junio 28, 2021

Discapacidad y sexualidad: experiencias LGBTQ+

By In Entrevista

Ivani, Cris, Delta y Frank, gracias por conectarse y abrirse conmigo.

En este audio la autora lee el texto con la finalidad de que pueda ser accesible a personas con discapacidad visual o bien a lectores que prefieren este formato. 👇🔊

Se han llevado a cabo innumerables esfuerzos para visibilizar los retos, derribar narrativas, tabús o dificultades a los que se enfrentan las personas con discapacidad. Es relevante mirar más allá del diagnóstico con el que la persona nace o adquiere, para poder aproximarse a la estrecha relación con los factores y el contexto que muchas veces dificultan e impiden su incorporación y visibilización dentro de la sociedad.

Al hacerlo, poco a poco se consolidan espacios, como pasó este año con la cifra histórica de 78 candidatos con alguna discapacidad para ser electos a un cargo público en México, de los cuales 8 tendrán un asiento en la Cámara de Diputados. Entre acontecimientos que impulsan la inclusión y el espacio que ha brindado la virtualidad para conectar a personas con diversidad funcional, aún faltan grandes progresos para crear un mundo accesible que les tome en cuenta. 

Para seguir trabajando en ello podemos dirigir hacia el olvido el término “discapacitado”, mejor utilizar el término persona con discapacidad o diversidad funcional. Subrayar que la motriz no es la única discapacidad, existen las personas neurodiversas, con discapacidad intelectual o sensorial; desapegarnos de narrativas  inspiracionales, que quieran limitar la diversidad o imponer estereotipos sobre la discapacidad.

Para conversar un poco sobre el estereotipo de la asexualidad, ampliamente normalizado, sostuve cuatro amenas charlas con personas con discapacidad que se identifican dentro del espectro LGBTQ+ para que me contaran un poco sobre cómo viven y experimentan su sexualidad. 

Este texto no tiene la intención de generalizar o retratar con exactitud ningún escenario. La intención con estas páginas es abonar a la conversación y seguir participando en la visibilización de temas en torno a la discapacidad.

Ivani

Ivani aceptó charlar conmigo justo el día de su cumpleaños. Me contó que se convirtió en persona con discapacidad hace cuatro años, rumbo a un voluntariado en Aguascalientes. En este viaje sufrió un accidente automovilístico y la T12 (vértebra) de su columna recibió un fuerte golpe que lo convirtió en usuario permanente de silla de ruedas. 

Lo más difícil para él en este nuevo camino fue aceptar su silla y el hecho de que no es tan autónomo como lo había sido desde los 18 años, pasar del “yo hago todo” a “¿cómo lo hago ahora?”. El primer obstáculo al que se enfrentó: ninguna casa está hecha para personas con discapacidad. “Ninguna” coincidí, pensando en la mía y las que he habitado. 

Descripción accesible: Foto de Ivani sonriendo, usando una playera negra, lentes.

Él se identifica como hombre homosexual desde temprana edad. La comunidad LGBTQ+ fue algo que le resultaba ajeno y más que nada un espacio bonito que percibía iba obteniendo más fuerza, aunque acepta que sí tenía homofobia internalizada porque “las marchas se me hacían muy exhibicionistas o demasiado fuera de lugar… Me mimeticé hasta que me di cuenta que era homofobia internalizada”. Después de convertirse en persona con discapacidad notó que no había representación en la comunidad LGBTQ+. Él lo explica con relación a los estereotipos que existen dentro de la comunidad: “si no las cumples o no llegas a ser atractivo o parte de ella”, no eres incluido.

¿Qué pasa con los estereotipos? ¿Las personas con discapacidad tienen derecho a ser atractivas? ¿Se les permite serlo? Ivani me comentó que su autopercepción cambió, no se sentía atractivo al principio, sobre todo porque perdió “carnita”, me describió que ha sido un proceso “irte acostumbrando a tu nueva forma de verte, te vas gustando… Mostrar mi cuerpo de aquí pa’ca”, señalando su parte superior, y lo que falte por aceptar, trabajarlo y lucirlo.

“Las redes sociales juegan un papel muy importante, los corazoncitos o el fueguito… un poquito de ayuda externa no cae mal”, me confesó después de mencionar que una amiga suya le recomendó subir selfies como parte de su proceso de aceptación. Exponer su cuerpo ha sido una ayuda al tiempo que lo ha enfrentado al miedo internalizado de compartir un cuerpo fuera de la norma, “¿Y si caigo en lo vulgar? ¿en el morbo?”, preferir agarrar la foto “más recatada”, nos generó la pregunta ¿las personas con diversidad funcional pueden subir fotos sexys, eróticas que expresen su sexualidad? El miedo a las reacciones que pueda generar, al rechazo, recibir más comentarios tildándolo de “urgido” han sido factores que han orientado el criterio de Ivani antes de seleccionar una foto para compartirla en redes sociales. ¿Quién nos enseña a navegar por este tema, a reconectar con nuestro erotismo? Nadie. Así como tampoco hay orientación sobre la sexualidad.

