agosto 25, 2020

Hartazgo, unidos contra un sistema que odia para no morir

Todos somos víctimas potenciales del tan famoso hate en internet y las redes sociales

By In Análisis 10 min

El 2020 se ha destacado por ser un año incendiario, 1.932 mujeres han muerto a lo largo de estos 6 meses, en plena pandemia.
El Observatorio Nacional de Crímenes de odio contra personas LGBT+ en México ha registrado en su Informe 2020 que entre 2014 al 17 de mayo 2020 se han dado un total de 209 crímenes de odio registrados (es importante destacar que por cada caso visible, hay mínimo tres más invisibilizados o tipificados de otra forma) señalando que de los 209 asesinatos, 93 eran mujeres trans, 32 de las personas muertas, eran defensoras o colaboradoras en organizaciones que trabajan para la población LGBT+. 

Si nos vamos al tema del racismo en México, INEGI subió en Junio 2020 datos de la ENADIS 2017 estimando una población indígena (de 12 y más años) de 10 millones de personas, de las cuales 49.3% perciben que sus derechos son poco o nada respetados. 

El Hate, es de todos y para todos.

El acceso a internet “obligado”, el número de horas dedicadas a las redes sociales y la constante exposición no solo a la publicidad pagada sino también a los temas polémicos variados en el timeline de los usuarios, nos permitió involucrarnos en conversaciones en las que en otro momento no habríamos participado.

La libertad tan aparente de decir lo que queramos en la red social en turno listo para publicar nuestras opiniones, una pizarra donde todos tienen una igualdad, democratización del internet le llaman, cuando sin importar quién seas: la reina, el presidente de los Estados Unidos, La CONAPRED o el crush en turno; absolutamente todos gozamos del mismo diseño web aburrido, feed, timeline e incluso publicidad segmentada según nuestras búsquedas.

Todos somos víctimas potenciales del tan famoso “hate” y, por qué no, también significa que nosotros somos los “haters” para alguien, todo es cuestión de perspectiva.

Hashtags como #NiUnaMenos, #BlackLivesMatter, #MeToo, #YoSiTeCreo, #MéxicoRacista, #YoEnseñoLoQueQuiera, nos saludan de forma diaria en Twitter, como un recordatorio permanente de que el 2020 pareciera querer hacer estallar absolutamente todos los problemas que han inundado el sistema privilegiado desde cientos de años atrás en un solo día.

Ciertamente, hay días que pasan tantas cosas a la vez que es muy difícil enfocarte y decidir por cuál ir, a qué asociación darle difusión primero y qué persona o artista está fuera de lugar con alguna declaración.

Pudiera ser abrumador, pero es que nuestro presente lo es en su totalidad. Estamos muy ocupados tratando de salvarlo todo, de tratar de deconstruir a toda la población y, dicho sea de paso, quienes no quieren ser deconstruidos se encuentran ocupados buscando forma de bloquear iniciativas, de tergiversar propuestas y activismos. En fin, es una guerra en toda la extensión de la palabra.
Internet nos ha permitido decidir hasta cierto punto el ritmo de desarrollo y crecimiento para miles de empresas, producciones y productos, antes considerados imparables, obligándolos a cambiar sus políticas internas, mejorar y vendernos de una forma muy diferente. Cada vez más empresas integran diversidad en sus mesas.

Simplemente el movimiento #StopHateForProfit logró que Starbucks (y muchas más empresas) se pronunciaran contra Facebook, deteniendo la inversión publicitaria hasta que decida tomar cartas en el asunto con la proliferación de discursos de odio. Hasta hace poco, la empresa de Mark Zuckerberg hizo declaraciones sobre la detección oportuna del 88% de publicidades, publicaciones y mensajes racistas en su red social y el cómo mantendrán la línea para detener la visibilidad de este tipo de contenidos.

La guerra comenzó.

Para los millennials, la manipulación de masas a través del internet era cuestión de tiempo y no sorprende, hace un buen rato (unos 10 años atrás) que le dimos a cada red social naciente toda nuestra información, una vez que otras generaciones se unieron a la conversación era cuestión de tiempo para que se desatara una revolución de pensamientos, opiniones, posturas y poderes. Pero hay un poder todavía más interesante que ha surgido para asustar a más de un Okboomer y sinceramente a todos por igual, la llamada Cancel Culture o Cultura de la Cancelación también conocida como Online Shaming

Que no es otra cosa más el resultado de la organización masiva colectiva que señala a un individuo y lo castiga públicamente por algún pronunciamiento, acción o evento que vulnere u ofenda a algún sector determinado, la primera muestra de linchamiento masivo por internet ocurrió con el movimiento #MeToo en EUA, provocando que se replicara en todo el mundo. 

