febrero 13, 2023

El interés desinteresado

By In San Valentín

Me veía al espejo, portaba el atuendo más bonito que tengo, mi look de la segunda cita, justo para escuchar el color favorito, pasatiempos y qué odia de su trabajo una nueva persona. ¿Realmente le interesa lo que traigo puesto, lo que digo, cómo evito hacer contacto visual para no provocar más nervios? Imagino que sí, sino no estaríamos aquí, sin embargo, a las semanas o meses se volverá cortante y mi cerebro resonará con suposiciones que solo apagan mi interés y parece que reaniman el de él. 

Quisiera que hubiera sido un suceso de una sola vez en la vida, pero ha pasado tanto, incluso es la situación actual de muchas personas. Terminas viéndote al espejo, ahora solo con ropa interior, pensando: ¿qué me falta? ¿Qué hice?

En mi última sesión de terapia (hasta ahora) me dijeron que tenía claro quién era, qué quería y hacia dónde iba, sólo me faltaba saber con quien compartirlo, porque para mí el contar con una pareja es importante. Deseo de hija de padres divorciados. Cuando recuerdo a mis padres felices siendo pareja es porque me traslado al álbum, no a mi mente porque ahí no hay nada, en fotos se congelaron varios momentos de vacaciones y su matrimonio parece sólido. Una ilusión. Yo no voy a vivir de ilusiones.

Más de esta desvelada: Casi algo que duele en casi todo

Teniendo muy en cuenta mi persona llegó el momento de escoger mejor, pero me retiré de muchas salidas sociales, debido a la terrible angustia de compararme al escuchar sus vidas perfectas, entonces ¿dónde encontrar a alguien? A punto de descargar aplicaciones de citas y hundirme en el mar de la selección por algoritmo, sonó una notificación y no podía creer volver a ver ese nombre. Hacía frío y el pretexto ideal fue invitarme por un café, en la estación o clima que sea el café siempre será una buena idea, por lo que accedí y ojalá todo hubiera acabado esa noche

Foto de Juan Pablo Serrano Arenas en Pexels

Siguieron muchas pláticas con lapsos de minutos entre contestación, me iba mostrando como soy y pensaba que él hacía lo mismo, aunque le fue pesando esa máscara, hasta que le cayó en las manos, no le permitió contestar mensajes y ni la cabeza podía levantar para verme. Su naturalidad era ver al suelo porque pensaba que ahí pertenecía.

A pesar de eso le di otra oportunidad. Más que conversaciones comenzamos a vernos y cuando estábamos juntos todo estaba bien, era la única persona que le caía bien y volver a salir era un hecho. Me dejaba en casa y todo cambiaba, pero no me daba cuenta, no hasta que en el celular transcurrían las horas y revisaba por si llegaba un mensaje suyo. Esa desesperación de mi parte no me cuadraba porque no necesitaba estar con él, solo quería estarlo, ¿acaso él no?

Perdimos comunicación, mensajes cada vez más tardíos y genéricos, lo vi con otra chica y volví a estar frente al espejo: ¿qué me falta? ¿Qué hice?

Volví al hecho de que no lo conocía, no tal cual, se alejó y desde ahí no podía entenderlo. A la única persona que podía analizar era a misma y me sentía en paz porque di lo que pude con lo que tuve, si me hubiera dado la oportunidad lo hubiera sorprendido, pero a él no le interesaba esa oportunidad.

Foto de Dương Nhân en Pexels

Iba saliendo del trabajo y llegó una notificación, un nombre que no conocía, pero al ver su perfil recordé cuando lo vi por primera vez, solo entablamos dos palabras de presentación y ahora quería seguir platicando. Ojalá nunca terminemos de hablar. 

Nunca había sonado tan clara la frase: “nunca serás suficiente para alguien que no sabe lo que quiere” por que no había sido todo lo que alguien quiere. Vi que el valor le pertenece a quien dedica no a quien no lo valora. 

No importa si se besan en la primera cita, si tienen relaciones en la segunda, si te presenta a sus amigos, si te habla diario o tarda en contestar, si te toma de la mano mientras caminan, si te compra flores o si halaga todo el tiempo, ningún detalle importa si no hay interés real. No interés desinteresado, aquel que solo se demuestra en lo que se cumple un objetivo, el que sale despavorido en pláticas serias y se esconde en el “estamos saliendo, dejemos que fluya”. 

Se dicen muchos ejemplos como: “que pague la cuenta, te abra la puerta o recuerde que te gusta es lo mínimo”, no lo es. Todas esas acciones de atracción no pueden medirse entre mínimos y máximos porque no se debe ver a todos por igual. No es un género, una edad o un signo zodiacal, es una persona con ideologías, sentimientos y valores. Todo lo “máximo” y “mínimo” lo han hecho sujetos que al mostrar mis emociones se fueron, porque era un interés desinteresado, no un interés genuino en conocerme. No sabían lo que querían y les da miedo cuando se topan con alguien que sí está segura. Lo importante es identificar la diferencia.

A quien le importes te va a dar todo lo que esté a su alcance y posibilidad hoy, mañana y siempre. Cariño le sobra y aunque el tiempo no, quiere pasarlo contigo. No hay miedo a ser “intenso” porque quiere hablar de lo que quiere y te unas a ello si también lo deseas.

Los “casi algo”, “softboy” o como quieras llamarlos duelen mucho porque no se pone un límite, confunden por su “amor” chiquito y desconcierta su falta de sinceridad. Esta es la historia de algunos de ellos, que ya no lastiman, solo dan risa.

Foto de vjapratama en Pexels

Leave a Comment