No sé qué escribir. Tengo tantos desvelos y tantas ganas de dormir que se me revuelven las ojeras. En los post-it mentales pegados al hipotálamo del recuerdo leo:
1-. Felicitar a Santiago —mi primo— por su cumpleaños.
2-. Hoy se cumple un año desde que no está. Yo ni quiero voltear a ver este post-it. Después de cinco Sirenidades, y en la primera en la que les advertimos que esto era quién sabe qué ni cómo… Sólo un acompañamiento de los desvelos de amor, ya deberían saber que soy un desmadre, pero hay algo que nunca leerán aquí: deshonestidad.
Con esos post-it enfrente trato de escribir hilando el presente y el pasado. Con dos historias paralelas y personas importantes de mi vida; no espero que la lectora entienda eso, quédate con lo que quieras, con lo que te sirva.
Tengo el corazón conmovido
Una risa sordomuda en la que tú no existes
Al final los lugares se llenaron con tu ausencia
Pero tu ausencia era tan extensa que se me olvidó todo lo que abarca el olvido.
—Papá, ¿y después del horizonte,qué hay?—, preguntó mi primo Santiago cuando tenía cinco años, mientras veía el sol salir de las montañas, con esos ojos que penetran curiosidad y el silencio de pensamientos profundos.
A mí me parece más difícil descifrar qué hay detrás de tu mirada.
Quizá porque lo que existe después del horizonte, eres tú.
El horizonte es el límite visual de la superficie terrestre, donde parecen juntarse el cielo y la tierra. Qué conmovedor que para tu imaginación nunca fue suficiente ni el cielo ni la tierra.
Trato de contestarte esta pregunta —que ni siquiera me hiciste a mí— diecisiete años después.
Durante mucho tiempo el horizonte fue crucial para la supervivencia. Por ejemplo, los marineros que no veían el horizonte podían morir dentro del mar. Esto se debía a que determinaba el máximo alcance de visión, lo cual era fundamental para la comunicación y tenía implicaciones directas en la seguridad y la transmisión de información.
Con el avance de la tecnología, como la radio y el telégrafo, esta importancia disminuyó. Sin embargo, incluso en la era moderna, especialmente en la aviación bajo reglas de vuelo visual, los pilotos todavía utilizan la relación visual entre el morro de la aeronave y el horizonte para controlar el avión, una técnica conocida como altitud de vuelo. Esto les ayuda a mantener la orientación espacial y a controlar de manera efectiva el vuelo.
Por eso cuando decimos que perdimos el horizonte nos referimos a que no sabemos a dónde ir, a que estamos perdidos, a que existe un riesgo de no sobrevivir.
Cuando yo perdí mi horizonte tú me hiciste encontrarlo otra vez. Esa mirada curiosa que busca preguntas y respuestas en cada rincón de pronto no necesitaba preguntarme nada.
Un abrazo, y ya está. “Te quiero, y aquí estoy y ya está”.
Porque hay horizontes tan visibles para otros cuando todo se nos nubla que son imperceptibles ante los ojos de quien está llorando.
Tengo el corazón conmovido porque existes en él aunque te fueras.
Este horizonte en el que existo en el presente no limita con tu espacio. Y aún así esa gravedad que me mantiene con los pies en la tierra lleva pedacitos de tu nombre. Esos lugares que llenaste con tu ausencia se ocuparon de horizontes en los que no estás pero también en los que vuelves. Esa tu ausencia —que parecía tan tuya— en realidad es mía. Y para que yo no me hunda nunca más en un mar de dolor, mi horizonte me recuerda que eso que hay detrás del dolor son todas las personas que te muestran nuevos horizontes.
Cada une tendrá el suyo, así como las trincheras. Lo que intento decirle a Santiago, de una manera tan revuelta como los duelos que traigo cargando en la espalda, es que eso que hay después del horizonte eres tú: Santiago,
Ernesto,
Jimena,
Bruno, ¿pirata?
Los planes que sí se concretaron, los momentos que nadie nos va a poder arrebatar, aunque quisieran-¿quisiéramos?
Ayer dijiste que pensar en que yo te quiero es motivo suficiente para ser feliz, pues eso, eso es lo que hay después del horizonte.
Que ese momento donde parece que se juntan el cielo y la tierra, son nuestros recuerdos enseñándonos el camino para volver.
El cielo y la tierra se juntan.
Tú te juntas con mi presente,
y el pasado se ensucia con el presente en el que no existes pero todavía te quiero.
Pero no se juntan, sólo parece.
Recordar: volver a pasar por el corazón y en ese pasado que pasa y pisa el presente encontrar el horizonte atravesando lo que antes había.
Eso es lo que hay después del horizonte.