Quizás algo dentro de mí sabía que le gustaban las niñas desde que en los juegos de la infancia pedía el papel del niño para poder jugar a que eran mis novias. Lo dudé un poco más la tarde de mi adolescencia en que besé a la primera niña que me gustó en serio. La idea se esfumó poco a poco cuando empecé a salir con chicos y sí me gustó estar con ellos. Me tomaría casi una década atreverme a sentir eso con una chica de nuevo, sin tanto miedo.
Quiero explicar lo que he sentido y pensado los últimos meses, sin autocensura, intentado que nada de lo escrito acá sea usado en mi contra. Trataré de hacerlo desde algún punto que veo como inicio.
En marzo de 2023 decidí dar el paso más formal e invitar a una chica a una cita, fue bastante penoso porque P en un inicio pensó que la invitaba a una cita de amigas. De ahí se desencadenaron hechos y relaciones que me permitieron asumirme ante más personas de mi círculo como lo que soy: una mujer bisexual.
Así que sí, descargué Bumble (de nuevo), lo puse sólo para chicas y comenzó el match de izquierda a derecha. Temía que, como me había pasado veces anteriores, sólo le interesara a esas parejas que entran a intentar cumplir sus fantasías y en las que muchas veces parece que la chica quiere cumplirle a su vato feo (ojo, que no digo que siempre sea así). También temía no verme lo suficientemente queer, segura o espantar a más de una poniendo la palabra bisexual. Además había otro detalle: esta vez yo iba buscando citas para algo más serio, no tanto para pasar el rato, eso podía quitarme otros likes.
Entonces apareció K, la química parecía instantánea, había risas y chistes y comodidad, pero muy pronto hubo un freno, no sé decir si suyo o mío. Ella por lo pronto no quería formalizar nada, sólo conocer personas. Yo accedí a ser amigas, aunque a veces parecía que pasábamos esos límites de la amistad. Entonces K cambió de opinión y dijo que quería intentarlo conmigo, pero yo huí ante la desconfianza de que se quedara por tenerme segura y ante una pequeña inseguridad mía de si podría manejar todo aquello.
Así que, si no iba a pasar con ella… activé el Bumble con chicos y al poco tiempo conocí a O. Tuve la relación más honesta en bastante tiempo: eso sería breve pero sincero. Él se iría en algún momento del verano y no habría “te extraños” ni intentos de relaciones a distancia, ni ninguna otra cosa. Fuimos personas que se besaron e hicieron compañía por ese lapso breve.
Regresé a la famosa app y conocí a M. Luego de muchas pláticas largas por teléfono, un viaje de ella a CDMX, una primera cita algo desastrosa y algunas otras cosas, nos hicimos novias.
Y eso me ha replanteado varias cosas conmigo misma y con el resto de mis relaciones.
***
—Oye, que Harper no haya salido del clóset con sus padres no tiene nada que ver contigo.
—¿Cómo podría no tenerlo?
—Recuérdame, ¿qué dijeron tus padres cuando les dijiste que eras gay?
—Que me querían y me apoyaban.
—¡Eso es increíble! Mi padre me echó de casa y no me habló durante 13 años después de que se lo contara. La historia de cada uno es diferente. Está tu versión y mi versión, y todo lo que hay en medio. Pero lo único que todas esas historias tienen en común es ese momento justo antes de decir esas palabras. Cuando se te acelera el corazón y no sabes lo que viene a continuación. Ese momento es realmente aterrador. Y una vez que dices esas palabras, no puedes volver a decirlas. Un capítulo ha terminado, y uno nuevo ha comenzado. Tienes que estar preparado para ello. No puedes hacerlo por nadie más.
Happiest Season, 2020
Lo mío tuvo llanto. Una vez que decidí empezar a hablar no paré hasta que saqué algunos de los detalles que había decidido contar. Mi mamá usó la frase conocida sobre que era más sencillo verlo en los hijos de otros pero no en los tuyos, después comenzó a hacer algunas preguntas que había ensayado en mi cabeza: desde cuándo lo sé, o si me es indiferente salir con hombres y mujeres. Mi padre alcanzó a decir que lo había dejado desarmado (o algo parecido) y a guardar un silencio que me dio el mismo miedo que la reacción ruidosa y enojada que esperaba de su parte. Luego de varios minutos de silencio, mi mamá le pidió que me dijera algo sobre qué estaba pensando y su respuesta fue algo parecida a que hubiera querido que no se lo dijera nunca.
