abril 26, 2021

El Jaguar

By In Enigmas

Quinto códice.

Llegó el jaguar al cerro de los venados, después de caminar por el sendero que recorren las almas de los seres para volver al núcleo, caminó sin descanso por más de trece lunas llenas, hasta llegar a la falda del cerro, y ahí estaba el cuervo, custodio del sendero que llega hasta la cima. El jaguar se inclinó ante el guardián para solicitar el paso. El cuervo extendió sus alas para contestar el saludo.

—Nadie puede subir al cerro de los venados, nadie conocerá el secreto de las alturas, ¡este es el final del camino! Solo el alma puede ver el sendero que lleva hasta la cima, entre las yerbas y los hongos sagrados. Solo el alma puede conocer donde nacen los luceros y mueren las estrellas. Eres el rey del palacio que domina el valle, solo eres carne y sangre como la criatura más humilde del valle.

Encolerizado, el jaguar arrancó con sus fuertes garras la cabeza del cuervo y devoró la carne de su cuerpo con sus afilados colmillos, destrozó también el mezquite que era la morada del guardián, y no descansó hasta romper todas las ramas y sacar de la tierra todas las raíces. Cuando terminó observó entre los escombros un pequeño brillo: el tesoro del guardián estaba enterrado: un pequeño espejo de plata. Lo tomó con cuidado y lo guardó dentro de su armadura de jade.

Con una fuerza sobrenatural corrió para alcanzar la cima, se sentía fuerte, poderoso, no tenía ninguna duda de que al terminar con el guardián pronto alcanzaría su meta, pero al pasar varias lunas su fuerza empezó a menguar, el cerro que de lejos parecía verde y lleno de vida, ahora solo le mostraba piedras calientes por el sol, ni un conejo o tlacuache podía verse, nada que lo pudiera alimentar. Cansado, se desplomó bajo la sombra de una gran roca, recordando las palabras del cuervo: “solo el alma”, pensaba para sus adentros. 

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Con desgano, sacó de su armadura el espejo de su armadura, en el reflejo observó una habitación: la sala del trono de su palacio, se reconoció de inmediato: vestido con gran realeza sobre un trono hecho con los cráneos de sus enemigos, y entendió que debía regresar al valle.

Grandes fiestas y banquetes se ofrecieron por su regreso, cuando al fin el hambre desapareció, el jaguar entró en su habitación y a solas el espejo le mostró una habitación donde algunos de su corte discutían mientras él buscaba la cima del cerro. ¿Quién sería rey si no regresaba? En un banquete con su corte, el jaguar devoró uno a uno a los conspiradores que el espejo le reveló. Y sus cráneos fueron colocados a los pies del trono.

Cada vez que el jaguar consultaba el espejo de plata, éste le mostraba alguna habitación y cada acto que resultaba de esta consulta aumentaba su poder: la muerte del supremo sacerdote, el ocultamiento de los códices, el derrumbamiento de la puerta del templo y un sinnúmero de acciones, todo lo vio en el espejo.

Un día, en el espejo estaba una habitación de otro palacio, árboles extraños podían verse en sus grandes ventanales, no reconoció ningún elemento del valle, mas sobre el trono estaba él mismo, glorioso, con una espada de trece puntas de obsidiana. Entendió que ahora no solo sería el rey del valle sino de otro reino, ahora sería un conquistador de tierras y reinos lejanos. 

Durmió esa noche soñando en construir el más grande ejército de la historia, un ejército digno de su grandeza.

Al despertar observó de nuevo el espejo y otra habitación le fue revelada, y cada vez que consultaba el artefacto aparecía una nueva habitación, un nuevo reino, un nuevo trono.Soñó entonces que era inmortal, y que en esa vida infinita conquistaba valles, reinos, que era un dios y todas las criaturas le temían y adoraban.El sueño era tan real como sus colmillos, como el espejo mismo y tan infinito como su vida.

Despertó y de inmediato acercó el espejo a su cara y vio su imagen tal cual era, sus colmillos a punto de caer, su vida escapándose por los ojos sin brillo, deseó que en ese momento el espejo le revelara los infinitos reinos, pero solo veía un jaguar débil y viejo, un ser que acarició el sueño de la inmortalidad y despertó perdido en un tiempo de sueños y ensoñaciones. 

Escuchó el fuerte rugido de un jaguar, alcanzó a decir: “¡carne y sangre!”, antes de que le arrancaran la cabeza y los colmillos para colocarlos en la cabeza del nuevo rey.    

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