Hace unas semanas, mientras navegaba en Twitter, me encontré con una discusión entre dos personas del mundo de la narración deportiva, que saltó del plano profesional al personal. Los involucrados fueron la periodista deportiva Marion Reimers y el columnista Joshúa Maya.
La discusión giraba en torno a que Maya redactó en un tuit su disgusto porque en los dos canales deportivos de la cadena Fox Sports estuviera narrando la misma persona: Reimers; en un tono sarcástico dijo que incluso el sonido ambiente hubiese estado mejor. Ante el tuit anterior, la periodista no respondió nada, pero de nueva cuenta apareció el columnista para arrobarla en una publicación en la que mostraba que Reimers lo había bloqueado; hizo alarde de que ni la conocía, ni la seguía, ni la leía. Ante esto, tampoco hubo contestación; sin embargo, no conforme, decidió responder el tuit de un seguidor suyo, que preguntaba ¿Qué es una LaReimers? A lo que Joshúa Amaya respondió: una feminazi. Ante esto, Marion Reimers decidió responder con la siguiente información:
Además de la ofensa, el columnista se enorgulleció de haber creado controversia en redes, sin importarle que lo hiciera a costa de ofensas a alguien que en ningún momento opinó sobre él. Posteriormente, la periodista pidió a Récord, empresa en la que laboraba Maya, no ignorar las ofensas de un colaborador porque eso sólo mostraba respaldo ante expresiones misóginas y machistas. La empresa respondió con la baja de Joshúa Amaya, quien después de disculparse continúo aludiendo a la periodista con un nuevo tuit en el que subía una foto de Marion Reimers en la que portaba una camisa con la leyenda feminazi, para decir que sólo repitió lo que ella portaba en la camisa, lo que permite ver que las disculpas no fueron sinceras.
El suceso pudo haber pasado desapercibido como una discusión más en las redes; sin embargo, el trasfondo detrás de esta situación nos muestra el enorme camino que nos falta por recorrer en temas de género. Habrá quienes respalden la postura de Maya como libertad de expresión y le crean la excusa de que sus comentarios nada tienen que ver con temáticas de género, pero a continuación presento algunas consideraciones que permiten entender el suceso descrito como un problema social mucho más complejo de lo que parece.
Iguales en la teoría, desiguales en la práctica
En la teoría, la diferencia entre los sexos, no implica desigualdad legal; sin embargo, desde el principio de la humanidad, el hombre tomó el poder y se erigió como modelo de lo humano, lo que derivó, y deriva aún, en un perjuicio para las mujeres (Fracio, Fries, 2005, p. 259). Estas desventajas son difíciles de erradicar, cuando se encuentran enraizadas ideológicamente en las sociedades. Ahora bien, ¿qué entendemos por ideología? “Una ideología es un sistema de creencias que orienta a las personas hacia una manera concreta de entender y valorar el mundo; proporciona una base para la evaluación de conductas” (2005, p. 260). Con referencia a las ideologías patriarcales, además de marcar la diferenciación entre hombres y mujeres, designa roles en apariencia naturales y permite el status quo del dominante. (2005, p. 260). En otras palabras, lo anterior nos permite vislumbrar lo estático que puede tornarse una ideología y lo sencillo que ha sido hacernos creer que ciertas situaciones o comportamientos son así, porque es lo natural. En el caso de los deportes, y en particular el fútbol, ha sido un espacio dominado por hombres, sobre todo en México, en donde a la infancia masculina se les suele regalar balones para patear a la par que aprenden a caminar, no siendo así para la infancia femenina a quien se le compran muñecas o platitos que además de ser juguetes la predisponen a roles en su vida adulta. A nivel profesional, el balón pie es administrado, narrado y ejecutado por una aplastante mayoría masculina. Con base en esto, no es extraño que cuando una mujer quiera ingresar a un espacio, en apariencia masculino, no sea bien recibida, o que se cuestione su capacidad para dominar temas que no son su “área de conocimiento”. Marion Reimers es incómoda porque está inmersa en un mundo en el que las mujeres, hasta hace no mucho, sólo figuran como elementos de decoración, o presentadoras de cápsulas breves. Marion narra partidos de fútbol y eso no es del agrado del público masculino porque atenta contra el status quo del dominante. Además de que rompe con lo establecido.
