicación laboral que la de una relación amorosa”, dijo un día una de mis amigas y aunque no me pasa al 100% coincido plenamente pues todo lo que escribí arriba fue de una relación de trabajo, y fue la relación más tóxica que he vivido.

Tal vez te interese: Este Voldemort es roquero

No diré su nombre, pero al mismo tiempo aplico la Bradshaw y no puedo evitar preguntarme: ¿por qué en estos nuevos tiempos medimos nuestro valor en los éxitos profesionales? ¿Por qué si me va mal en el trabajo se interpreta (y se siente) como si me fuera mal en todos los aspectos de mi vida?

Más allá de todo lo económico y sistémico que podríamos vincular a estas dudas, salir de una relación laboral abusiva es complejo y deja huella. No puedo decir que después de tres años libre ya nada pese o que al oír la frase “ponerte la camiseta” no me brinque el ojo. Todavía cada logro se siente como una validación y aún hay rechazos que se sienten como cuando Hunter termina con Elle Woods.

Además de haber vivido la experiencia completa de The Devil Wears Prada, sé que me miré en un espejo en el que deseo no volver jamás y que aunque algunas personas de generaciones arriba me cuenten las mil veces que han pasado por algo similar, creo que yo con una tuve.

No diré su nombre, tampoco diré nunca, pero en lo posible que nunca vuelva otro burnout así.

Leave a Comment