junio 26, 2023

Un acontecimiento repentino: rupturas y cambios en la vida

By In Ensayos

Polvo de oro en tus manos fue mi melancolía;

Sobre tus manos largas desparramé mi vida;

Mis dulzuras quedaron a tus manos prendidas;

Ahora soy un ánfora de perfumes vacía.

Alfonsina Storni / “Dulce tortura”

Dentro de una vida llena de acontecimientos, creo este es un buen momento para reflexionar sobre esos momentos que nos marcan para siempre, sucesos que nos llevan a pensar la razón de seguir moviéndonos dentro de un mundo incierto e inestable, luchando contra nuestros demonios que nos atormentan dentro de lo que somos como sujetos reflexivos. En primer lugar, los acontecimientos surgen, en palabras de la estrella de la filosofía actual Slavoj Žižek, como “algo traumático, perturbador, que parece suceder de repente y que interrumpe el curso normal de las cosas”. Situaciones con las que tenemos que lidiar en todo momento, sin evitarlas y poder escapar de ellas.

El acontecimiento como algo repentino puede generar un shock en quien lo vive, cambiar su estado de ánimo y moverlo hacia un lugar del que no puede regresar. Tales como los que se viven cuando nos titulamos de nuestros estudios superiores sin saber el rumbo que tomará nuestra carrera profesional o cuando se rompen los lazos personales con alguna persona que amábamos, quien termina por hacerte saber que no era recíproco. Todo puede empeorar cuando varios acontecimientos se juntan para convivir al mismo tiempo y generan el brote de demasiadas emociones que terminan por envolvernos en una angustia que se plantea dentro de un cambio total de vida. Una vez ahí, partimos hacia las soluciones que podemos encontrar con nuestros sentimientos, los cuales nos pueden estancar en un martirio extendido por la tristeza o hacernos más fuertes para llegar aún más lejos de donde estábamos.

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En el caso de una relación amorosa, la situación se puede complicar al estar perdidos en la ilusión de una realidad que no será posible o que puede seguir funcionando dentro del juego que aplica la pareja en su dinámica de convivencia. ¿A qué me refiero con jugar? La respuesta la encuentro en un constante tratar de seguir la relación dentro de la apariencia de un amor que se borra con el tiempo y debe perdurar para poder sobrevivir a la idea dogmática de una vida juntos que será separada con la muerte de uno o del otro. Sin embargo, uno de los participantes puede no querer seguir y salirse al darse cuenta que las cosas no están funcionando como se planearon. Esto nos lleva a plantear la posibilidad de una ruptura del lazo emocional acordado por la pareja, donde uno siempre saldrá más lastimado que el otro, y creo es predecible que la persona que no reniega del juego termina sufriendo más.

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No debemos pensar ese momento como algo negativo, quizá los cambios que genera el acontecimiento, con tiempo y esfuerzo, pueden convertirse en ese crecimiento que genera una perspectiva nueva hacia cómo mirar el mundo a partir del dolor que acongojará por un tiempo. Pero ¿cómo es que el juego termina?, ¿por qué uno de los jugadores decide retirarse para cambiar el rumbo? Quisiera que existiera una respuesta clara y concisa que explicara esto, pero las mentes humanas son demasiado complejas para comprenderlas del todo. Por lo tanto, nada puede explicar mejor un tema complejo como una experiencia personal reciente desde una especulación hacia la parte que decidió por mí para dar fin a las apariencias. Quizá el cambio fue dado no por el cariño que se vivió entre ambas partes, sino en sucesos externos que llevaron al distanciamiento de ambos, es decir, lo laboral, falta de tiempo libre, al igual que la creencia de que la sensación de amor debería seguir conservando la forma con la que inició. A mi parecer, esa última parte es un punto en común dentro del quiebre del lazo de una relación.