Puedes o no estar de acuerdo con este fenómeno, pero es algo que se encuentra en el ecosistema digital y se está transformando en el blanco perfecto para los intereses de las esferas de poder.

La compra masiva de bots para atacar movimientos que apoyan derechos humanos, intereses de los grupos minoritarios y generadores de contenido referentes en temas “conflictivos” para los sistemas conservadores, el patrocinio de hashtags que fomentan la reacción de grupos radicales, la cantidad de generadores de contenido que pronuncian discursos de odio a diestra y siniestra también ha ido creciendo de forma alarmante.
El sistema entendió que en el internet hay poder, el poder de la opinión que logra movilizar personas. ¿Quién no ha visto el proyecto Samuel García? Su enorme necesidad de conectar de forma “natural” con los votantes lo ha expuesto a muchísimo al hate y al escrutinio público por ser la muestra de que no han entendido nada.

Pero también han sido protagonistas miles de activistas mexicanas que no han dejado de luchar, pronunciarse contra acciones ilegales por parte de nuestros políticos y son básicamente la máquina de acción que se ha mantenido contra viento y marea buscando bienestar en políticas públicas, salud mental para personas diversas y mujeres, educación para feministas y miembros del colectivo LGBT+; Ejemplos como: Balance Joven, Frente Político de Mujeres Jóvenes, Queer México, Inspira Cambio AC, Laboratorio Afectivo, Defensoras Digitales entre muchas otras más, nos han dado un respiro y un momento de luz durante lo caótico que ha sido este año.

¿Pero por qué tanto hate?

“Mientras que la ira es una emoción básica, necesaria para sobrevivir, el odio es una emoción construida culturalmente” afirma Fernando Broncano, catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad Carlos III de Madrid.

Sería muy limitado dividir a la población digital como “los que odian vs los que no odian”. 

Internet ha cambiado definitivamente: de mantener tus redes sociales exclusivas, ahora cada vez más personas son públicas, expresan sus deseos, opiniones, exponen sus vidas a todo el que de clic a “seguir” en su perfil. Nos estamos enfrentando a una cantidad de información como no se había visto en ninguna época, cambios que duelen, especialmente si tu contexto jamás te permitió empatizar con personas más vulnerables o con un pensamiento muy diferente al tuyo.

En el libro La naturaleza del odio explica que:

“El odio es una emoción primitiva que sirve para atacar o evitar aquellas cosas que percibimos como una amenaza a nuestra supervivencia o reproducción”.
Al final, todo indica que el odio es consciente, y cuando partimos de este hecho, es evidente que no podemos excusarnos en que no nos damos cuenta cuando odiamos, es algo que haces involucrando una gran parte de ti, pero esto no significa que te hagas responsable, el anonimato del internet nos ha maleducado al no obligarnos a tomar responsabilidad alguna de los mensajes que generamos, por lo tanto, todos los que tiran hate en las redes sociales, ni siquiera lo perciben como un mal, lo ven como un desahogo o un ejercicio de su libertad de expresión.

Básicamente por este hartazgo es que han nacido todos los movimientos fuertes y las estrategias guerreras que se pronuncian contra todo lo malo del sistema que nos ha alcanzado en nuestra tierra de nadie, hogar de todos, llamado internet.

Este 2020 se la ha pasado repartiendo ultimátums intensos en materia de derechos humanos, cambio climático, perspectiva de género, violencia, derechos laborales y la lista sigue.

Hablamos de odio colectivo, cuando deberíamos centrarnos en amar en colectivo.
Te invito a que lo intentes.

Written by Brenda Matuk

Es comunicóloga les-cisgénero, maestrante en Marketing Digital & E-Commerce por la Universidad Internacional de la Rioja, docente universitaria, asesora y consultora especializada en branding empresarial, generadora de contenido y estudiosa de los comportamientos humanos dentro de los entornos virtuales y los e-sports. Dedicada a perseguir y tratar de comprender la evolución de las tecnologías y sus efectos sociológicos. Le encanta hablar de feminismo, derechos humanos y diversidad. Intensa videojugadora analítica, su drag queen favorita es Kim Chi y cultiva plantas carnívoras. Su gato se llama Salem. Ama aprender, pero ama más desaprender.

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