diciembre 22, 2022

No hay mucho que contar

By In Ensayos

Realmente el tiempo va rápido, me doy cuenta por lo que ha pasado desde que te fuiste. Sé que te interesaría saberlo, pero nunca estaré segura si llegan a ti tantas noticias, ni siquiera las malas que viajan pronto y se tergiversan como tu recuerdo. Aún así voy a contarte y si quieres contestar espero verte en algún momento, aunque no pronto.

Son tres años sin ti y cada viaje que hago ya no va acompañado de tu voz en mi mente al decirme que carretera tomar, qué restaurante te dio la mejor comida de tu vida o a donde no volverías por su terrible clima que no se compara con el norte y su calor que tanto te gustaba. No te escucharé, pero pienso que a dónde quiera que vaya en el país tú estuviste ahí, y aún me falta mucho por recorrer para poder tener las experiencias que platicabas una y otra vez, que daría mi vida por volver a saber, que te pido perdón si he llegado a olvidar varias.

Me partió el alma que no pudieras ir a mi graduación, te fuiste meses antes. Me puse un vestido guinda y creo que nunca te pregunté tu color favorito. Bailé hasta que los zapatos se quedaron marcados en mis pies, no quiero volver a usar tacones, me hubieras visto tan alta y yo a ti tan feliz. Era tu orgullo saber que cada uno de tus hijos y nietos pudimos estudiar , que el salirte de primaria para subirte a un tráiler a trabajar había valido la pena, que cada día que cargabas con fruta, tus hijos cargaban sus libros y así tus nietos podrían cargar en alto sus títulos. 

No te sorprendería, pero tengo tiempo en las filas del empleo arduo y poca paga. Tú más que nadie entendería el cansancio de la espalda tras horas de estar sentado, pensando si lo que haces es importante, no sólo para tu familia, sino para los demás o para ti mismo. Levantarte cada mañana reflexionando mientras manejas, esperando que haya una alternativa, un cambio en el camino y un nuevo destino que pausa el tiempo, que aleja tanto el futuro que ni siquiera puedes pensarlo. No me malentiendas, soy plena y feliz, pero sin imaginación sería muy aburrido vivir.

Intento comunicar a quien sea que le interese mi opinión, ya sea información correcta, sentimientos resguardados o lo que voy aprendiendo ¿estarías orgulloso de eso? Me decías que superaría a mi papá, que él me enseñaría mucho más y sería una periodista excelente. Veo a la lejanía nuestro sueño y temo acercarme por qué nunca podré despertarte para que lo veas. 

Ingenio mexicano

Tu rincón predilecto de la casa rara vez se ocupa, como si te esperara, ahí he dejado muchos suspiros y en cada reunión familiar quisiéramos verte ahí mismo sentado. Se hace un hondo hueco en mi pecho cada que volteó a verlo y no estás ahí, con tu vista puesta en la televisión para soltar un comentario inesperado y que rápidamente te contradecían, porque no tenías razón siempre. Sin embargo, tu terquedad comenzaba y es el rasgo que más he identificado en nosotros, no nos sacan de nuestra opinión, abrazamos otras ideas, con duda, porque en el fondo creemos estar en lo correcto. Esa tele y muchas de la familia siguen postradas en las bases que hiciste para que no gastáramos, para qué comprar si tú podías hacerlo, ahora nadie puede.

Hace poco pasé por donde me enseñaste a manejar. Me di cuenta que tú me encaminaste en la vida, con las orejitas de Mickey Mouse me dijiste como abrocharme las agujetas, con tu bici anduviste a nuestro lado mientras nos caíamos y aprendimos en las propias y tras el volante impartiste todo tu conocimiento que en cada arranque me acompaña. Sigo con el mismo coche, tal vez ya debería cambiarlo, te prometo que seguirá siendo un estándar por la “diversión” de hacer cambios, “así no te aburres”, decías, aunque era imposible aburrirme en las lecciones por tener que diferenciar “para allá” de “para acá”, siempre pudiste decir derecha o izquierda, pero eso no era divertido, ¿verdad? 

No funcionan las llaves del baño de la casa, cada que batallo con ellas pienso que tú ya hubieras traído tus herramientas, te pondrías la gorra para atrás y nuevamente tendría agua sin problemas, me explicarías qué pegamento, liga, cordón, tuerca u objeto usaste y no entendería nada porque sólo era feliz de contar contigo.

Más de esta Desvelada: Los paisajes en un viaje

Somos muchos Gaytán

Quisiera contarte de cada miembro de la familia, pero esa es su historia, no la mía. De mi parte te podrás dar cuenta que intento ser feliz, que no soy más ni menos que nadie y quererme es un esfuerzo de todos los días, espero llegar a aceptarme al grado de, como tú, usar el mismo estilo de ropa siempre y que los demás piensen lo que quieran.

Lo que sí puedo decirte es que eres bisabuelo otra vez, Elisa es hermosa, sacó los ojitos tristes que tanto nos caracterizan y cuando no la encontramos está en tu cuarto escondida, si su pureza la deja sentir tu presencia yo también me la pasaría ahí.

Sonreías al mencionar a todos los familiares que llevamos el apellido, que venías de una familia chica, cuatro hermanos que tomaron diferentes caminos y amabas inmensamente. Nosotros nos amamos igual y aunque tuviste casi puras nietas déjame decirte que desde 2021 el apellido materno puede ser el primero, así que puede ser que seamos muchos Gaytán más.

Desde que te fuiste

La sombra más pesada de la vida es cargar con la muerte. Esa sombra terminó por cubrirte cuando se decidió no someterte a ese tubo que más que mantenerte con vida decías que te destruía por dentro. Que aún al sacarlo podías seguir sintiéndolo, que afectó tu voz y ánimo, que te dejó sin conocimiento lejos de casa. Así nos quedamos todos desde que te fuiste, destruidos, nos sacaron el corazón, pero seguíamos sintiendo, sin ánimos, sin voz, sólo lágrimas y nadie quería llegar a casa.

Cada uno fue echando flores en tu ataúd, dejamos nuestra alegría y arrastramos los pies en el panteón porque cómo pesaba el cuerpo al llevarte nuestro espíritu. Desde entonces no he visitado tu tumba, no estás ahí, simplemente no estás ya. Ya no me vas a pasear más en tu moto, ni podré llevarte al cine, no me quedaré más con el cambio cuando me mandes por una Coca, ni saborearemos juntos una nieve de pistache, ya no podré escuchar tu risa, ni sentir tu beso en mi mejilla, me dejaste con puros recuerdos y con eso sigues viviendo.

Estás tan presente que cada cosa que te cuento lleva tu ser, aprendí mucho de ti y soltarte ha sido complicado porque me enseñaste a ser quien soy, he tenido que seguir con fe en que esto ya lo sabes y sonríes por todo lo que siento, porque pensé que dejé mis emociones en el funeral, o cuando un amor fallido me dejó sin explicaciones o cuando me entregaron a mi perrita en una caja, supongo que andará por ahí, a tu lado, eras su única compañía cuando salía de viaje y lo sigues siendo, donde quiera que su esencia haya ido.

Te extrañaré cada día, hasta que sea mi turno de dormir por siempre. Sólo puedo esperar a ver si entre sueños puedo encontrarte, abuelito, y que me des la paz que transmitías al abrazarme.

Leave a Comment