junio 22, 2022

Perdón, no me prenden tus nudes

By In Ensayos

Por: Arleth García 

De niña sentía curiosidad por los temas sexuales, aunque de grande descubrí que soy demisexual. Fue por una escena que vi de dos mujeres y un hombre tomando champagne en un jacuzzi. Lo asocié como un ideal romántico que me propuse replicar hasta que vi, en el programa de”1000 maneras de morir”, a una joven que sufrió un paro cardiaco por las burbujas del jacuzzi que entraron en su sistema al tener relaciones. Ese fue mi primer golpe ante la realidad de lo que nos hacen creer sobre los encuentros sexuales.

La curiosidad siguió en mi adolescencia, donde sólo consumía contenido en libros, películas o canciones con enfoque erótico, intentando entender qué había de malo en mí y por qué no sentía nada al imaginar las escenas de sexo. Sentía presión de ser la única de mis amigas que a los trece años no había besado o tenido pareja y que a mis dieciséis años no había tenido mi “primera vez”. Así que me obligué a ser “normal” buscando esas experiencias.

Desconocía que mi orientación sexual era en el espectro asexual. La asexualidad es la poca o nula atracción sexual hacia una persona según la Red para la Educación y Visibilidad de la Asexualidad (AVEN). Aunque después descubrí que sí podía llegar a sentir esa atracción si lograba crear un vínculo con una persona. Pero antes de saber esto me vi en situaciones incómodas ante la presión social de experimentar mi sexualidad.

Mi primer novio lo tuve a los catorce años. “P” me esperaba después de clases para acompañarme a casa y nunca pude agarrarle la mano. Lo volví a ver a mis veinte. Nos encontramos durante una semana en su hora de comida. El día de su descanso me invitó a tomar café y terminamos en un hotel de grandes ventanas. Pasamos las cinco horas platicando. Me abrazó mientras esperaba mi transporte, pero yo seguía sintiendo frío.

Conocí a “E” a los dieciséis. En un momento de dejarme llevar, a mis diecinueve años terminamos sentados en el sillón de su casa. Recuerdo su mano en mi trasero, su manera brusca de besar y el alivio de que su mamá llegara antes de lo esperado. 

Desde los doce años hasta los diecisiete me gustó “C”. A mis veintes, por un mes nos vimos en su casa, pasaba por mí en bicicleta y pasábamos el día en su cuarto escuchando reggae. Una vez creí sentir el placer que describen en los relatos de Wattpad, o quizá lo imaginé. Había fumado mucha hierba.

A ”I” lo conocí cuando tenía quince años y él recién cumplía diecisiete. Me pidió ser su novia el 2 de noviembre en la madrugada. Nuestra primera vez fue casi al año de ser pareja, un día de julio que fui a verlo después de que hiciera sus exámenes de regulación. No dejaba de preguntarme si estaba bien y yo solo quería llorar porque no había jacuzzi ni champagne. 

Fue mi única pareja sexual por casi nueve años y no he vuelto a tener otra. Por eso me defino como demisexual y no como asexual, porque el vínculo emocional que formamos me permitió experimentar la atracción sexual. En sitios de internet impulsados por personas de la comunidad, descubrí que hay diferentes actitudes en relación con el sexo como consumir contenido sexual o erótico, poder hablarlo o empatizar sin necesariamente experimentarlo. 

Foto de JESSICA TICOZZELLI: https://www.pexels.com/es-es/foto/pareja-romantica-se-abrazar-en-piso-5988265/

Leí la trilogía de “50 sombras de Grey” en una semana y vi las tres películas en el cine. Quise tatuarme la frase de “Pídeme lo que quieras” después de leer los libros de la saga. Llegué a decir que mi escritor favorito era el Marqués de Sade porque me maravilló la idea del placer y la filosofía. Sigo sosteniendo que “Nymphomaniac” es una gran película y me erizo cuando escucho a Willy Rodríguez cantar “si me regalas la mañana, te llevo hasta la noche entera”, pero soy consciente de que una noche entera para mí significa cinco minutos.

Ahora sé que la curiosidad que me dan los contenidos no es para replicarlos o buscar sentir lo mismo, porque sé qué y quién soy. Ya no pierdo el tiempo intentando relacionarme de manera sexoafectiva o romántica para que dejen de preguntar por qué no siento ese calor cuando escucho reggaetón o me quieran convencer de descargar alguna aplicación para ligar. Porque siento más excitación al tener mi casa limpia que un cuerpo sudado sobre mí.

En la sociedad existe una resistencia a visibilizar el espectro asexual. En especial, en estos tiempos donde se ha luchado por la liberación sexual. Algunas personas piensan que la asexualidad podría animar a la gente a reprimir sus sentimientos sexuales u optar por la abstinencia, haciendo sentir a quienes estamos dentro del espectro como “anormales”.

La sexualidad es tan compleja que puedes llegar a no sentirla. La hipersexualización nos ha hecho creer que el goce de nuestro cuerpo es fundamental para encajar, sin permitirnos cuestionar si siquiera lo sentimos.  Las nuevas experiencias de vínculos por medio de fotografías íntimas presiona a quienes no tenemos reacciones a ellas, haciendo que reprimamos de nuevo nuestra identidad. Por eso, sin importar la incomodidad que provoque voy a seguir nombrando mi orientación y respondiendo con un “perdón, no me prenden tus nudes”.

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