abril 28, 2025

Hablemos de Kim Ji-young. Una representación de la realidad de las mujeres surcoreanas

By In Reseña

Al final, Kim Ji-young dejó de ir a la academia y

durante mucho tiempo no pudo siquiera aproximarse

después de la puesta del sol a esa parada de autobús.

Borró la sonrisa de sus labios y evitó cruzar miradas

con desconocidos. Tenía miedo de todos los hombres.

Cho Nam-joo en Kim Ji-young, nacida en 1982.

Visité una librería un día con la intención de comprar algún libro para pasar mi fin de semana, entre las  opciones compradas, porque mi impulsividad me llevó a elegir varios libros, se coló Kim Ji-young, nacida en 1982 de Cho Nam-joo, libro que fue recomendado en algún momento, pero que evitaba comprar por la bomba mediática a la cultura surcoreana que existe en cada rincón del arte popular y plataformas digitales (K-pop, K-dramas, por dar ejemplos). Sin embargo, este libro me dejó un gran sabor de boca, no el dulce y azucarado, sino el de un trago amargo y reflexivo que tuve cuando vi la película Parasites o la serie Todos están muertos. Bajo este sabor que es adictivo para mí, encontré un lugar donde olvidé la noción del espacio y tiempo para terminar leyendo sin parar al querer entender más sobre una realidad que es diferente a la mexicana, pero que tiene sus similitudes, un marco de la vida donde la mujer es afectada por no ser considerada al nivel de un hombre.

​Si bien el libro es una ficción que narra la vida de Kim Ji-young durante varias épocas de su vida: niñez, adolescencia y adultez, se basa en una realidad social en torno a las mujeres surcoreanas en pleno siglo XXI y las injusticias ejercidas por un sistema patriarcal demasiado arraigado en esa cultura asiática. 

Mi acercamiento a la cultura surcoreana es distante y está permeada por los idols del K-pop y las historias narradas en los K-dramas. Ya que mi conocimiento es bajo en la cultura surcoreana, recurrí a una compañera de La Desvelada, Nikthya, quien me abrió a un panorama desmaquillado de la industria televisiva y musical. Ella mencionó algo de la industria del entretenimiento surcoreano que es clave para entender mi perspectiva sobre la novela de Cho Nam-joo: “…creo que simplemente son romantizaciones y expresiones de la cultura, igual que las de países como México y Estados Unidos. Los K-dramas simplemente son novelas, series, pero basadas en su entorno y sociedad. Obviamente los protagonistas suelen ser íconos que representan muchas cosas que las mujeres buscan”.

​Es esa romantización y expresión de una cultura la que llega a nosotros como consumidores extranjeros, aquí me refiero a la más consumida, la más accesible que son los productos para las grandes masas. Sin embargo, existe otro lado de esas mismas producciones que, como bien mencionó Nikthya, sacan a relucir los problemas sociales en la cultura surcoreana y las injusticias dentro de la industria televisiva y musical. Aquí es donde entra la novela de Cho Nam-joo, quien, desde las posibilidades de una ficción, saca a la luz una realidad  más allá de esa versión romantizada de una cultura y, sobre todo, de las figuras masculinas que terminan siendo idealizadas sin una crítica de por medio de su posibilidad de ser reales.

En el caso de la novela, existen pasajes importantes que marcan la vida de la protagonista, en este caso ahondaré en tres momentos que considero importantes tomar en cuenta y pueden ser vistos como universales: ser víctima de acoso, la presión por ser madre y su vida laboral. El primero, que hace alusión al epígrafe que elegí, ocurre en un momento que Ji-young, cuando regresaba a casa de la academia, es perseguida por un compañero de escuela no ubicado por ella, y quien la saludó en la parada de autobús antes de que abordara. La tensión que sufre la protagonista es palpable, traspasa las páginas para generar una afectividad con el lector donde existe una preocupación de qué puede pasar con ella cuando baje del autobús, en especial cuando el chico baja con ella sin despegarse de su lado. Sin embargo una mujer logra entender la situación y baja del autobús para ayudarla, por lo que el chico la deja en paz para dar pie a un fragmento que denota el comportamiento del hombre surcoreano a las mujeres: la mujer salvadora “Aseguró que en el mundo había muchos hombres extraños, que ella misma había sido víctima alguna vez, que el problema eran ellos, no ella”. La situación de acoso es un claro ejemplo de lo que sucede en el mundo, la normalización del control que pueden ejercer los hombres sobre las mujeres, un control que proviene del conocimiento perverso de ello y otro del inconsciente colectivo masculino de tantos años de repetir los mismo patrones.

