Pista 1. JOAQUIN SABINA- No sopor…,no sopor...
Enero del 2018 fue un mes lleno de lechuga, atún y algunas porciones de cereal, aunque el menú había sido el mismo desde que vivía sola. Aquel año lo comencé como los grandes, como Alejandro Magno y la conquista del imperio Persa ¡todo pintaba de maravilla! Pero fue un desgraciado y aburrido domingo cuando mis riñones se pusieron de mal humor y les dio por infectarse.
Aquella fue una experiencia de vida innecesaria que puso a prueba mi capacidad de supervivencia. Al señor Dios le gusta mucho usarme para la construcción de este tipo de “rutinas”. Pero al mal tiempo buena cara y que mejor si le narro esta desgracia amenizada con música. Al final del día, es la música la que nos ayuda a aliviar las asperezas de la cotidianidad. Escuche, lea y ríase, ¡pero ríase mucho! que para eso le escribo mi desgracia. También puede sugerir nuevas melodías, juegue con la música y mis malas rachas.
Pista 2. DADDY YANKEE -Llamado de emergencia
Domingo 7 de enero. 11 pm.
¿Cómo decirle a tu compañero de cuarto que aquello de orinar resultaba más sangriento que la película Hostel?
No habiendo opción y siendo el único roomie de confianza, le confesé que el absurdo capricho de mi sistema inmunológico me producía un dolor insoportable al grado de quitarme el sueño. Necesitaba asistencia médica.
Como dos buenos provincianos buscamos en internet un hospital para atender el llamado de emergencia. Miguel había encontrado un lugar en donde atendían enfermos las veinticuatro horas los 365 días del año. Mi compañero meditó y me pidió mi opinión, sin embargo, el dolor me hizo aceptar de inmediato.
Tomé una chamarra, cartera, celular. En cuestión de minutos mi amigo y su servidora estábamos trepados en un lujoso automóvil con dirección al sur de la ciudad de México. Con dirección a la miseria.
Pista 3. MARÍA BARRACUDA –Chale
12:30 am.
El hospital contaba con una lujosa recepción, puertas que giraban, pisos limpios, muebles brillosos, personal amable y de tez blanca con atención eficaz. También se dejaba ver la sirena de una conocida cadena internacional de café y aunque el establecimiento estaba cerrado, el personaje mitológico nos miraba con burla y desprecio.
-Pues fíjese que me duele aquí y aquí. También por aquí.- le dije al enfermero.
-Muy bien, entonces la vamos a internar.
En minutos me despojaron de mi ropa, pulseras, tenis. Me pusieron una ridícula bata y perdí la cuenta de cuántas agujas picaron mi cuerpo. Me llevaban al baño en camilla mientras la enfermera me escuchaba orinar y quejarme del otro lado de la cortina.
Un oxímetro mordía mi dedo índice y un monitor cardiaco bailaba con el palpitar de mi corazón; la melodía era algo así como Night On Bald Mountain de Mussorgsky.
Supuse que la noche no podía ponerse peor, hasta que mandaron a llamar a la ginecóloga para descartar una infección vaginal. No tuve problema con el chequeo, el problema fue que detrás de la doctora arribaron dos chicos practicantes, quienes se tomaron la molestia de presenciar la revisión. La verdad es que nadie había prestado tanto interés a mis partes íntimas, de haberlo sabido me hubiera bañado.
Más de esta Desvelada: Tragicomedia: del por qué tienes que quedarte en casa
Pista 4. MARÍA DANIELA Y SU SONIDO LASSER – Chicle de menta
3:15 am
-Señorita, en un momento va a pasar su novio para acompañarla.
No bastando con quitarme lo poco que tenía de dignidad, el hospital me asignó un novio. La idea no estaba mal, pero no era momento para ponerme romántica y mucho menos con mi roomie.
No soy del tipo de chica que llora pero: una, dos, tres, cuatro y muchas lágrimas recorrieron mis pálidas mejillas. Estaba asustada.
Entre preocupaciones, bromas y risas, Miguel me consolaba. Me limpiaba el agua de los ojos y me decía que todo iba a salir bien, que no tuviera miedo: “Vamos a salir de esta”.
¿Vamos? ¡¿Vamos?! ¡¿En qué momento pasamos de compartir los platos, la mesa, el baño, una casa a compartir la desgracia?!
Consuelo era lo que necesitaba y lo recibí con mucho gusto. Debajo de todas mis amargas lágrimas, comencé a notar que mi compañero de cuarto no estaba nada mal y que tal vez él y yo podríamos… Virginia, ¿por qué eres así?
Pista 5. LOS TOREROS MUERTOS – Mi agüita amarilla
4:30 am
Eso de orinar me estaba gustando.
Debido a mi bati-infección, sentía la necesidad constante de ir al bati-baño, lo que implicaba que la bati-enfermera llamará a la versión mexicana de Alfred (el mayordomo de Batman) y este me diera un paseo en camilla, esquivando pacientes en sillas de ruedas, rodeando la sala de emergencias hasta llegar al sanitario.
