abril 25, 2024

Reflexión: del por qué las abejas quieren ser moscas y la Bicky aún no es escritora

By In Enigmas

Hola lectorx, soy yo de nuevo. 

Fíjese que todavía sueño con ser escritora y que usted me lea. Aún no puedo dejar a un lado esa pinche presunción de pensar que la gente me quiere leer. Pero dígame, así de compas: ¿Neta le gusta lo que escribo? ¿Usted me quiere leer? ¿Me ha leído? ¿Sí quiere leerme? 

Lamento si le abruman mis cuestionamientos, aunque posiblemente las preguntas deberían de ser:

  ¿Qué le gusta leer? O mejor aún: ¿sobre qué quiere que escriba? ¿De política? ¿Economía? ¿Geografía? ¿De ranas? ¿Brujas? ¿De pies? ¿De rábanos? Pero del cielo ya no. Ese ya está muy sobrevalorado; que si las nubes, que si los astros, que si las estrellas, que si sus atardeceres con colores arrogantes. Por eso del cielo ya no. Sobrepasa los límites de la melancolía

¿De qué quiere que le escriba? Dígame… ¡con confianza! ¡Al lector lo que pida!

Foto de Ketut Subiyanto: https://www.pexels.com/es-es/foto/mujer-mano-noche-oscuro-4132327/

Sólo sea claro con su propuesta. Es que mi proceso creativo es creativamente disperso. Este texto que usted está leyendo fue todo un dilema porque yo quería escribir, pero no sabía sobre qué escribir. Entonces comencé hojeando mis libros, algunos apuntes y artículos en internet. De repente me distrajo un anuncio de crema para las arrugas. Entonces se me ocurrió que era buena idea ir al centro comercial a comprar unas tijeras. Salí de casa, caminé y me encontré un letrero en la calle que decía: “Si vas a tirar basura trais a tu chingadamadre para que la recoja” y ¡Pum! ¡Que me llega la epifanía! Sonreí y el tipo del automóvil que esperaba el siga pensó que yo le estaba sonriendo y él me sonrió. El semáforo se puso en verde, el chico arrancó, pero antes se despidió de mí dibujando un adiós con su mano. Yo le devolví el gesto mientras pensaba: “adiós, mi amor, te amé, pero no vuelvas” (… ¡desgraciado apego ansioso que tengo¡¡Es que tú no aprendes Vir-gi-ni-a!)

Puedes leer más de esta desvelada: Ivory: uhttp://Ivoryna bruja que lee las cartas y no tiene miedo

Una semana después, estoy en una cafetería. Trato de escribir algunas líneas. Pero no fluyo. De repente entra un hombre y me distrae su trasero. Lo observo (sin querer) porque una mosca circunspecta se ha posado a un costado de su nalga. Esa repentina revelación me arrebató una ligera carcajada; es que… ¡pinche mosca! ¡Tantos lugares para aterrizar y te estacionas en una nalga! ¡Eso es tener ganas de hacer maldad!

Diminuta analogía entre el ser abeja o ser mosca

Pienso en lo afortunadas que son las moscas, ¿apoco no?  Las moscas son feas, asquerosas, sucias, comen mierda y son felices. Hay moscas que tienen brillo y su brillo nos molesta porque volando son asquerosamente majestuosas. Imponen tanto que salimos corriendo ¿Cómo es que algo tan desagradable puede brillar y volar al mismo tiempo? Las moscas no intentan caerle bien a nadie. Ellas van de caca en cloaca para después aterrizar en un pastel (o en una nalga), les encanta el exceso. Nunca he visto moscas posadas sobre flores, porque esas son las abejas, los insectos que intentan caerle bien a todes.

 En comparación con las moscas, las abejas van por el mundo promoviendo la polinización y la dulzura ¡hasta tienen su propia ciencia! Cuando atacan son montoneras, presumidas ¡bien aferradas! No se van hasta que te pican y te duele machín… Solo las encuentras en lugares bonitos y si por equivocación las pisas cuando están descansando en el suelo… ¡sí! ¡en el pinche suelo! ¡te sientes culpable! (que altanería medir un centímetro y sentarte en medio de la calle a tomar una siesta). La presunción de estos insectos las llevan a realizar exóticos bailes para indicar la dirección, distancia y calidad de las flores que van encontrando a su paso, porque al día visitan más de 150 flores. Tienen un rango de vida de 30 días, tiempo en el que solo producen dos cucharadas de miel: y todo para que tu desayuno no pierda su dulzor. Por eso digo que más subordinada no se puede ser. Por eso todes quieren y miman a las abejas, porque sienten culpa. Hasta les hacen festivales, porque ellas trabajan mucho.