“Nos hace falta mucha educación sexual”, compartió Ivani al hablar sobre sus temores respecto a explorar su sexualidad, “con la discapacidad no solo viene el no mover las piernas, si no el control de esfínteres, es más idea mía que experiencia, es ese miedo, tengo miedo de cagarla”, solté la carcajada y nos reímos un rato por su chiste; cuando se acabó la risa continuó el diálogo sobre cómo la asexualización pesa mucho en personas con discapacidad, lo complejo que es conversar estos temas con cuidadores o familia, y aunque no se quedó con ganas de preguntarle al personal de salud, lo único que se le ha comentado es, “aviéntate y hazlo”, no hay manual, no hay referente, así que, por el momento, tendrá que esperar la oportunidad de explorar más su sexualidad, siempre procurando la seguridad de su cuerpo.

Ivani es partidario de denunciar cuando un lugar no es accesible, porque reconoce que los lugares inaccesibles han sido el tipo de discriminación que más le ha afectado y cree que es muy importante alzar la voz y aunque el miedo o el proceso de aceptación puede convertirse en una barrera, las personas con discapacidad tienen que, en medida de sus posibilidades, hacer visibles lo que necesitan y alzar la voz para impulsar la inclusión deseada.

Ivani, les envía este mensaje: “¡Hola a todos! Ser persona con discapacidad y parte de la comunidad LGBTQ+ lo he sentido como un modo de reinvención, pero interno, luchas contra lo que ya conocías, tratas de encajar en algún estereotipo. Pero a veces, pienso también que sólo es dejarte llevar, conocer tu cuerpo, aceptarte, reinventarte y lo más importante: aventarte. Todo con el cuidado necesario”. Ivani radica en Oaxaca y pueden encontrarlo en su fan page Ruédale a la vida o pasen a chulearlo a su Instagram, aquí.

Cris

En Twitter me preguntaron: “¿Estás tomando como discapacidad sólo las discapacidades físicas o incluyes neurodivergencias?”. Una excelente pregunta porque las neurodivergencias necesitan ser más visibles al hablar sobre discapacidad, respondí que sí y justo debajo de esa notificación, encontré el tuit de Cris que decía: 

Me emocioné muchísimo por su “me encantaría hablar”, así que le contacté y franco, directo como demostró en toda la entrevista, dijo: “Me diagnosticaron autismo muy tarde, hace 1 año. Como me diagnosticaron tarde, tuve que procesarlo muy tarde, porque mi mamá no tenía conocimiento. Como nací como mujer todo lo tomaban como ansiedad y depresión”. Me dio el ejemplo de los cines, un espacio al que no podía asistir por los efectos sensoriales que le genera. 

Expresó que vivió rechazo y falta de conexión con “ser mujer” debido a enunciarse como lesbiana, “no cuidarse o verse” como las demás mujeres y por su comportamiento, que hoy puede nombrar con su diagnóstico, las mujeres le masculinizaran y tenían miedo: “Por ser lesbiana y por mi autismo, las mujeres nunca me trataron bien, me tratan como un otro, con asco, con repele”. Sobre espacios como la escuela, me comentó que nunca supo navegar por ella, ni ajustarse, tuvo que ir a cursos extraescolares ya que los sistemas educativos están diseñados solo para gente neurotípica.

Rodeado de estereotipos en torno a su discapacidad, Cris, quién prefiere los pronombres como elle o él y se define como no binario, me platicó que es muy común pensar en las personas autistas como seres sin empatía, pasan por alto la hipersensibilidad y habló sobre el estereotipo más popularizado: “A huevo que tienen que ser inteligentes, tu enfoque/tema especial, son las ciencias y matemáticas”, esta tendencia a ser genios también se cruza con pensar que es una neurodivergencia que solo se presenta en hombres o que los autistas no pueden comunicarse bien, y pasa por alto la diversidad: “No les gusta hablar de funcionalidad, el autismo es un espectro, hay muchos tipos de autistas”.

