junio 28, 2021

Caminar junto a sus hijas, hijos e hijes

Tres historias sobre el apoyo de padres y madres de personas de la comunidad LGBTIQ+

By In Entrevista

¿Qué es lo máximo que hacen padres y madres por las personas a quienes les tocó criar? Para Felipe, Yvette, Arabella y Leticia quizá las palabras se quedan cortas, pero las acciones han trascendido en la vida de sus hijas, hijos e hijes. 

Iker

Para su ceremonia de graduación de secundaria en un colegio de monjas, Iker decidió no usar el uniforme “de gala” que le marcaba la escuela: camisa, suéter, corbata y un jumper. No tenía problemas con los primeros tres, de hecho le gustaban. El problema era el último, porque esa era la prenda que tenían que usar las niñas en esa institución y, hacía no mucho tiempo, había descubierto que él no lo era

Durante los ensayos comenzó a formarse en la fila de niños, frente a la extrañeza de las maestras. Cuando la subdirectora lo llamó para preguntarle qué estaba pasando, él lo explicó sin darle más vueltas: 

—Soy un chico trans y esto es lo que pasa. Y en la graduación no le voy a pedir permiso, en la graduación me voy a formar en esa fila porque ahí me voy a formar.

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“Soy Arabella Jiménez, soy mamá de Iker y  estoy orgullosa de que sea un chico trans valiente, que haya hecho su transición y de que día a día viva lo más feliz que pueda. De eso estoy orgullosa”, dice desde su departamento en la Ciudad de México.

Alexis Iker es el nombre que Arabella seleccionó para su hijo como nombre elegido. Una de las acciones que marcan el acompañamiento que ha tenido con él, aunque no ha sido fácil. 

Hubo momentos en los que Iker le expresó a su mamá quién era. El primero fue cuando tenía tres o cuatro años de edad y le dijo que le gustaría ser hombre. Arabella pensó que había descubierto el privilegio masculino, le explicó que las chicas podían hacer lo que ellas quisieran también. Y ahí quedó el tema. 

Los años pasaron e Iker insistía en que no quería usar el cabello largo. Tampoco le gustaban los vestidos.

Alrededor de los 14 años, Iker le dijo: mamá, yo soy un niño trans. 

—Y entonces yo no tenía el referente en realidad de qué significa ser un niño trans. 

 Arabella no sabía cómo explicarse el mundo. 

Luego empezaron a leer, a investigar. Se acercaron a espacios integrados por otras personas trans, donde conocieron familias que viven juntas la transición junto a sus hijas, hijos e hijes, y fue el papel que ella quiso tomar. “Acompañarlo en este descubrimiento y en esta transición”.

Madre e hijo

Iker tiene 18 años y va a estudiar letras inglesas, aunque a lo que realmente se quiere dedicar es a las artes performativas. Actualmente está en una academia de baile, pero más adelante quiere empezar a actuar, cantar y hacer más cosas. Está orgulloso de todo lo que hace su mamá. Ella ha sido su mayor inspiración para tener la valentía de hablar de lo que se debe y de lo que es correcto. 

A los 14 años empezó a investigar para entender quién era. Primero solo y luego acompañado de su madre. 

Aunque al principio se asumió como persona no binarie, más tarde se dio cuenta de que no lo era. Desde que empezó a cuestionarse le dijo a su mamá, y ella estableció un curso de acción.

Comenzaron a ver otras vivencias, a consultar con otras personas. Buscaron psicólogos que no juzgaran ni discriminaran, sino a alguien que les dijera “vamos a averiguar qué está pasando aquí”.

Iker se terminó asumiendo como un chico trans y le pidió a su mamá que escogiera sus nombres. 

“Creo que fue ella, si no la más parte más importante, yo creo que de las más importantes”. 

Pelea legal

Iker y Arabella coinciden: la acción más grande que hizo por su hijo fue pelearse con el registro civil y “meter un amparo para que me contestaran por qué mi hijo no podía cambiarse el nombre como un adulto de 18 años lo puede hacer en esta ciudad”.

Lo primero que Iker trabajó con su psicólogue fue el cambio de nombre, porque fue lo primero que le causó incomodidad. Para febrero o marzo de 2018 hablaron sobre hacerlo legalmente y se pusieron en contacto con el  Litigio Estratégico en Derechos Sexuales y Reproductivos (Ledeser), organización que se especializa en el litigio estratégico y defensa de los derechos humanos de las personas LGBTIQ+. 