Salí corriendo de ahí. Le marqué a mi mejor amigo con el que sólo hablo por teléfono en caso de emergencia. Él atinó a cumplir su papel en mi vida, pero también como persona que le dijo a su familia que era gay desde antes de iniciar la universidad. Fue mi primer apapacho de: “todo pasará y mejorará”.
Siempre que alguien decide dar un paso al frente y decir quién es, el mundo se convierte en un lugar mejor y más interesante.
Captain Ray Holt, Brooklyn 99
Brooklyn 99 | Temporada 5 | Episodio 10
Rosa les dice a sus padres que es bisexual. Sus padres asumen que como le siguen gustando los hombres ella aún puede casarse, tener hijos y hacer la vida que imaginaron para ella.
Rosa intenta explicar que las bodas entre las mujeres existen.
Su padre dice algo así como que ser bisexual no es de hecho “una cosa”.
Rosa responde que es así, que las personas bisexuales existen y que lo sabe porque ella es una de ellas y que lo ha sabido desde hace tiempo y no se los ha dicho por miedo a que reaccionaran como lo están haciendo.
“¿Qué quieres que digamos?”, pregunta su padre.
“Que me aceptas por quien soy”, responde Rosa.
Al final del episodio, sus compañeros de trabajo reemplazan a sus padres en la noche de juegos que solía tener con ellos y el Capitan Holt le dice que “cada vez que alguien dice quien es, el mundo se convierte en un mejor y más interesante lugar”.
Después de hablar con Ricardo y dar una pequeña vuelta en la camioneta, me puse la pijama y empecé a acomodar mi habitación para dormir. Era la última noche que dormía en mi cama durante ese viaje. Mi madre entró al cuarto y recuerdo que dejó claras tres cosas. Más calmada dijo que:
1.- Lo importante para ella era que yo fuera feliz. Al igual que mi hermano. Que hiciéramos las cosas porque son las que nos hacen felices.
2.- Que no me dejara tratar mal por mi pareja, fuera hombre o mujer, que exigiera respeto.
3.- Que no “saliera” con demasiadas personas o fuera “promiscua”.
Eso fue lo más cercano que sentí a la escena de Hearstopper en la que Nick le confiesa a su mamá que es bisexual.
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—Es mi novio. Charlie es mi novio. Todavía me gustan las chicas… pero también me gustan los chicos. Y Charlie y yo, vamos a salir. Y sólo quería que lo supieras.
—Oh cariño, gracias por decírmelo. Lo siento si alguna vez te hice sentir que no podías decírmelo.
Heartstopper
Cada quien vive un proceso distinto, eso se repite hasta el cansancio, quizás porque es cierto. Vi a algunos de mis amigos salir del clóset durante su adolescencia o aceptarlo sin más. Escuché las historias de algunos otros. Y ahora veo esa representación de amor queer adolescente que hace que me emocione y me pregunté qué hubiera pasado si…
Pero tenía miedo, tenía culpa, me asustaba que la reacción fuera un “hay que llevarla a terapia porque no sabe quién es” o un “Dios te va a castigar con eso”. La primera vez que besé a J no tenía más de 15 años y viví con la culpa por semanas. La culpa entre no querer hacerlo por no estar “en pecado” y querer volver a hacerlo por lo bien que se sentía. Porque me daba el mismo nervio que había tenido con todos los niños que me habían gustado hasta ahora.
Así que fui, me confesé y escuché del padre cómo Dios me amaba de cualquier forma. Luego enterré todo eso para quitar la culpa y el miedo de decirle a los demás lo que estaba sintiendo. Y lastimé a esa persona y a otras por miedo a decir en voz alta, y no en un confesionario, qué era lo que me estaba pasando. Supongo que por eso lloré tanto en Happiest Season cuando obligan a la chica a salir del clóset y ella habla de la otra chica que lastimó en secundaria por ocultar quién era.