Joshúa Maya representa a todo un sistema que se empecina en minimizar los logros y acciones femeninas para invalidarlas, ya que sus acciones encajan con los tres elementos que Janet Saltzam (1992) propone como acciones que buscan la inferiorización de la mujer, si bien cada cultura tiene sus particularidades es posible observar lo siguiente:
- Una ideología y su expresión en el lenguaje, que devalúa abiertamente a las mujeres, al darle a sus roles, acciones y entorno, menos reconocimiento y/o poder el que se da a los hombres. Esta premisa es aplicable en el momento en el que Maya se queja de que Marion Reimers esté narrando en los dos canales de televisión, ya que en lugar de reconocer una participación tan amplia en el mundo deportivo, minimizó su trabajo, reduciéndolo a una mala narración y decidió ofenderla explícitamente en redes sociales al llamarla feminazi. Concepto que no sólo inferioriza la labor que Reimers realiza como activista, y abiertamente feminista, sino que minoriza todo el movimiento que lucha y aboga por la igualdad de las mujeres a nivel social.
- Significados negativos aplicados a las mujeres y sus acciones, a través de hechos simbólicos. El hecho de Joshúa Amaya se sintiera con la autoridad de exponer y ofender el trabajo y persona de Marion Reimers, a fin de disfrazarlo como libertad de opinión, hace que los seguidores del narrador deportivo guarden en su imaginario, la idea de que el trabajo de Reimers no es tan bueno, porque está siendo criticado por una persona inmersa en el medio, con aparente preparación. El conflicto se convierte en un hecho simbólico, que inmediatamente pone en duda la calidad del trabajo que Reimers realiza como periodista deportiva, cuando esto no es correcto, puesto que ha ganado reconocimientos oficiales por su trabajo.
- Estructuras que excluyen a las mujeres de la participación de esos espacios. La actitud y postura de Maya, lejos de propiciar el acercamiento de futuras periodistas deportivas en esta área, propicia la exclusión. Basta con ingresar al timeline del narrador para poder observar una cuenta con más de doscientos mil seguidores, muchos de los cuales le apoyan y atacan a Reimers, bajo una falsa premisa de que su trabajo no es tan bueno, cuando la carrera de Reimers dice lo contrario.
Como último punto, les dejo algunos datos biográficos sobre Reimers y Maya, que nos permiten avizorar sus trayectorias en el mundo deportivo, así como vislumbrar que, aunque ambos se dedican a dialogar sobre deportes, hay una evidente desigualdad a la hora de recibir críticas.
La trayectoria de Reimers
Marion Reimers es una periodista deportiva que comenzó a ser conocida cuando ingresó a la cadena televisiva Fox Sports y se ganó un lugar como comentarista en el año 2008, tiene una licenciatura en comunicación y una maestría en periodismo cursada en Argentina. Tiene un premio otorgado por el Instituto Superior de Periodismo Deportivo de Buenos Aires, como “revelación femenina en el periodismo deportivo de Buenos Aires”.
En el año 2015 se convirtió en la primera mujer en ser nominada a los Emmy deportivos y en el año 2019 fue la primera mujer que narró una final de la Champions League.
Es feminista y creadora de la ONG Versus, un organismo que busca erradicar la discriminación de género, clase y raza en el mundo deportivo. Se le critica por estar inmersa en un mundo abiertamente misógino, ya que no es congruente, pero considero que luchar desde adentro, inmersa en los actos que busca erradicar, es la forma más congruente que existe de ganar una de muchas luchas rumbo a la equidad.
¿Quién es Maya, el columnista?
Joshúa Maya se dedicaba a las ventas antes de ingresar al mundo deportivo. En palabras suyas, tenía el sueño de ser comentarista deportivo, así que decidió crear una cuenta de Twitter para escribir sobre deportes, pero con un toque diferente; fue en este medio donde le llegó la oportunidad de trabajar en Medio Tiempo como columnista y tiempo después comenzó a trabajar en Récord. Actualmente trabaja para un programa de radio en Claro Sports y en su cuenta de Twitter aparece la leyenda: “no soy periodista”.
Le dejo al lector la última palabra, pero concluyo este texto, con la certeza de que las redes sociales dan la apariencia de que estamos avanzando en temas de género, por el hecho de poner el tema sobre la mesa; sin embargo, si bien representa un avance, porque el feminismo cada día amplía sus horizontes y nos permite la toma de conciencia, nos falta camino por recorrer. Creer que los hombres y las mujeres nos encontramos en igualdad de condiciones es la gran falacia del mundo moderno.