Lo siguiente en la charla fue hablar sobre la sexualidad, la transfobia y lesbofobia que suele limitarse a pensar que a las mujeres sólo les pueda gustar la vagina y cómo esto reduce la sexualidad en sólo los genitales. Que si “lo lesbiana se escoge”, es una respuesta a “me cansé de los hombres”, Cris hace un llamado a desistir de estas ideas: “No hagan eso compas, no es que -las lesbianas- odien a los hombres, es que no te gusten los hombres sexoafectivamente”. 

En el camino, manifestando sus afectos y preferencias, me compartió que recientemente no ha tenido parejas porque le es difícil comunicarse con personas de forma presencial o virtual, e identifica que generar vínculos le es complejo debido a su discapacidad y aún trabaja en encontrar la manera que más le ajuste para compartir lo que necesita al relacionarse con otras personas. 

Descripción accesible: Foto de Cris con un filtro color rojo, usa una peluca que asemeja un peinado de dos “colitas” a cada lado de la cabeza , su rostro maquillado y usa pestañas postizas muy largas.

Cris vive en Ciudad Victoria y para elle la comunidad LGBTQ+ se componía de: “maricas, trans de la calle que trabajaban, entre nosotros nos ayudábamos. Para mí nunca fue esa comunidad corporativa, éramos el pueblo que te ayudaba”. Mencionó que fue hasta la universidad  y su acercamiento al mundo drag que pudo ser “más de la comunidad”, ello le expuso a más contacto con personas, recursos diferentes, más vivencias. “La comunidad siempre la vi como un hogarsito. Como un lugar de confort. A penas ahora me estoy metiendo más a la comunidad grande”.

Respecto al lesbianismo, nombrarse como no binario ha representado menos dificultades en comparación con su discapacidad, explicar el autismo, la epilepsia u otras características de su neurodivergencia lo ha experimentado “como silencio, como si te agarraran las manos, no tienes cómo explicarlo, comunicarlo, siempre está ahí”.

¿Cuántas personas quedan en aislamiento por no comunicarse en términos “normados”, neurotípicos? ¿Cuáles son las consecuencias de la impotencia?  

Cris, planea asistir al Pride de Monterrey, pero no considera este evento como un espacio accesible para personas con discapacidad, porque desconoce si va a haber un lugar para sillas de ruedas, alejarse del ruido. Asiste consciente, preparado y pensando que hubiera sido bueno contemplar estos ajustes. Desde su perspectiva, piensa que la comunidad LGBTQ+ focaliza la celebración en torno a la sexualidad y no tanto al cuerpo: “Celebrar todo cuerpo y los cuerpos que menos se sienten bonitos son los que debemos de estar celebrando, eso es lo que deberían estar haciendo con la discapacidad”. Algo que ha encontrado al hacer drag, una forma de transformarse y trabajar con lo que no se siente tan a gusto respecto a su cuerpo, el sentirse bello y bien con su autoestima ha sido para elle una forma de: «reclamar el cuerpo como arte. Tú cuerpo es arte y es algo que se debe celebrar”. 

Elle les envía este mensaje: “No importa que tan complicadas sean tus vivencias, no estás solx y eres amade, la vida es complicada y hay que abrazarla”. Puedes encontrarla en twitter y tiktok como Clowdia666.

Frank

Frank se identifica como pansexual, pero llegar a esto fue parte de un proceso que comenzó con identificarse como bisexual, luego homosexual hasta llegar al que hoy le define. Para él, salir del clóset no fue una experiencia traumática, reconoce que aunque fue una experiencia fuerte para su madre, con el tiempo lo comprendió. 

Fue hasta que vivió en Ciudad de México que pudo ir a marchas, siempre de la mano de su amiga Saraí. No recuerda ver personas con discapacidad en las marchas, y considera que la gente puede ser linda, pero aún sentía que “los abrían bien feo”.

Hablamos del cuerpo y cómo él percibe a la comunidad LGBQT+ como una que se centra mucho en la autonomía del cuerpo, y al hacerlo coloca bajo el reflector muchas veces, cuerpos y estereotipos normados de belleza. Una luz que a ojos de Frank, pocas veces ilumina cuerpos con discapacidad dentro del colectivo: “No me siento aceptado, me gustaría que hubiera un icono, bien jotera, como las dragas, lesbianas, que hubiera un referente”, declaró Frank después de hablarme un poco sobre Lupita Kush, drag queen con una discapacidad originaria de Jalisco, y posible participante de la nueva temporada de La Más Draga, quien representa un importantísimo paso para la inclusión que se debe continuar fomentando.

