octubre 27, 2021

Pluma afilada, corazón abierto

Cuatro historias breves creadas en la #EscuelaDesvelada

By In #EscuelaDesvelada
¿Qué tienen en común Taylor Swift y Joan Didion?

Bajo esa pregunta lanzamos el primer taller de nuestra #EscuelaDesvelada: “Pluma afilada, corazón abierto”, pensado para hacerle honor desde la escritura a nuestra sensibilidad y a nuestra historia, a nuestra vulnerabilidad. 

Durante cuatro miércoles de junio, un grupo de mujeres de Venezuela y México nos reunimos para leer a Leonora Carrington, Joan Didion, Maggie Nelson, Clarice Lispector, nos identificamos con tuits de Sara Uribe y escribimos sobre pintura y cartas del tarot. 

Estas son cuatro historias que surgieron en esos encuentros. 

Isabella Reimi

Arcángeles la proclaman como Reina de la Creación. Alaban sus senos redentores. Desciende el Espíritu y se postra bajo su fructuoso vientre. Ofrecen magnolias a la que emana rosas. Ella, que guarda El Verbo en su vientre y el Misterio en su corazón. La dichosa se sabe esclava y abraza su cruz.

La Anunciación II, de Olga Suvorova.
Brenda Matuk
Percepciones

Fragilidad. Como ser humano me detengo y reflexiono con los ojos cerrados para poder sentir cómo sería respirar profundo al pie del Monte Fuji, tan pequeño a la vista. Toco el tronco de los árboles mientras me asombro ante la imponente punta nevada que queda inalcanzable frente a mí. ¿Tan lejos queda?

Mientras tanto, la Gran Ola se burla, a punto de aterrizar fulminantemente, viendo aquel Monte tan emblemático como un pequeño estorbo frente a su paso. 

¡Qué pequeños y qué grandes son los temores! 

¡Qué feroz es la perspectiva!

La gran ola de Kanagawa, estampa de Katsushika Hokusai

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Dariela Amaya
Nueve de espadas

Hubo una época donde el nueve de espadas se lamentaba por existir. Anhelaba los colores, la iluminación, el brillo del sol. Todos parecían querer el buen augurio que esta carta emanaba. En cambio a ella, un peligroso nueve de espadas, un poco inestable e insegura, la rechazaban con solo verla.

Angustia, depresión, tristeza… eso escuchaba una y otra vez nueve de espadas cuando salía su pequeño estuche y exploraba el mundo. 

Nueve de espadas observaba sus bordes, sus colores, su interior, buscando la diferencia para cambiar y poder encajar. 

Quizás era lo oscuro de su fondo, la presencia de sus espadas, quizás solo la quisieran ver desaparecer, quizás, quizás, quizás… Pero, ¿qué no era ella solo una carta más? 

Hubo una época donde nueve de espadas lo quiso intentar, pero ya no más.  

Ivanka Romero
El ermitaño.

I.

Un hombre solitario carga por el mundo, va bien abrigado y lleva un bastón y una lámpara para guiarse, sus barbas y cabellos blancos han crecido. Vagabundo de caminos, de bosques, de mares, desiertos y ríos.

Su alrededor es tranquilo, en soledad. No hay voces, ni movimientos, no hay nadie, no hay nada, solo el paisaje que se asoma y cambia poco a poco, paso a paso y a pequeños suspiros.

¿Qué buscará con su mirada al frente? Me pregunto si su destino ya estará trazado, si sabrá a dónde dirigir sus pasos, si tendrá un lugar en el que lo esperan o se dirige a ciegas esperando encontrar un lugar para descansar, un lugar para dormir, un lugar para morir. O quizá lo espera alguien al final de su caminata inmensa y por eso no mira a nadie, por eso no busca otra compañía pues anhela a la que encontrará algún día, algún día en el fin del recorrido trazado.

Parece que todos recorremos la vida como el ermitaño, con la mirada al frente, a veces perdida a veces encontrada en otros ojos o en otro mundo, intentando alumbrarnos el camino oscuro, tanteando el camino hecho de tierra con el que a menudo tropezamos, con el que a menudo nos lastimamos. Pero, sí, existe, existe la diferencia, a nuestro alrededor hay más ermitaños con los que caminamos lado a lado para encontrar el destino.

II.

Ambivalente en tus formas,

te muestras diferente según mi destino,

sabiduría de tu ser vengo buscando,

una respuesta

y por fin lo veo,

me veo,

siento la conexión conmigo,

yo soy mi destino.

III.

A veces no se a dónde voy,

a veces me pierdo,

el camino es oscuro y yo me aterro,

tiemblo, 

y tú apareces en mi carta,

en la lectura de mi vida,

¿iluminarás mi camino con tu lámpara?

ya no iré sola, ahora contigo recorreré el camino.

IV.

Mi pasado observo a tu lado,

se ha hecho pesado,

creo que ha llegado la hora de dejarlo,

con un triste canto lo despido.

V.

Te encuentro mientras barajeo el presente,

me muestras mi interior

dónde anidan los problemas,

dónde siempre existe fuerza.

VI.

En el futuro a veces me pierdo,

me aterra lo que viene,

me causa temor todo lo incierto,

doy mis pasos con recelo y obligada

pues el tiempo no da tregua,

no se detiene ante súplicas.

Aún me guías,

tus misteriosa presencia consuela,

me pide calma.

Sé que estoy preparada.

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