Alexis fue parte de un grupo de menores que, luego de un proceso de más de dos años, lograron obtener su acta de nacimiento con el nombre y género con el que se identifican sin tener que recurrir a un juicio. El proceso fue complejo, primero un juez les rechazó el amparo y ellos emitieron una instancia, y “luego Sheinbaum decidió que sí podíamos tener acceso pero que nadie supiera mucho. Ya nos dieron el acta, se resguardó la otra, si tú la buscas ya no existe, y los papeles ahí vamos”. 

Iker ahora es mayor de edad, está a la espera de obtener su INE y también le falta hacer los cambios en la secretaría de Educación y el cambio en el pasaporte.

Otras niñas, niños y niñes de la Ciudad de México esperan poder ejercer su derecho, mientras la Ley de las Infancias Trans sigue sin avanzar en el Congreso local de la capital del país. 

Para Iker aún resulta una falacia que las personas justifiquen o argumenten que los niñas, niños y niñes trans no saben sobre su identidad de género por el hecho de ser menores de edad. 

Amor de familia

Contrario a lo que pasó con las autoridades, él se ha sentido afortunado en otros  espacios, como con la mayoría de su familia y compañeros de secundaria o preparatoria. 

Su familia nuclear y su familia extendida, independientemente de lo que opinen, lo llaman por su nombre elegido y sus pronombres correctos. Porque aunque pareciera que cambia mucho de tu persona frente a ellos, no es así. 

Si hay algo de lo que tiene certeza es que lo que más le ha demostrado su familia es el amor.

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Sobre los papás y mamás de la comunidad LGBTIQ+, Iker sabe que al inicio pueden estar muy confundidos. Por lo que primero les diría que se cuestionaran sus prejuicios, aparte de hablar con otras personas de la comunidad, cuestionarse por qué creen lo que creen acerca de la misma y ver que sus hijos también están asustados.

Al final, lo importante es darse cuenta que no es raro, es solo que en el sistema en el que vivimos las personas privilegiadas no ven más allá, y como no han visto niegan que existe.  A los padres y madres los invita a empezar a decir “bueno, pero si mi hijo es así, si mi hija es así, si mi hije es así, ¿a quién le lastima? ¿A quién le hace mal?”.

Y a los chicos, las chicas y les chiques, considerar que los padres y madres no piensan que ellos están haciendo el mal. Todo lo que hacen es porque creen que están haciéndolo bien.

Entonces, cree, es importante explicarles cómo se sienten, cómo es lo que están viviendo, más allá de decirles: soy trans, soy gay o lesbiana. Quizá el resultado puede ser distinto. 

Hay que escuchar

Para Arabella, lo primero que tienen que hacer es abrirse a escuchar a sus hijos. Si un niño o niña te está diciendo algo, hay que creerle, hay que cuestionar sus prejuicios y buscar personas que estén en esa situación. 

A pesar de que es difícil para la sociedad conservadora en la que vivimos en México, a los papás les toca abrirse, escuchar y después investigar un poquito a qué se enfrentan.

Arabella e Iker han recibido a mujeres y hombres jóvenes que corren de sus casas porque sus papás creen que es algo raro. 

“Si usted no lo apoya, ¿quién lo va a ayudar allá afuera? Tienes de dos: o lo apoyas o no va a encontrar ayuda, o va a ser más difícil que él se sienta feliz. ¿Qué quieres?”

Leandra 

Leandra Rose asegura que ella nunca vivió en el clóset. Desde los 4 o 5 años usaba los vestidos de su mamá. 

Años después se identificó ante los demás como un hombre gay. En 2013, decidió vestirse de mujer por primera vez, luego vinieron los concursos de belleza y las actuaciones como drag, ahí nació su trayectoria, su vida. 

En 2019, participó en la segunda temporada de La Más Draga, un reality show transmitido por YouTube, y en 2021 se hizo viral en Internet  junto a su papá.