La falta de representación, las narrativas y estereotipos hacen que la sexualidad de personas con discapacidad pareciera algo pasa directamente a la omisión. Al respecto, Frank compartió que le han hecho una de las preguntas más comunes hacia personas que usan sillas de ruedas: “¿cómo le haces?, si seguro ya no te funciona” a lo que le gusta responder con picardía: “Pues averígualo, hay otras cosas que puedes descubrir, no sabes qué puedo hacer”. Esta parte le llevó a compartir la generalización en torno a la sensibilidad que pueden o no experimentar personas con discapacidad motriz, lo cual provoca que se torne en una experiencia enfocada en genitales, posiciones, “lo que se puede o no hacer” en vez de una experiencia de exploración, disfrute y descubrimiento mutuo. 

Respecto a su discapacidad, Frank decidió afrontarlo como un “volver a nacer”, algo que fue difícil de procesar con todos los cambios que llegaron cuando tenía 20 años. Iba detrás del asiento del copiloto cuando se vio envuelto en un accidente automovilístico: “desde el momento del impacto dejé de sentir mi cuerpo. Nunca me desmayé, nunca dejé de estar consciente”. Un posible estado vegetativo fue el pronóstico, pero el tiempo y los doctores le indicaron el diagnóstico final: paraplejia con espasticidad severa y ataques epilépticos. Todo lo que ha conllevado su diagnóstico, más que afectarle de forma personal, lo llevó a escenarios en la sociedad que sí le han incomodado e incluso lastimado.

Descripción accesible: Foto de Frank en su silla de ruedas color naranja. Está cerca de un poste de luz en la esquina de una calle. Tiene un pantalón azul marino y sudadera gris.

Frank señala que “la discriminación se multiplica” cuando un individuo vive con una discapacidad y nombra preferencias o identidades sexuales fuera de la norma. Coincidió también con otras personas con discapacidad respecto a lo terrible que han sido las narrativas que circulan en la sociedad sobre lo que es vivir con una discapacidad, mitos, estereotipos e imaginarios de telenovela, llorando, sufriendo, que si es castigo divino, etc. En dónde más vivió las consecuencias de estas narrativas prejuiciosas en torno a la discapacidad y sexualidad fue en su último trabajo, uno que tuvo que dejar por acoso laboral de un jefe que asegura, manifestaba actitudes homofóbicas. “Ahí viví la discapacidad. A veces es un reflejo de lo que no pueden ser, es el pinche odio al homosexual y su coraje, a veces el brillar mucho más que ellos. Me dolió muchísimo dejarlo porque esa empresa contaba con toda la accesibilidad”. 

Un momento que marcó su camino pero que no disminuye su enfoque en avanzar con buen humor y una sonrisa porque sabe que es la mejor manera de hacerle frente a caminos agridulces y lleno de ese sentimiento les envía este mensaje: “La discapacidad no es una limitante siempre lo debes tener claro, pero las adversidades de la vida estarán en la sociedad. Pero hay que saber como aceptarnos y ser libres sin importar los criterios, porque luego nos hacemos prisioneros por los pensamientos de otros. Sonríe, la vida es una y tú decides qué tan feliz quieres ser.” Frank, vive con la energía y pasión que muestra en su fan page “Mi vida en silla”: “Si somos libres, ¿qué tan lejos llegaremos?”.

Delta

Delta puede estar en su casa sola todo el día, cocinar, lavar trastes, de todo, pero no puede salir de su casa, pues la infraestructura de su banqueta le dificulta salir con su andador a la calle. Sus músculos no tienen la elasticidad muscular que tiene una persona sin discapacidad y tiene dificultad al mover su brazo y mano izquierda, usa un andador para caminar y ha vivido con parálisis infantil y espasticidad desde su nacimiento.

La parálisis infantil, señaló, carga consigo un estigma muy fuerte: “Muchas veces se piensa que automáticamente lleva a una discapacidad intelectual”, estereotipo que le fue recordado constantemente después de que se incorporara a escuelas regulares por decisión de sus padres. Escuchó en repetidas ocasiones el insulto “niña teletón”, mencionó la secundaria y prepa como sus etapas más duras porque evadía el tema, prefería esconder e inventar historias que justificaran su diversidad en vez de nombrarla. Entre todo esto y vivir rodeada de personas sin discapacidad, no se pudo asumir como tal hasta hace apenas cinco años que comenzó a acercarse al tema. Me habló de lo difícil que le ha sido por la falta de accesibilidad, desplazarse y cómo ha sido testigo de este “doble o triple esfuerzo por encajar” que realizan personas con discapacidad ante la falta de adecuaciones para moverse libremente, algo que le ha hecho pensar: “Mientras más vas creciendo, vas siendo más invisible”.