Esa y otras escenas me recuerdan que no soy ni la primera ni la última persona en “salir del clóset” de manera tardía, que cada quién tiene sus razones y sí, cada proceso es distinto.
Hay otra escena de Heartstopper en la que un profesor habla de todo lo que nos perdemos quienes no podemos ser la persona que deseamos desde pequeños. Con eso pienso en las escapadas, los besos, los crushes de los que no podemos hablar y también se quedan ahí. Y nos encontramos como adultos intentando que no nos pese tanto al momento de relacionarnos con otras personas.
Hasta el momento, lo mío se ha reflejado en varios aspectos: de amistad, de búsquedas de pareja, la relación con mis padres y de entender mi lugar en el mundo durante más de 20 años.
Las amistades que no hice
Hace algunos años, durante el cumpleaños de mi mejor amigo, empezó a contar cuántas personas de las que le cantamos Las Mañanitas éramos de la comunidad. Una aplastante mayoría. Nunca entendí si el que me contara a la mitad fue un chiste por mi bisexualidad o por mi indecisión de decirlo al mundo.
Hace pocos meses fue mi cumpleaños y M me señaló como dato curioso que muy pocas personas de mi círculo de amistades en la CDMX eran queer. Mi reacción inmediata fue decir que era algo obvio, que eso era lo que había logrado y más siendo una mujer heterosexual por tanto año. Además, mi mejor amigo homosexual no vivía en la misma ciudad ahora.
Y aunque intento y sé que es necesario crear esas redes, me da cierta culpa pensar en todo lo que no viví por tantos años como las demás personas de la población LGBTIQ+. Todo el privilegio del que gocé en su momento. Lo que extendí o alargué ese privilegio de distintas formas.
Sigo intentando, pero ¿saben lo difícil que es hacer amigues a los 29 años?
Lo difícil de “ligar” sin experiencia previa
E igual de importante, ¿saben lo complicado que es intentar ligar saliendo del clóset con más de 25 años y sintiéndose ajena a esas dinámicas? Yo sí.
Cuando te preguntan por tus ex parejas, por tu relación con tu familia o preguntas totalmente normales en una primera cita y que no puedes explicar del todo, o que tengas que explicar, de nuevo, que eres bisexual, y esperar que la persona no reaccione de una manera fea o te rechace.
También el miedo a no tener la experiencia suficiente, no saber lo suficiente que se supone deberías saber entonces para estar con alguien.
Tantas cosas que pareces haber perdido en todos los aspectos cuando justo lo que quieres defender es el simple hecho de vivir siendo tú, nada más.
Am I ok?
Y en medio de eso está la presión del mundo, o quizás es la tuya misma, intentando hacer un checklist en los pasos que vienen, de lo que tienes que vivir, lo que tienes que contar y cómo tienes que actuar.
En la película de Am I ok, el personaje principal sale del clóset con su mejor amiga cuando esta está por mudarse a otro país y, en medio de la prisa, quiere empujarla para ser “ella”, salir con personas, ligar, conocer… la cosa es que ella no es así y quiere descubrir poco a poco todo eso de ella misma que acaba de mostrarle al mundo, sin tantas presiones.
¿Estoy bien? Creo que sí. Me aferro a esa frase de Brooklyn 99, confío en que el mundo es un lugar mejor cuando las personas dicen quiénes son, pero también a la compañía de mis redes de apoyo; a la confianza y vidas bonitas de mis amistades queer; a mis primos que me abrazan a la distancia ante todo; a las amigas que no cambiaron cuando les dije quién soy; al amor de mi mamá y su esfuerzo por entender, y a la historia linda y con calma que formo con mi novia pese a todo. Sobre todo, a la Marisol que sé que siempre he sido y que no cambia, sólo se adapta a lo que dice de ella misma en voz alta.
Que bonito texto y que importante compartirlo. Seguramente muchas personas encontrarán consuelo en tus palabras. 💕