febrero 12, 2021

La última vez

By In San Valentín

Por: Fanny Castillo

Volver a escribir sobre ti, sobre nuestro amor, volver a repetir las sensaciones, revivir los recuerdos; en mis suposiciones y esperanzas, ésta es la última vez que deseo hacerlo.

Nos conocimos por casualidades de la vida, sorprendidas de que hubieras vivido tan cerca de mí durante tantos años y nunca habernos encontrado, ilusas creímos que era obra del destino, que quizá los astros se habían alineado para hacernos coincidir en la misma fiesta, con los mismos amigos.

Me enamoré de ti poco a poco, fui colocando en cada momento compartido la esperanza de que eras tú, la idea de que el amor de mi vida había llegado me fue cegando de todas las señales de alarma; quería creer, quería creerte, quería creernos.

Sin darme cuenta el mundo comenzó a girar alrededor de ti, de tu compañía, de tus besos, de tu aprobación. Cuando la vida se volvió difícil para mí parecías ser la única que me entendía, la única persona que me apoyaba… Hoy, a la distancia de siete años, entiendo que yo me convertí en tu sombra, porque ahí, justo detrás de ti, es donde te sentías mejor al verme.

Tus caricias, tus besos, tu compañía, tenían una condición: ser siempre inferior a ti. Ingenua, pensaba que una mujer no podía violentarme, que tú eras mi igual, en mi mente entendías mis problemas porque ambas los vivíamos, todo eso hasta el momento en que el primer golpe llegó a mi rostro.

El mundo colapsó, tú ya no eras mi lugar seguro, tus brazos que un día fueran refugio se convirtieron en prisión y verdugo, a partir de entonces no hubo paz.

Pasaron los años, no entendía cómo era posible amarte y al mismo tiempo desear escapar de ti, pero estaba ahí, permanecía a tu lado volviéndome cada vez más pequeña, más invisible.

Foto de burak kostak en Pexels

Cuando la muerte se apareció en mi vida para llevarse al ser que más amaba, creí en tus palabras, quise que fueras refugio nuevamente, quise que todo tuviera sentido al menos una vez.

No lo tuvo.

Hundida en una depresión severa y después de un intento de suicidio tu amor no me salvaba, parecía ahogarme cada vez más, siempre intentando agradarte, siempre buscando que me amaras, que entendieras un poco, que permanecieras.

De pronto un día la noticia llegó: lo habías decidido, ya no serías más ella, ahora serías él, la persona que siempre sentiste que debiste ser.

El mundo volvió a dar un giro, de un momento a otro me encontraba luchando contra mi propia ideología, incluso te atreviste a cuestionar mi orientación sexual y yo lo permití.

Muchas veces te lo dije: yo no tenía miedo de que transicionaras, no tenía miedo del cambio, le temía al hombre en el que te convertirías, sin embargo, nunca entendí que siempre habías sido ese hombre, siempre habías existido de esa manera, sólo con otro nombre.

Comencé a dirigirme a ti cómo lo habías pedido, hubo un esfuerzo constante para entenderte, apoyarte y ser sostén como creía que tú lo habías sido conmigo; recién leí una publicación tuya donde me acusas de abandonarte, de no haberte amado y aceptado tal cual eras, es increíble saber que donde hubo tanto amor, al menos de mi parte, ahora exista tanto rencor.

Usaré este espacio para decir que no me fui de tu lado por transfobia, me fui porque el recuerdo de tus manos en mi cuello, presionando sin dejarme respirar en la última pelea, me hizo entender que si no escapaba de ahí quizá uno de los dos terminaría muerto y no quería ser yo.

Escapé, me alejé de la ciudad que me vio crecer, de mis amigas, de mi mundo conocido, migré a un sitio donde tú no estuvieras, donde el deseo de volver contigo resultara imposible y mi dependencia hacia ti no me hiciera regresar, me sentía tan débil, tan vulnerable.

Me da gusto decir que recibí amor, que tuve apoyo, que con un buen psiquiatra, una psicóloga y muchas mujeres acompañándome pude poco a poco romper nuestro círculo de violencia, pude verte cómo eras y finalmente también pude verme a mí; no tienes una idea de lo esperanzador que fue volverme a mirar bonita, inteligente, fuerte y capaz, volver a retomar el control de mi vida.

Aún hoy no puedo desearte amor y cosas bellas, me he enterado que después de casi un año separado de mí sigues odiándome y haciendo que otras me odien, pero ¿sabes? He decidido sanar y sólo espero que sea la misma vida que se encargó de unirnos la que nos haga justicia, la que le otorgue a cada quien lo que le corresponde.

Por fin te he dejado ir, ahora, por favor no vuelvas.

Leave a Comment