Otro gran ejemplo de las diferencias entre hombres y mujeres es la conversación que tiene Ji-young con sus padres en temas de estudios universitarios, donde ocurren dos posturas polarizadas en cuanto a la vida de la joven. El padre menciona la siguiente frase:

– Tú, pórtate bien y cásate.

No le había importado escuchar insultos o comentarios peores, pero de pronto Kim Ji-young no pudo soportar esas palabras. Sostuvo en vertical la cuchara y trató de respirar hondo al sentir que la comida se le atascaba en la garganta. Súbitamente se escuchó un ruido como el que producía una roca al partirse. Era su madre, que había golpeado la mesa con la cuchara. Su cara estaba roja de furia.

– ¿Cómo dices algo tan anticuado en una época como esta? Ji-young, no te portes bien. Atrévete a hacer cosas, ¡corre riesgos! ¿Me entiendes?

Desde mi propia lectura, elegí este fragmento para hablar de la convivencia de un pensamiento conservador masculino sobre la vida de una hija, al igual que un pensamiento más liberal por parte de la madre, quien vivió en carne propia una represión anclada a la noción de una mujer que debe ser madre y cuidar del hogar sacrificando sus sueños en el proceso. 

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​La protagonista de la novela también lucha contra la presión del mundo laboral sobre su condición de ser mujer, de estar embarazada y tener que tomar una decisión complicada entre ejercer el estrés laboral, el ser madre o combinar ambos. Situación que lleva a Ji-young a la siguiente conclusión:

Kim Ji-young no lloró cuando le notificó su renuncia al presidente de la agencia en la que llevaba años trabajando. Tampoco cuando su jefa manifestó que le gustaría volver a trabajar con ella […] Al día siguiente, su primer día en casa, calentó leche para su marido, que se iba al trabajo, se despidió de él […] Su vida había cambiado e intuía que, hasta que se adaptara al cambio, iba a ser imposible hacer previsiones y planes. Solo entonces se echó a llorar.

Es imposible no percibir esa frustración de una toma de decisiones que, si bien Ji-young discute con su esposo para ver la mejor opción, termina por dejarla fuera del esquema laboral-corporativo y cambia su vida para enfocarla hacia el trabajo doméstico-maternal. Aquí no planteo al trabajo doméstico como algo negativo, considero la importancia de las decisiones que debe tomar una mujer al tener que elegir entre varias opciones que no son planteadas para la parte masculina de la relación.

Cortesía Filbo

​Ya para concluir con mis desvaríos generados por una novela que movió mi yo sentimental hasta un punto que vi reflejadas a muchas mujeres del mundo en la figura de Kim Ji-young, considero a la novela de Cho Nam-joo un gran ejemplo de lo interconectados que estamos como seres humanos y que hemos formado estratos sociales donde existen represiones constantes hacia ciertos grupos sociales, en este caso son las mujeres. Si bien trato de entender a las personas que han perdido su empatía hacia las mujeres que son afectadas por sistemas sociales que replican un control patriarcal sobre ellas, esta novela me hizo empatizar todavía más y recordar que al final aún queda un largo camino por recorrer en la defensa de los derechos humanos. Quizá esta novela revela situaciones donde la realidad de las mujeres en la cultura surcoreana sustenta el surgimiento, necesario, del movimiento feminista 4b, el cual establece cuatro puntos: no matrimonio, no parto, no citas y no sexo con hombres. Considero que Cho Nam-joo logra una postura ante la sociedad surcoreana para desvelar las injusticias que sufren las mujeres al cometer acciones “inmorales”, pero que no tienen el mismo peso en los hombres que las cometen. Sin embargo, debo confesar que si llega a sentirse más marcada la diferencia de trato a las mujeres en Corea del Sur, presiento que la lectura de esta novela logra tocar un tema universal que también se replica en la sociedad mexicana en la que pertenezco, pero de diferentes formas.

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