Padre de una diva drag

La biografía de Facebook de Felipe Ontiveros está llena de imágenes, videos y publicaciones sobre el box, una de sus pasiones, también de sus festejos como aficionado del Cruz Azul luego de que ganara la Liga MX tras 23 años. Entre todo eso, el 30 de mayo publicó una imagen en la que sale junto a cada uno de sus hijos e hijas y la acompañó con el siguiente mensaje: 

“Para los que tienen alguna duda: siempre apoyaré a mis tres amores, los apoyo por igual a mi boxeador, mi drag diva Leandra Rose y mi bailarina favorita. Apoyo de padre incondicional, team los Ontiveros”.

La publicación llamó la atención de inmediato y se viralizó. Ahora tiene más de 22 mil compartidos y casi 1,000 mensajes reconociendo el apoyo a su hija. 

Días después, admitirá que no siempre fue tan fácil, cuando le dijo que era gay se cegó, le daba miedo que la sociedad no lo aceptara. Pero si él no lo hacía, ¿entonces quién? 

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En 2019, durante su participación en el reality show, Leandra cuenta cómo su papá no la apoyaba al 100% hasta que la sorprendió presentándose en una de sus audiciones. Desde entonces le empezó a mandar mensajes de apoyo. 

En ese mismo tercer episodio habló de la relación con su mamá, fue ella quien la sacó del clóset e incluso pensó que iba a ser una persona transgénero, pero le aclaró que no era así.

Una vez que inició la carrera de Leandra, su mamá  ha formado parte importante de su personaje y su vestuario. Siempre le pide su opinión porque le encanta envolverse en proyectos de la comunidad. 

“Mi mamá es mi mejor amiga, mi fan número uno, dos, tres, mi todo”. 

El resto de su familia,  por otro lado, al principio no entendía, pero una vez que ella se los explicó, mostraron mayor apoyo, hasta han llegado a ayudarla a hacer algunos de su vestuarios. 

“Con su apoyo me han llevado al éxito”. 

Sobre la imagen, Leandra está feliz de que se haya viralizado y que hubiera muchos mensajes de amor. 

El señor Ontiveros reafirma que la apoya hasta donde ella quiere llegar, porque como papá quiere que sus hijos tengan éxito.

Piensa que acompañarles es algo que se hace desde que nacen, porque desde entonces se les ama. 

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“Esto del drag es un arte muy bonita, te ayuda a expresarte y trae felicidad a tu vida, cuando pones empeño y te gusta lo que haces, eso se proyecta y eso le gusta a la gente”.

Es algo que la hace feliz no solo a ella, sino a muchas personas que la apoyan.  

(Con información de La Mas Draga Temporada 2 y el canal de YouTube de Leandra Rose) 

De Canutillo a Durango

Jaco Emiliano tuvo que salir del clóset con su mamá dos veces. Primero cuando le dijo que era lesbiana y que tenía una novia. No mucho tiempo después, cuando le dijo que no se sentía como una mujer, que toda su vida se había sentido como un hombre y que quería que lo llamaran Jaco. 

 Varios años después de ese momento, Jaco recuerda la respuesta de su madre como inmediata: 

-Ok, ¿y te hace feliz?

-Sí. 

-Perfecto, adelante. 

Leticia Holguín, mamá de Jaco.

Blanca Leticia Holguín tiene 47 años; es de Canutillo, Ocampo, un pueblo en el norte del estado de Durango, y es mamá de Jaco. 

A diferencia de la rapidez con la que lo contó Jaco, ella explica que, al venir de un pueblo, fue complicado aceptar lo que su hijo le decía, porque no tenía la información, no sabía lo que era. 

En 2013 se mudaron a la ciudad de Durango para que él pudiera estudiar y comenzaron a hablar más y a comprender más, pero “fue muy difícil la aceptación, honestamente. Me faltó escuchar más o poner más atención. Buscar temas, tal vez revistas, buscar apoyo de otros padres, o no sé”.

Recuerda que una de las cosas que más le dolió fue cuando vio cómo caían los mechones largos y bonitos de su cabello. Nunca lo va a olvidar. 

Como tampoco va a olvidar las veces en que se asomó a su cuarto y lo escuchó llorar, por eso tenía que comprenderlo, para poder apoyarlo. Porque no quería que su hijo derramara otra lágrima. Mientras ella estuviera ahí, nunca iba a pasar. 

Para acompañar a su hijo, Leticia preguntó qué seguía, qué más había que hacer. Desde entonces ha estado en cada paso. 

