junio 22, 2022

Tengo miedo, Torero: la ternura y la historia de amor que me hacían falta

Reseña de Tengo miedo, Torero de Pedro Lemebel.

By In Reseña

Pedro Lemebel (1952-2015), escritor, cronista, performista y artista plástico chileno, publicó Tengo miedo, Torero en 2001, misma que, de acuerdo a la primera parte del libro dedicada a los agradecimientos, “surge de veinte páginas escritas a finales de los ochentas” que el autor recuperó para hacer esta su única novela, la cual se convirtió en uno de sus trabajos artísticos más reconocidos dentro y fuera de Chile.

La obra se sitúa en 1986 durante la dictadura de Pinochet, narra la historia de amor de “La loca del frente”, un hombre homosexual, travesti, de más de cuarenta años y Carlos, un joven militante que planea actuar contra la dictadura. Un libro que te da un vistazo poético al escenario crudo, doloroso y caótico que envolvió a Chile durante ese año que ocurrió el atentado contra el dictador, mismas emociones que envolvieron a “La loca del frente” quién se dejó llevar por un amor silencioso y por ese escalofrío de amor que solo Carlos era capaz de provocar en ella.

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En un contexto de represión dictatorial, el autor construye esta relación clandestina la cual pareciera ser sólo favorable para el joven militante, pero, como le ocurrió a Carlos, conforme pasaba las páginas, lentamente “La loca del frente” con su vaivén de palabras, sarcasmo, ingenio, colección de boleros y coquetería fue regalándome dulzura; no importaron los momentos cuando fue descrita con adjetivos despectivos, ella contagia el orgullo por ser y la belleza que percibe en sí misma:

Especial

“Pero la boca que antaño abultaba con rouge mora su beso travesti, todavía era capaz de atraer un mamón con el mínimo labial de su humedad perlescente. Nunca fue bella, ni siquiera atractiva, lo supo de siempre. Pero la conjunción maricoipa de sus rasgos morochos había conformado un andamio sombrío para sostener un brillo intenso en el misterio de sus ojos. Con eso me basta, se conformó altanera entornando los párpados con un aleteo de pestañas mochas”.

Disfruté mucho la forma en la que “La loca del frente” ama a Carlos, cómo lo desea y erotiza con imágenes contrarias a las narrativas heteronormadas del sexo o deseo. Esto es algo que también expone la protagonista al dejar en claro que Carlos no le despierta estos deseos “machos” de posesión; estas reflexiones o distanciamientos con el “deber ser” que tiene la protagonista, pueden insertarse de forma atinada con los diálogos actuales sobre lo que es ser hombre, la masculinidad, temas de identidad de género e incluso cómo expresamos el amor.

  Tanto en esta como en todas las obras de pedro, se puede identificar un trasfondo político LGBTQI+ o contra movimientos de derecha y aunque fue simpatizante de la oposición a la dictadura, tuvo que separarse de los partidos de izquierda debido al rechazo por ser homosexual. En 1986, Lemebel irrumpió en una reunión de los partidos de izquierda chilenos, con el símbolo de la hoz y el martillo trazadas en la parte izquierda de su cara. Se quedó de pie y en silencio, una grabación recitaba su manifiesto “Hablo por mi diferencia”, un extenso poema-crónica en donde expresa su posición política, el rechazo a su orientación sexual y un deseo de esperanza.

Explorar este texto fue muy enriquecedor porque pude encontrar varias pinceladas de “La loca del frente” en los versos de Lemebel y entender mejor el sentimiento político del libro, peculiarmente por qué eligió presentar a Pinochet en su novela de forma tan peculiar, no abonaré más al respecto porque no creo lograrlo sin develar párrafos que considero, es mejor leer directamente de la voz de Pedro.

El despertar de la ternura

Hace mucho que no suspiraba tanto con un libro, varias escenas me robaron el aliento, me era lejana la sensación de emocionarme entre tristeza e incertidumbre por el contexto en el que viven los personajes. Encontré también razones para reírme. Diálogos, metáforas, escenas ocurrentes y las amigas de “La loca del frente” quienes se ganaron un lugar seguro en mi memoria.

Conservaré también la sensación tan grande que tuve de querer abrazar a la protagonista cuando leí que: “Las lágrimas de una loca huacha como ella, nunca verían la luz, nunca serían mundos húmedos que recogerían pañuelos secantes de páginas literarias”. El abrazo lo percibí insuficiente cuando pensé en todas las historias que podrían compartir este sentir, me resultó clara con esa frase la importancia de este libro y el papel que tiene en hacer estas lágrimas, risas, amores visibles, el brindar la oportunidad de explorar narrativas de amor e identidad distintas.

Escena de la película Tengo miedo torero y especial

Leer esta historia es entablar un diálogo arrebatador con “La loca del frente”, un personaje tejido con gestos femeninos, un gran acervo musical, miedos, traumas y un corazón grande. La delicadeza con la que se desenvuelve no la llevan a ignorar la realidad ideológica de su país, ni las imposiciones o discriminación de la sociedad hacia existencias no-normativas como la suya, esta consciencia que posee afecta su sentir, autopercepción pero no la desanima a amarse o demostrar amor por Carlos.

Si disfrutas o lees con frecuencia poesía, no te puedes perder Tengo miedo, Torero. Si eres como yo, sin mucha experiencia lectora sobre el género, que no te importe o intimide, Pedro tiene una manera ágil de llevarte del autodesprecio, al empoderamiento en unos cuantos versos, del desamor, al amor ciego, bobo que se expande en una devoción enternecedora. Una ternura que al menos yo no me esperaba, ni sabía que necesitaba hasta que terminé el libro.

Esto último fue muy bello porque Pedro llegó a mis manos gracias a una amiga que me regaló su novela como un gesto amoroso. Dentro del libro me dejó un mensaje que termina con esta línea: “La loca del frente me despertó algo bello. Espero que también llegue a ti”.

  Esta reseña es parte de lo que avivó en mí, y si tienen oportunidad de leerlo, deseo que también “La loca del frente”, despierte algo en ustedes.

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