Foto de Thijs van der Weide: https://www.pexels.com/es-es/foto/abeja-posada-sobre-flor-de-petalos-blancos-fotografia-en-primer-plano-998248/

En cambio, las moscas no son bien recibidas en ningún lado, pero a la vez están en todo y por eso tienen su propia herramienta de extinción: “el matamosca”. Son holgazanas, no tienen responsabilidades y no respetan a nadie. El arte es quien ha cobijado a estos insectos. En la década de los ochenta el director David Cronenberg rodó una sublime película en donde la trama se desprende de la impertinencia de una mosca. Sí. Una insignificante mosca le hizo todo un desmadre a un científico. 

Mientras que, en el mundo de la pintura, Salvador Dalí disfrutaba de untarse miel en el bigote para atraer a las moscas, porque le parecían insectos fascinantes. También está el filósofo Friedrich Nietzsche, en su obra “Así habló Zaratustra”, se alberga un texto sobre moscas (a decir verdad, mi apartado favorito) ¡Hasta mi hermana tiene tatuada una mosca en cada brazo! Por eso creo que las moscas son hediondas, pero también son chidas, tienen mucho estilo ¿apoco no?

Por eso creo que ese hombre tan simpático llamado Dios, hizo el mundo y nomás para divertirse lo dividió en dos bandos: el de las abejas y el de las moscas. El bando de las abejas se compone de aquellxs que trabajan, lxs que sirven para servir y lxs que deben subordinarse porque eso los hace sublimes. Luego está el bando de las moscas de lxs que no hacen nada, quienes molestan al prójimo y se la pasan a todo dar; lxs que van por allí obteniendolo todo, dejando fastidio y eso es lo que lxs hace admirables.  Pero esta dicotomía es circunstancial, porque a veces nos ha tocado ser abejas, y a veces hemos sido moscas. El problema radica en distinguir cómo nos comportamos, es decir, ni muy subordinada, ni muy presuntuosa; ni muy abusiva, ni muy molona. Pero insisto, es circunstancial y el ímpetu de abeja y mosca va conforme a las necesidades.

Mi reflexión se desvanece cuando una mosca se posa en mi taza de café. Me enojo.  En mi mente hago una rabieta y pido al mesero que de favor retire la taza (casi llena). No soporto cuando una mosca se para en mis alimentos. Me dan asco.

Foto de Thijs van der Weide: https://www.pexels.com/es-es/foto/abeja-posada-sobre-flor-de-petalos-blancos-fotografia-en-primer-plano-998248/

*** 

Bueno, pero volviendo al tema (le advertí que me distraigo bastante cuando escribo) usted dígame qué quiere leer y yo le escribo. Pero prométame que, cuando un día mis textos se materialicen en un libro, usted irá a los stands que albergan las obras de las nuevas generaciones que nadie quiere leer. Búsqueme que allí estaré. 

Compre mi futuro libro, léalo todo o léalo poquito. Pero cómprelo. Aunque lo guarde y lo tenga arrumbado; para llenar el librero, para llevarlo como adorno en su bolsa o para rayarlo.  Úselo como manual de chistes para reír o como un ejemplo de cómo no se debe escribir. 

Y si quiere darle un golpe a mi ego, también espero que mi libro le sirva en sus quehaceres cotidianos: para detener la puerta, como un tope para que su mesa no se mueva, o que las páginas sirvan para envolver las papayas o los aguacates de su despensa que aún no maduran. 

Léame, aunque no compre el libro. 

Mire, no me dé dinero, solo léame (capitalismo tardío le llaman) Por eso le garantizo que, si usted me dice sobre qué quiere que le escriba, y me lee, usted me hará una mujer feliz. Por favor legitime mis letras. Hágalme sentir útil. ¡Hágame valer my friend! 

Yo seré su escritora, la menos presuntuosa y la más sometida. 

Seré su escritora la más abeja…la menos mosca

Leave a Comment