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El amor es un constructo social y cultural que se ha formado como una explicación de un sentimiento que no podemos explicar y va más allá de nuestro entendimiento, se ha conservado como un ideal que no debería ser pensado así. Los sentimientos, al igual que todo lo que sucede en la vida, se termina por metamorfosear con el tiempo, entonces el amor no puede ser estable, es tan efímero como cualquier otra emoción, el conservarlo o reconstruirlo desde la ilusión depende de que las partes que se involucran como pareja establezcan las reglas del juego. Lineamientos que guían hacia la conservación de ese sentir que pretende desaparecer y por el que se debe luchar para conservarlo. Es dentro de esa ilusión lúdica que nos movemos al estar con una pareja y nos planteamos el generar un futuro donde ambos convivimos y tratamos de sobrevivir, pero debemos de considerar que, como seres emocionales, hasta donde nos lo permite nuestra educación patriarcal-occidental, cada uno tenemos fines diferentes dentro de las relaciones humanas. En otras palabras, parafraseo a George Bataille sobre sus ideas del erotismo, ya que entiende que todo el tiempo existe un vacío que no puede ser llenado por nada, una fina línea filosa que acecha constantemente con cortar el lazo de unión.

No puedo evitar que surjan más preguntas hacia la decaída del amor que he planteado, ¿es posible que haya esperanza para este proceso emocional?, ¿cómo podemos mantener vivo algo que está destinado a desaparecer y que debemos volver una ilusión para que persista? Si no fuera por la relación de mis padres o esas uniones que he conocido que han perdurado por muchos años, pensaría y les plantearía a ustedes lectores la imposibilidad de tener una esperanza que también estoy buscando. Quizá podamos encontrar una solución al constante intento de llenar ese vacío que existe entre todos nosotros, como el tener hijos, el adoptar mascotas, abrir relaciones para experimentar nuevas cosas dentro de un aburrimiento a lo rutinario. Elementos que no podemos considerar fallidos, posiblemente forzados, pero que han funcionado para algunos. Tratamos de seguir dentro del juego de seducir al otro, de no perder esa conexión de un lazo que se ha tensado y podría quebrarse en cualquier momento. Eso nos ha llevado a reprimir muchas cosas dentro de nuestra forma de ser con la pareja, con ese otro nos comportamos como creemos ser en realidad, pero es una falacia, porque a mi parecer nos moldeamos constantemente a partir de los demás, es decir, nos comportamos como si tuviéramos múltiples personalidades todo el tiempo. La que surge con nuestra “otra mitad” no es diferente a otras relaciones, pero ¿porque es de las más dolorosas? Es posible que sea por entregarnos más, o pensar que lo damos todo porque las cosas funcionen, aún dentro de esos momentos donde es más fácil rendirnos. Mantener vivo el sentimiento quizá sea de los cometidos más complejos dentro de la existencia humana.

Foto de Valentin Antonucci: https://www.pexels.com/es-es/foto/dos-personas-tenencia-meniques-1378723/

Creo que quien haya llegado hasta aquí se ha de preguntar dónde quedó el acontecimiento que se planteó al principio. Ese suceso nunca se ha ido, siempre está presente en todo momento de nuestra vida para acontecer como un recuerdo de la realidad que disfrazamos bajo una ilusión dentro de nuestra mente, maquillada por las apariencias que sirven como un escape o sólo un alejamiento de aquello que posiblemente no entendemos. Jugamos para mantener el enamoramiento bajo un espejismo, nos funciona como una opción que nos lleva a una realidad recreada de lo que pensamos y queremos. Configuramos de esta manera nuevos comportamientos que son inspirados en esos acontecimientos que pueden ocurrir en cualquier momento, acontecer en este sentido es llevarnos de regreso a la verdad de la que nos distanciamos. Esos momentos repentinos son importantes para reformarnos dentro de un nuevo juego propio, dentro de un nuevo simulacro repensado para comenzar de nuevo.

Los acontecimientos suceden en todo momento, ninguno es planeado dentro de ese control que queremos ejercer en nuestras vidas, por lo menos es algo que me ha costado trabajar sobre mí, pero uno debe aprender que todo acontecimiento siempre será repentino, inesperado y que estará latente en la espera de quitarnos el velo que hemos tejido con dedicación. Nos romperá el juego construido, retornando a esa realidad ya existente. El acontecimiento nos hará replantearnos a nosotros mismos, tomar decisiones que, posiblemente, pensamos que ya no serían necesarias. Nos golpea con violencia, nos abre los ojos y termina por dejarnos en un vacío que intentaremos llenar al retornar a las apariencias de lo lúdico. Quizá volver a desparramarnos sobre las manos de alguien más y vaciarnos por completo hacia una nueva tortuosidad de segunda realidad que nos separe de la primera.

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