En este audio la autora lee el texto con la finalidad de que pueda ser accesible a personas con discapacidad visual o bien a lectores que prefieren este formato. 👇🔊
A finales de agosto de 2021, Andra Milla se viralizó después de que se compartiera un video en donde exige, se le nombre respetando su identidad de género. Este evento desató una gran polémica en México respecto al uso del lenguaje inclusivo.
Hubo demasiadas reacciones, como una fijación extrema por las características emotivas del reclamo de Andra, le tildaron de berrinchude y la violencia en redes no se hizo esperar: bullying cibernético, publicaciones ridiculizándole, una piñata. Quiénes no usaron su imagen y se enfocaron más en deslegitimar el lenguaje inclusivo, lo hicieron desde un pedestal ortográfico, ideológico y con la bandera de la RAE. Les ahora bautizades RAEs tuvieron semanas muy activas, explicando cómo la “e”, “x” o demás herramientas inclusivas ponían en riesgo la integridad del español. Se coincidió que lo que dejaron claro fue su resistencia ideológica.
Entre todas las olas de descalificación que arremetieron contra Andra y el uso de la “e”, el argumento que más me llamó la atención fue que en vez de utilizar compañere, amigue o en dado caso la “x”, era “mejor” incorporar Braille o Lengua de Señas Mexicana ya que estos SON realmente lenguajes inclusivos.
Se dijo que cuando usemos aquellos dos, estaríamos hablando verdaderamente de la utilización de un lenguaje inclusivo. Expondré por qué no estoy de acuerdo y cómo a pesar de ser temas separados se unen por un pequeño detalle que se omitió.
La discapacidad como desacreditación
Esta imagen narra un diálogo ficticio cuyo objetivo es ridiculizar el lenguaje inclusivo, disfrazado de “concientización” hacia las necesidades de las personas con diversidad funcional.
Lo vi circulando en redes demasiado. Es la encargada de un establecimiento que dialoga con clientes utilizando la “e” y posteriormente es enfrentada por los visitantes, quienes le preguntaron si su negocio incorpora el Braille, pictogramas en su menú o cuentan con una persona que domine la lengua de señas para posibles clientes sordos. También puntualizan que no hay rampas, refiriéndose a la accesibilidad de personas usuarias de sillas de ruedas. Finaliza con: “una E no te hace inclusivo. Dejemos el mame y pongámonos a leer más”.
¿Cómo se propone la inclusión si se utiliza como argumento para desacreditar al mismo sector que pretendes incluir? Fue algo que encontré sumamente “conveniente” e indignante.
A raíz de mi aproximación al tema de la diversidad funcional y LECTURAS (lo pongo en mayúsculas porque si en algo estoy de acuerdo con el diálogo fake, es que falta leer) de personas con discapacidad, activistas, comunicadores, artistas y a todo aquel que se defina como tal, puedo empatizar con la importancia de contar con el Braille, con una persona que se comunique con lengua de señas; productos gráficos que tomen en cuenta herramientas de accesibilidad como escala de grises, alto contraste, fondo claro, diferentes tipografías, legibles, grandes, chicas, entre otros, y sin duda como mujer con discapacidad motriz entiendo y vivo la importancia de las rampas. He tenido que dejar de ir a lugares por falta de accesibilidad y pasar muy malos ratos queriendo acceder a ciertos sitios.
Regresando al diálogo fake, sí es un hecho que a los establecimientos de consumo les resta un gran tramo para nombrarse incluyentes. En la falta de accesibilidad, así como en la ignorancia de las leyes existentes, muchas veces se incurre en actos discriminatorios, como fue el caso de la Churrería “el Moro” en CDMX después de que negara el acceso a una mujer con discapacidad visual y su perro guía, ya que el establecimiento no era pet friendly.
Sí, que la diversidad de cuerpas y funcionalidades tengan garantizada la accesibilidad en sociedad nos haría a todos habitar en lugares incluyentes. Sí, es necesario trabajar en mayor inclusión de personas con discapacidad. Pero esta lucha va más allá de establecimientos de consumo, se buscan derechos reconocidos en espacios públicos, escuelas, trato médico digno, oportunidades laborales, autonomía, calidad de vida y por supuesto leyes que respalden y nos incluyan más.
Pero esto, que es muy valioso y es una lucha legítima buscar derechos, accesibilidad, espacios y plataformas, ¿qué tiene que ver con nombrar a una persona cómo desee ser llamada y acorde a su identidad de género? ¿Por qué una va a invalidar a otra?
