abril 27, 2022

El escarabajo

Décimo códice

By In Enigmas

Con paciencia tomó algo de lodo de la rivera, lo mezcló con pequeñas partículas del estiércol del venado, poco a poco una esfera comenzó a formarse, y luego, mediante sucesivos empastes, aumentó de tamaño. Cuando la esfera fue terminada y alisada, el escarabajo con cuidado abrió las placas del pecho de su armadura, esta acción dejó ver una luz amarillenta que iluminó tímidamente la escena, con delicadeza hurgó cerca de su corazón y extrajo un pequeño punto de luz, que enseguida introdujo dentro de la esfera, la cual pareció iluminarse por un instante, así lo hizo cada sol durante dos ciclos de la luna, cada día una nueva esfera con su respectivo punto de luz. 

El último día al caer la noche, satisfecho por su labor se echó a descansar, en su mente repasaba una y otra vez la razón de su trabajo: crear las esferas, llenarlas de luz y esperar al nacimiento de los jóvenes para acompañarlos a la peregrinación de la pirámide sin templo, donde tomaría de nuevo la luz del creador que pondría dentro de las esferas hechas de tierra y esencias de los seres, las cuales necesitaban esta luz para dar una nueva vida, él mismo debía empezar al siguiente día, apenas amaneciera, a peregrinar como era la regla de su especie. Cansado y pensativo, se durmió.

En un sueño la gran presencia lo llenaba de su luz, todo se iluminaba, las manos infinitas del creador tomaron una de las esferas que se partió en dos, y de ella surgió una flor de cinco pétalos, tan brillante que cegó al mundo con su destello, despertó entonces y fue directamente a las esferas, al dividir una en dos partes surgió una pequeña chispa, y al tocar el suelo los pedazos de tierra y estiércol se convirtieron en un gran árbol que se mecía suavemente, aunque no soplara el viento, satisfecho con la experiencia el escarabajo estaba dispuesto a partir, pero la noche estaba por caer, así que nuevamente el sueño lo venció.

El sueño apareció de nuevo, al amanecer, otra vez tomó un esfera y la rompió, pero ahora de sus terrones comenzó a crecer un cerro mágico del cual brotaba un pequeño riachuelo de agua cristalina, el insecto observó con atención como aquella mole de tierra crecía, cuando aquello terminó, la noche estaba de nuevo sobre el cielo, y otra vez se repitió la historia, durmió, despertó y quebró de nuevo otra esfera, el resultado se hacía cada vez más grande, después del cerro, salieron: bosques, cielos, mares, extrañas criaturas, un sinnúmero de  seres y objetos que lo maravillaban, a pesar de la felicidad que todo esto le causaba, sentía el llamado a peregrinar como cada ciclo, además si terminaba con las esferas ¿de dónde nacerían los jóvenes que continuarían con la peregrinación? Pero otra vez el sueño aparecía, era un mandato que debía obedecerse.

Ya se creaba un océano de color turquesa o una parvada de innumerables pájaros, pasando poco a poco los días, al despertar después del sueño, los pedazos de esfera se elevaron lentamente al cielo creando un nuevo sol, otra esfera, otra luna, luego millones de estrellas… en este punto para el escarabajo el día y la noche ya no existían, solo eran su referente las esferas que rompía y lo que de ellas aparecía, con ansiedad al despertar observó que solo quedaba una esfera, sin más la rompió, ahora los pequeños pedazos fueron lentamente hacia su cabeza, ante él la luna, la tierra y todo lo que había creado danzaban en una danza circular, acercándose entre sí, poco a poco todo se comprimía y apretujaba en un centro, hasta convertirse en una pequeña chispa que al fin desapareció en medio de la  noche más negra.

Cuando los jóvenes escarabajos rompieron su pequeño mundo de lodo y estiércol abriendo sus alas para peregrinar a la pirámide sin templo, ninguno pudo ver como el viento barría los restos secos del viejo escarabajo.

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