De otras invisibilizaciones que conversamos fue sobre la bisexualidad, una orientación que desde la experiencia de Delta está sujeta a un juicio constante: “no estoy en ningún lado, ni lo suficiente heterosexual, ni lo suficiente LGBTQ”. La heteronorma más un enfoque religioso en su infancia le crearon lesbofobia interiorizada que se reforzaba con la idea de: “igual y no me gustan las mujeres, solo sexualizarlas porque los hombres lo hacen. Estaba mintiendo, soy heteroflexible”. Concluyó con el tiempo que a una mujer que no le gustan las mujeres no se sentirá atraída bajo ninguna circunstancia a ellas, y su realidad es otra. Y a pesar de que las personas pudieran estar en un proceso de deconstrucción o definir su orientación, Delta identifica que para la comunidad, la bisexualidad suele recibir una invisibilización fuerte, “porque eres lesbiana y no puedes decirlo o eres heterosexual y quieres ser el centro de atención”. 

Además de esta particularidad, menciona que la falta de representación de personas con discapacidad dentro del colectivo, se debe a dos factores: “Las personas con discapacidad ni siquiera figuramos, porque por falta de accesibilidad no asistimos a las marchas, y está la otra invisibilización de la sexualidad: todos somos asexuales, niños eternos y angelitos”, me comentó.

Sujeta a narrativas discriminatorias en torno a su preferencia sexual, diagnóstico, discapacidad, intentando conocer más a una comunidad que pone “el foco de atención en hombres-cis-gay”, Delta ha vivido todos los procesos que ahora le ayudan a definirse como persona con discapacidad y bisexual sin dejar de lado que aún hay muchas acciones por realizar para repensar el cómo personas como ella puedan ser escuchadas, o incorporadas a los movimientos; sobre esto, me habló un poco del impacto que le generó el conocer a Irina Layevska, activista trans con discapacidad que lucha contra la discriminación desde los años ochenta y quien es candidata a presidir el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), de hecho Delta cree que, “no es lo que te marca más, las diferencias, lo que decide a dónde perteneces, son las acciones”. 

Descripción accesible: Foto de Delta, , tiene lentes en forma de gota con armazón delgado, sus ojos están delineados de color negro y usa una sudadera color negro.

Hija de padres abiertos y madre psicóloga con perspectiva de género, el clóset LGBTQ+ no fue uno del que tuvo que salir, pero compartir sobre su discapacidad es algo que aún maneja con temor: “todavía me da un poco de miedo tener que decir: parálisis cerebral infantil, les cambia la idea de quién soy por los estereotipos. Sí se me ha dificultado salir del clóset de la discapacidad, si se vive en un closet es porque todas estas identidades resultan problemáticas para la cis-heteronorma-sin discapacidad-colonialistas. Para mí es importante nombrar las cosas, yo hablo desde mi experiencia, al final cada quién lleva su lucha como mejor le convenga, hay que escuchar a otras personas, visibilizar en la medida de lo posible y no meterme en rollos que coarten los derechos de otras personas”. 

Delta tiene 27 años, estudió psicología en la UNAM y colabora para la Fundación para la Inclusión y Desarrollo de Personas con Discapacidad, A. C. (FINDEDIS) ,y les envía este mensaje: “Debemos dejar de hablar de la discapacidad en términos de funcionalidad y comenzar a verlo como un espectro. Cada une de nosotres tenemos diferentes vivencias y habilidades. Ver a la discapacidad de una forma lineal no sólo invisibiliza nuestras vivencias, sino que también limita nuestra accesibilidad en la sociedad”.

Estas charlas describen escenarios comunes para las personas con discapacidad, el miedo, discriminación, rechazo, imposición de estereotipos y prejuicios sobre realidades ajenas que solo nos priva de la diversidad; también hablaron de procesos, de aceptación, de amor, de celebrar los cuerpos distintos y el placer que guarda tanto el cuerpo como la vida cuando abrazas tu forma de percibirla. Coinciden en la importancia de alzar la voz, hablar y compartir es un acto de revelación porque al hacerse visible, te rebelas y haces frente a las normas establecidas, nombrándote, declaras tu existencia, y con ello demandas tu derecho a ser escuchado, a reclamar tus derechos. Ser diferente puede generar impotencia por no poder comunicarse, compartir tu sentir, pensar, el sentirse fuera o imposibilitado para unirte a los demás, pero, ceder a la norma es silencio, representa una comodidad para aquellos que se niegan a aceptar la diversidad y cuyos esfuerzos se encuentran en invisibilizar el poder que surge cuando las diferencias dejan de ser motivo de separación, y convergen como un poderoso punto de unión.

 Hablemos.

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