Pese a mi gusto por hacer uso del chofer que jamás volvería a tener, Miguel comenzó a verse preocupado. Una fiebre hizo que su color de piel se tornará rojizo; como un presagio, como que se avecinaba algo.
De repente un hombre calvo con lentes arribó a mi cubículo. El tono de su voz era amable y hablaba como si tuviera mucha prisa, repitiendo mi nombre al principio y final de cada oración. Era el urólogo del hospital con los resultados en mano. Mi diagnóstico final:
-Virginia, usted tiene una infección en las vías urinarias, Virginia.
– ¿Te cae?- Respondí sarcásticamente en mi mente.
El médico nunca citó el motivo de la infección, sólo dijo que “eran cosas que pasaban” y que ya me podía ir a casa.
-Virginia, es una infección muy fuerte, pero con los antibióticos que le aplicaron en el suero y los que le voy a recetar sanará muy pronto, Virginia.
Minutos después de la intervención del urólogo comencé a vestirme. Aún sentía mucha molestia, pero estaba contenta de regresar a mi vida normal. Ilusa y tonta de mí. Aquella aventura apenas comenzaba.
Pista 6. ULTRASONICAS – Hija de Papá
5:30 am
Entendí la fiebre de Miguel cuando vi el estado de cuenta. Ninguna de las dos tarjetas de débito logró cubrir la lujosa noche que me di aquel domingo.
Me cobraron cada minuto que respiré y oriné; aún me siento muy avergonzada con mi novio de una noche porque solventó casi el cuarenta por ciento de la deuda. Evidentemente me terminó. Supuse que el dramático rompimiento se debió a la fiebre y a la fuerte gripa que atacó su cuerpo días después y no porque su servidora sea una cadena de desgracias.
Decidí no dar aviso a nadie de mi familia, pues no quería tragarme mis palabras con mi concepto de “chica independiente”, truncar la paz de mamá o escuchar el discurso preocupante de papá: ¿Y así quieres estudiar un doctorado?
Sepa usted que simpatizo mucho con el proletariado y la izquierda desde la adolescencia. Congeniar con los movimientos magisteriales del 2006 en mi natal Oaxaca me hicieron adquirir conciencia de clase a temprana edad. Pese a que mi núcleo familiar estaba lleno de discursos que engalanaban la cultura del dinero, pocas veces coincidí con ello. Por eso decidí irme por la vida austera: la academia. Estudiar la maestría fue convertirse en un tipo de “proletariado privilegiado” con todo lo que implica: pagar renta, despensa y a veces darme el lujo de solventar un par de vicios. La única diferencia es que ahora era “intelectual”, es decir: una pobre obrera intelectual que se come sus libros cuando tiene hambre. Es el conocimiento lo que da satisfacción, porque probablemente la vida de millonaria tarde mu-chí-si-mo tiempo en llegar.
Debido a falta de dinero, creí prudente poner a prueba aquellos juramentos de amistad eterna consiguiendo algunos préstamos. De repente mi lista inmensa de amistades se hizo pequeña…muy pequeña, y pese a que perdí doce mil pesos que no tenía, gané 5 amigos.
Pista 7. MEME – Todo va a estar bien
Mi desgracia es mí mayor virtud y Dios lo sabe.
Le gusta divertirse con mis tragedias y no lo juzgo, hasta yo me he mofado de mi mala suerte. Espero desde arriba siga improvisando nuevos capítulos que hagan más excitante mí mezquina existencia, porque soy simpatizante de la necedad y eso de vivir al límite. Me consolaba que en aquel momento lo único que prosperaba era mi tema de investigación en la maestría, el cual estaba dirigido a la interpretación del lenguaje pornográfico en la obra del fotógrafo español Alberto García-Alix, artista a quien había tenido la oportunidad de entrevistar un año atrás. Es que el porno me redime.
Pista 8. IVONNE AVILÉS -La pieza del pollo
Mi infección sanó en cuestión de días, gracias a una caja de antibióticos que compré en una conocida farmacia que se distingue por vender productos similares a costos accesibles. La última vez que conviví con Miguel fue la noche después del hospital, cuando me cocinó un caldo de pollo. Después de ese día deje de convivir con él. No dejó de ser mi roomie, pero él y su cartera prefirieron mantener su distancia. En fin, así son los hombres, no saben de trivialidades y el buen vivir.
Las semanas pasaron y todo iba muy mal.
Seguí buscando la forma de solventar mis deudas, la renta y mi despensa. Una noche una de mis roomies me mandó un audio por WhatsApp justificando que, debido a su goloso apetito, se le había ocurrido comerse el único pedazo de pollo que tenía guardado para el desayuno, el cual había dejado en su espacio del refrigerador, por falta de espacio en el mío.
Me ataqué de risa y me consolé suponiendo que, a cualquiera, en cualquier parte del mundo, le estaría pasando lo mismo que a mí.