¿Utilizaron un grupo históricamente discriminado y su lucha legítima para desacreditar otro movimiento? ¿Solo convirtieron a la “minoría más amplia del mundo” en algo conveniente para mostrar su postura intolerante respecto a otro activismo?
Las “minorías convenientes” también son LGBTQ+
¿Cuántas personas que compartieron el post y utilizaron estos argumentos “a favor de la inclusión” realmente tomarán acción en su vida y sus negocios para trabajar desde su trinchera en la inclusión? ¿Se acercarán a personas con diversidad funcional para conocer sus necesidades? Ojalá hagan los cambios o se acerquen.
Utilizar a personas con discapacidad con fines políticos y sociales para después descartarlas es común, lamentablemente. Lo podemos ver en las elecciones o justo en el caso del compañere. Una vez se acabó el furor del tema, volví a encontrar contenido sobre discapacidad únicamente en los canales y con las personas que normalmente frecuento en la virtualidad.
Sin embargo, este uso de las personas con discapacidad como argumento para apaciguar el “pánico lingüístico” que generó el lenguaje inclusivo esas semanas, omitió algo muy importante: existen personas LGBTQ+, no binarias, con discapacidad.
¿Por qué se omitió? ¿Por qué no se mencionó en estos post “inclusivos”? Creo que es porque continúa normalizado profundamente la narrativa de la asexualidad en las personas con discapacidad. Y no es así, parte de la lucha de las personas con discapacidad es poner sobre la mesa sus derechos sexuales y reproductivos, entre los cuales se incluye la identidad de género.
Más de esta desvelada: Discapacidad y sexualidad: experiencias LGBTQ+
Ante esta situación, concluí que además de omitirse la sexualidad en personas con discapacidad y su uso como argumento deslegitimizante, había un sesgo sobre lo que es ser una persona con discapacidad, los retos que involucra. Y no me refiero al espectro funcional, sino al social, porque si genuinamente se piensa que añadiendo rampas, lengua de señas y Braille ya se cubrirán las necesidades o es suficiente para llamarnos sociedad, persona o negocio inclusivo, entonces se continúa alimentando el capacitismo porque solo miramos la discapacidad y no a las personas.
De perpetrar estos mensajes, se refuerza que lo que “hay que atender” son las diferencias y evita poner sobre la mesa todas las similitudes, las dimensiones en las que coincidimos pero que las personas con discapacidad en muchas ocasiones no tienen acceso, como lo son un trabajo digno, representación política, educación y una lista muy extensa de derechos no otorgados.
Y estas ideas me llevan a preguntar esto: ¿cuántas personas con discapacidad conoces? ¿A cuántas sigues en redes sociales? ¿Cuántas pertenecen a tus círculos? ¿Compartes contenido de personas con discapacidad? Si lo haces, ¿es sólo durante los Paralímpicos? ¿Qué tipo de contenido es? ¿Es contenido no capacitista? ¿Evitaste el porno motivacional?
Como mencioné, el Braille y la Lengua de señas son elementos importantes para la inclusión, pero considero que la mejor manera de aprenderlo o implementarlo será directamente con la guía de personas que utilizan esta comunicación. Te comparto el twitter de la Red Nacional de Ciegos MX, y Colectiva de Personas Sordas, dos perfiles que sigo en donde podrás aprender mucho de ambas realidades. También te comparto el link del Movimiento de Personas con Discapacidad.
Sobre el lenguaje inclusivo…
El lenguaje es la forma en la que configuramos nuestra realidad, es una construcción social que permite visibilizar múltiples realidades, de hacer política y activismo. Abrir el lenguaje nos permitirá expandir nuestra percepción del mundo, empatía y ver aquello que el lenguaje oprime.
En este caso, los arrobas, la “e”, la “x” buscan visibilizar la diversidad que se oculta entre el binomio de género, la resistencia al sistema patriarcal, entre otros temas, y por esto choca con el orden establecido.
Para explorar más todo lo que subyace, les recomiendo este capítulo del podcast “Un poco de contexto” dedicado al Lenguaje Incluyente.
En este capítulo invitaron a una periodista trans, un latino en Estados Unidos que se oponía al uso de la “x”, una activista argentina, editora de un medio que incorporó el lenguaje incluyente y a Yasnaya Aguilar, lingüista mixe, de quién les comparto esta frase que mencionó:
“Una lengua viva cambia, no hay manera de impedirlo y miren que había una larga tradición de gramática normativa en latín y eso no impidió que surgiera el español, francés y todo lo demás que surgió. Lo que me impresiona mucho es que moleste tanto […] el hecho de que moleste tanto me hace ver que es muy importante, si no fuera importante no molestaría tanto y quién lo usa está en un proceso de preguntarse cosas”.