Mientras que en el lado mainstream del medio audiovisual muchas productoras aún experimentan y tocan con miedo el lado LGBTQ+, para el género del terror esto no es algo nuevo. Si bien no se puede decir que la mayoría lo ha hecho de la mejor forma (reproducen estereotipos o algunas veces denigran a algún personaje LGBTQ+), es un género que nunca ha tenido problema por incluir en sus historias a personajes homosexuales o trans, por mencionar algunos, a pesar de la censura que pueda presentarse.
Personajes como Sam Emerson en The Lost Boys o Jesse Walsh en A Nightmare on Elm Street 2, han trascendido en la historia del cine de terror gracias a esos mensajes ocultos que indican que pertenecen a la comunidad LGBTQ+. En un futuro sus directores hablarían de la censura que sufrieron y cómo intentaron mantener una esencia “queer” a escondidas de los altos mandos. Esto nos lleva a la nueva serie del muñeco asesino más famoso: Chucky.
Don Mancini es el creador de esta famosa franquicia, quien además es un orgulloso miembro de la comunidad LGBTQ+. Mancini ha estado en la saga de Chucky desde sus inicios, ya sea como director, guionista o ambos, y eso le ha permitido llevar su creación a diferentes áreas del terror y la comedia, incluso tocando temas que algunos ven con miedo, como el hecho de crear a Glen (o Glenda), el icónico hijo de Chucky, como un personaje de género fluido.
A pesar de tener guiños queer y crítica social en ciertos temas dentro de sus películas, Mancini siempre había soñado con abordar este lado homosexual desde la perspectiva adolescente y es justo con esta serie que su sueño se hizo realidad gracias a Jake, un adolescente de 14 años y el protagonista y nuevo “amigo” de Charles Lee Ray AKA “Chucky”.
El primer episodio de la serie tiene un enfoque hacia el bullying, mostrando incluso un mensaje al final con un sitio web de ayuda para aquellos que sufran de esta situación. En este primer episodio podemos ver al muñeco Good Boy protegiendo e incluso castigando a aquellos que se enfocan en hacerle daño a Jake, con un enfoque hacia un público adolescente, pero de forma más específica aún, un público adolescente queer.
Esto no significa que deje otros temas atrás, pero queda claro que la intención de su creador fue la de hacer un producto de horror coming of age y llevar la serie hacia otros puntos a los que no ha ido antes, como una exploración más detallada de personajes adolescentes, expandir los temas voodoo que caracterizan la saga y profundizar en la infancia de Charles Lee Ray.
En sus primeros minutos, la serie nos da una presentación perfecta del mundo que rodea a nuestro adolescente y futuro “amigo” de Chucky. Conforme el capítulo avanza, nos podemos dar cuenta de su enfoque hacia la tragedia y pérdida familiar, ya que Jake perdió a su madre en un accidente automovilístico causado por el alcohólico de su padre. Este evento establece una riña padre e hijo, pues Jake se encontraba más ligado hacia su madre artista que hacía su padre, por lo que lo vemos explorar su lado artista haciendo una escultura (un poco macabra) con partes de muñecos viejos. Esta actividad también es usada para mostrar otro lado del protagonista mientras intenta sobrellevar la pérdida de su madre al mismo tiempo que mantiene una conexión viva con ella. Obviamente este ángulo artístico no es algo con lo que su padre este de acuerdo, pues para él son actividades “afeminadas”.
Como es de esperarse, las cosas empeoran en la vida de Jake cuando es forzado a estar presente en la cena familiar donde se encuentran sus tíos exitosos y el sobresaliente de su primo, quien durante la cena lo “saca del closet” frente a su padre y quien, en negación, enfurece y destruye la escultura que Jake construía. En esta escena su padre usa un bat de béisbol, un objeto cuyo lenguaje muchas veces ha sido usado para representar la masculinidad en los deportes y que sirve para destruir eso que su padre considera afeminado. Jake queda destrozado.
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Cuando nuestro protagonista confronta a su padre, le dice con orgullo que es “maricón, apropiándose de esta palabra de odio para dañar a su padre, lo que hace que éste estalle de rabia y abuse físicamente de su hijo, golpeándolo directamente en la cara y amenazando con matarlo (cosa que Chucky no dejará pasar por alto).
No hay duda que para muchos espectadores esa escena resultará bastante fuerte, pero es esta respuesta de un padre hacia su hijo uno de los mayores miedos de alguien en proceso de salir del closet. Mancini hace un gran trabajo al mostrar el riesgo que sufren muchos menores al revelar su orientación hacia un padre que no muestra apoyo hacia sus hijos.
La serie no solo nos muestra este lado violento dentro de la vida de nuestro protagonista, sino su vida escolar en donde los bullies están al acecho de Jake la mayor parte del día, y de los cuales Chucky es testigo, llevándonos a una de las secuencias más divertidas que se desarrolla en el show de talentos de la escuela, y que pondrá al espectador del lado de Chucky, pues tras un monólogo en donde deja en descubierto a los bullies de Jake y los convierte en el hazmerreír del público, nos deja una frase bastante interesante:
—Es contagioso, ¿no? Reírse de las personas. Pues ¿adivinen qué, tontos? Ahora las bromas son para ustedes.
En el segundo capítulo se muestra una breve pero interesante charla entre Jake y Chucky, donde el muñeco diabólico se sincera buscando obtener la confianza de Jake y comienza a platicarle sobre su hijx queer de una forma natural, teniendo así la plática que a Jake (y a muchxs miembros LGBT+) le hubiera gustado tener con alguno de sus padres.
—Tengo un hijo queer—, dice Chucky.
—¿Tienes un hijo?—, pregunta Jake con sorpresa.
—Género fluido.
—Y, ¿estás bien con eso?
—No soy un monstruo, Jake.
La serie apenas comenzó y tendrá una duración de ocho capítulos, pero si algo dejó claro Mancini, es las ganas que tenía por explorar este lado queer en el terror,abordar temas sociales y algunos otros como esa delgada línea en la que una persona buena puede llegar a hacer cosas terribles por la misma sociedad que le rodea.