agosto 25, 2023

Renacer en una desvelada

By In Especiales

Por: Angélica Jocelyn Soto Espinosa. 

Seré honesta: no soy una desvelada. Todo lo contrario, siempre digo que postergar mis valiosas horas de sueño es como darme una cachetada. Mi regla de oro cuando hay mucho trabajo es “me levanto de madrugada para no trabajar de noche”. Paradójicamente, hay dos cosas importantes que sólo puedo hacer durante el desvelo: cuestionar lo que no me gusta de la vida y luego reinventarme.  

Mis desvelos no ocurren en fiestas, viajes o situaciones engorrosas; son más bien insomnios en solitario, de cara al techo y, a veces, con una libreta enfrente. Así que más que una anécdota, traigo a ustedes una reivindicación justa sobre quienes trasnochamos poco pero que, cuando lo hacemos, convertimos esas horas en una marca de vida. 

Foto de Kristina Snowasp: https://www.pexels.com/es-es/foto/noche-cama-habitacion-adentro-10217037/

La primera vez que me di cuenta del potencial transformador del desvelo solitario fue una noche que duró como 300 horas. Durante ella, pasé de ser miles de tepalcates a un jarrón entero

Tal vez te interese leer: Palimpsesto

El antecedente de esa noche fueron muchos meses de desintegración personal, de culpa y de desvalorización; todos los mecanismos que se activan cuando eres violentada, luego estigmatizada socialmente por esa violencia y tu autoestima queda rota. Tenía 14 años. 

Estaba por entrar a estudiar a una nueva escuela, a tres horas de distancia de mi casa y donde no conocía a nadie. Todos estos cambios trajeron muchas incertidumbres a mi vida pero la más grande era saber si en ese nuevo entorno habría cabida para una niña como yo, con todas las etiquetas misóginas que cargaba. 

Esa noche, previa al ingreso a la escuela, no dormí de pensar en cómo iba a presentarme ni cómo sería tratada cuando descubrieran “cómo era”. Con los ojos hacia el techo y las lágrimas empapando mis oídos, pensé, pensé y pensé. No sé qué hora de la madrugada era cuando di con la respuesta: no conocía a nadie, estaba puesta mi oportunidad para forjar una identidad desvinculada del pasado, de rechazar lo que otros decían que yo era y convertirme en algo que anhelara. 

Se hizo de día sin que nunca cerrara los ojos. No me levanté cansada. Al contrario. Me nació un ímpetu que ahora me acompaña en cada momento difícil. Decidí que sería una estudiante dedicada, que aprovecharía la biblioteca para cultivar mi amor por los cuentos y que siempre, siempre, buscaría sentirme orgullosa de quien era. 

Y así fue. No sé qué tanto se notó ese proceso hacia afuera pero yo sentí entonces que me convertí en una persona totalmente diferente y, más allá de abandonar los estigmas, me hice de un carácter renovado, fuerte. 

Foto de Mary Taylor: https://www.pexels.com/es-es/foto/ninos-de-cultivo-haciendo-los-deberes-en-la-mesa-5896422/

Al final, nunca abandoné ese pasado pero poco a poco lo convertí en mi militancia política y mi razón profesional. Ahora me especializo en documentar historias sobre la condición social de las mujeres y las niñas. Si jalo los hilos, puedo decir que esa desvelada fue el origen de todo lo que ahora me define

Pienso que hay mucho qué reflexionar sobre ese proceso pero, por ahora, cada vez que la vida se pone difícil, que me siento confundida, recurro a esa noche
Las desveladas en mi vida representan un momento de pausa total, una metodología para recalibrar el ser. El principal requisito es un estadío en soledad, silencio y desocupación que a veces sólo puede ocurrir en las noches. Como dije al principio, no soy una desvelada pero reconozco que tenderte durante la madrugada viendo el techo por horas puede bastar para entender los dolores de una vida y reinventarla.

Foto de Rachel Claire: https://www.pexels.com/es-es/foto/vacaciones-hotel-cama-habitacion-4993050/

Leave a Comment