Ella se encargó de encontrar un psicólogo sexólogo. De ahí, fueron con el endocrinólogo, citas a las que ella también entraba porque quería saberlo todo. 

“Desde la primera inyección hasta la fecha. Hemos estado ahí en todo lo que ha pasado. Todo”. 

Sí, la transfobia existe

En Canutillo no existe mucha información sobre el tema, pero desde niño Jaco se veía en el espejo y sabía que algo no iba bien con él, que lo vestían de niña y eso no era para él. Cuando un chico le pretendía o que sus amigas le decían de vestirse con vestido y maquillaje para salir, sabía que no era lo que realmente quería. 

Empezó a investigar y se encontró con las palabras transgénero y transexual. “Me salen unos videos y yo digo: éste, esto soy, esto soy yo”. 

Luego llegó el miedo de contarle a su familia. Su abuela fue la primera en aceptarlo, después su hermana y al final su mamá.

Otros familiares no tuvieron la misma reacción. Hubo una persona que sugirió hacer una oración por él, porque tenía al diablo adentro. Su mamá dejó de hablarle años a una hermana por la reacción a la vivencia de su hijo. 

Otro tema ha sido la escuela. Él estudiaba en una facultad de una universidad pública y ahí encontró profesores que no lo aceptaron. No calificaban sus exámenes con su nuevo nombre porque decían que no era él. Cuando pidió ayuda a la coordinadora ella le dijo que lo arreglaría, pero eso no pasó. 

Además, los compañeros hacían burla y el tema de los baños comenzó a ser complicado. Él no se sentía cómodo en la escuela y decidió salirse.

Ese proceso lo vivió cuando su mamá aún no podía entenderlo. Poco después, aunque no lo entendía, decidió respetarlo y fue cuando empezó a apoyarlo. 

“A partir de ahí ella fue mi pilar para todo. Porque dejó de hablarle a familia, dejó de hablarle amigos, dejó de hablarle a muchísima gente por mí. Porque esa gente no me aceptaba”.  

En la nueva escuela aceptaron su cambio de nombre, ya que su mamá lo habló con los administrativos y con la dirección. 

También ha habido un proceso legal del que Leticia ha formado parte todo el tiempo. Desafortunadamente, la entidad donde viven “está en pañales” en ese tema. Fueron varias veces al estado vecino de Coahuila, hasta que lograron cambiar el acta de nacimiento a Jaco Emiliano. Sacaron su credencial y su CURP.

De ahí metieron el juicio para hacer el cambio de sus documentos escolares. Si no se logra el juicio van a ir a amparo para lograrlo. Esperan tener pronto la papelería desde el kinder hasta la preparatoria con su nombre elegido. 

Entre los psicólogos, el endocrinólogo, una cirugía y el proceso legal han gastado mucho, pero es algo que nunca ha importado. “Ahorita yo me siento orgullosa de que puede sacar su credencial y aquí está: Jaco Emiliano”. 

Jaco ama el hecho de que cuando él no ha tenido las palabras o le da pena enfrentar cosas frente a su familia o la escuela, ella siempre ha estado para sacar la garra por él. 

Actualmente, su casa se ha convertido en un lugar abierto para personas de la comunidad LGBTIQ+. Jaco se reúne cada cierto tiempo con un grupo de personas para compartir experiencias y acompañar en caso de ser necesario. Un espacio donde nadie es juzgado por su identidad de género u orientación sexual.   

La clave es escucharlos

A las mamás y papás de personas de la comunidad LGBT+, Jaco les dice que sabe que es difícil aceptar y entender. Pero lo principal es escucharlos. Aceptarlos. Porque no importa si al final la sociedad los acepta, o la escuela, o sus amigos, mientras la familia los acepte, tienen el mundo ganado. 

Leticia les dice que escuchen a sus hijos, que les den mucho amor, que les digan: estoy aquí para ti, no importa lo que seas, yo te amo. Así no te acepte el mundo entero, yo te apoyo.

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No ha sido fácil, ha implicado educarse, leer, conocer otras experiencias, iniciar peleas legales y enfrentarse a personas que no aceptan a sus hijos, hijas e hijes. ¿Qué es lo máximo que hacen por ellas, ellos, elles? Todo.

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