febrero 23, 2022

Encontrando el amor en boybands

¿Qué tienen en común las chicas de la Beatlemanía a las Directioners? Desde una perspectiva personal, este ensayo busca la respuesta.

By In Ensayos

El primer hombre real del que me enamoré fue Harry Styles.

Mis crushes de niña eran Aladdín, Peter Pan, Ranma ½ y Danny Phantom. Cuando entré a la adolescencia tenía principalmente a Troy Bolton y a Edward Cullen. Nótese que no digo Zac Efron y Robert Pattinson. Amaba sus personajes pero no estaba segura de ellos como personas reales. 

También me enamoré de incontables personajes literarios que no tenían rostro y tal vez por eso eran mis favoritos. En ese entonces el lema de “Perfect boys only exist in books” estaba por toda la internet y yo me sentía muy representada. Los muchachos reales eran todo excepto perfectos.

Así que no entendía todo el alboroto por las boybands.

Los Jonas Brothers eran guapos, sus canciones más famosas eran buenas y Camp Rock era increíble, pero no me inspiraban a llamarme a mi misma “Jonatica”, a ver su serie en Disney Channel, ni a descargar todas sus canciones. No entendía porqué mi amiga D estaba tan obsesionada con Nick o a qué se referían ella y Melanie cuando decían que leían “novelas” de ellos en Metroflog y en Facebook. 

Big Time Rush me parecía aún más ridículo, porque ninguna de mis amigas eran fans y su serie en Nickelodeon me parecía aburrida. 

Y honestamente los Backstreet Boys y NSYNC no significaban nada para mí.

Sin embargo cuando tenía 14 años, finalmente sucedió. Mi amor por la lectura fue usado en mi contra y al fin supe lo que eran esas “novelas” que mis amigas leían. Esas novelas que ahora se conocen como fanfics (ficción de fans).

Melanie llevaba tiempo hablando sobre One Direction, traía descargado en su Nokia ese cover que grabaron de Forever Young de Alphaville, y me pidió leer esa “novela”. Se llamaba Just Let It Be, y la había publicado una chica española en un foro desaparecido.

La trama seguía a “rayita” (la protagonista no tenía nombre, en su lugar eran un montón de guiones para que tu insertas tu nombre, una “rayita”) quien se muda a Londres, por alguna casualidad se volvía amiga de One Direction y se enamoraba de Harry. 

Eso fue todo.

Me convertí en una Directioner y mi vida cambió para siempre. Literalmente. Harry Styles, Niall Horan, Liam Payne, Louis Tomlinson y Zayn Malik se convirtieron en el 90% de lo que me hacía feliz. Incluso me esforcé hasta que pude entender y hablar inglés fluidamente para no tener que esperar traducciones de sus videos o entrevistas. Eran todo lo que quería ver, leer y mi tema favorito para discutir con mis amigas.

Melanie y yo éramos como Lola y Ella en Confesiones de Una Típica Adolescente con la banda Sidarthur. Nuestros cuartos desbordaban evidencia de nuestra devoción, nos sabíamos sus canciones de memoria, siempre estábamos atentas a las noticias y por supuesto soñando con conocerlos y casarnos con ellos.

Al fin había humanos reales que parecían sacados de un libro. Eran graciosos, talentosos, tiernos, interesantes, tenían estilo, eran británicos y guapos. Los amaba tanto que algunos de mis compañeros, familiares e incluso los medios me llamaban loca, a mí y a mis amigas. Nosotras lo aceptábamos, nunca me había sentido tan apasionada, seguro no estaba lejos de la locura.

Pero no estábamos locas, ni éramos las primeras ni las últimas en sentirse así por una boyband.

Aunque hay innumerables debates sobre los orígenes de las boybands, cuyo concepto de un grupo de chicos armonizando podría ir hasta los cuarenta, la mayoría considera a The Beatles como la primera boyband. Fue la primera vez que se vió cómo, en todo el mundo, millones de mujeres enloquecían de esa manera por un grupo de chicos. 

Hay decenas de videos en las presentaciones de The Beatles que se enfocan en la multitud de fans gritando con todas sus fuerzas, llorando o desmayándose. Los medios y la sociedad también las llamaban locas, histéricas y maníacas, de ahí el nombre de la Beatlemanía.

Es gracioso como cuando yo empecé a ser fan de One Direction, eran irónicamente muchos fans de The Beatles quienes se burlaban o nos criticaban. ¿Acaso no sabían nada de la historia de sus ídolos? 

Las chicas gritonas y lloronas son la razón principal por la que los Beatles pudieron convertirse en quienes fueron.

Además el Dr. Harold Gouzoules explica para Psychology Today que “uno de los contextos distintivos y comunes de los gritos humanos es la excitación placentera”. Adjunta citas de artículos como el de Chris Richards donde se revisa que “las expectativas de cortesía y modestia de la sociedad para las mujeres jóvenes crean energía reprimida para romper con las reglas impuestas y restrictivas, y los conciertos representan esa oportunidad”.

Las fangirls somos criticadas por los posters, la mercancía, el llanto y los gritos, pero los fans de grupos musicales aprobados por grandes audiencias masculinas o incluso de los deportistas, hacen exactamente lo mismo. “Es realmente interesante porque nadie cuestiona ese tipo de comportamiento de esos fans. En todo caso, se celebra”, señaló Jessica Leski, directora del documental I Used To Be Normal: A Boyband Fangirl Story, para The Sydney Morning Herald

Las razones que atraen a fans de cualquier artista y deportista son prácticamente las mismas. El talento, el desempeño, la admiración y… la testosterona.

Convencionalmente los artistas más aprobados por la audiencia masculina y los deportistas personifican la fuerza, y el impulso sexual que la testosterona representa. Pero la hormona también se asocia con encontrar al mejor compañero para reproducirse.

Rich Fury/Getty Images for Spotify

“Los miembros de estas boybands son la testosterona encarnada”, declaró el Dr. Paul Hokemeyer, un terapeuta especializado en relaciones humanas, a Women’s Health. “Han sido seleccionados a mano y cultivados para representar la pareja ideal”.

Todas las boybands pasan por un proceso de selección que no exige sólo talento, incluso las boybands en que los integrantes se juntaron sin ayuda de un ejecutivo, pasan por un proceso de ajuste para el mercado.

“Cuando Brian Epstein firmó oficialmente como manager de The Beatles a principios de 1962, lo primero que hizo fue mejorar su apariencia; les puso trajes sin cuello eduardianos, botas a juego y coreografió una reverencia sincronizada al final de cada canción,” escribió Jordan Gaines para Insider en su investigación para explicar científicamente por qué los Fab Four causaron tanto revuelo. 

En el mismo texto, se adjuntan resultados del 2011, en que el 91% de los encuestados cree que un hombre bien vestido parece más inteligente, sexy y exitoso que uno que no lo está, independientemente de su atractivo físico general o de cuánto dinero tenga. 

También se menciona que sus distintivos cortes de cabello ayudaron, pues el cabello abundante, en innumerables culturas es un símbolo de salud, nutrición y fertilidad.

Así que ni yo, ni mis amigas estábamos locas. De hecho era perfectamente razonable que gritáramos para expresar emoción y que nos enamoráramos de One Direction. Yo adoraba a todos pero siempre hubo algo sobre Harry, con su cabello rizado perfecto, sus blazers, corbatas de moño y su personalidad encantadora, humilde y respetuosa. 

Encontré el amor que necesitaba

Las relaciones parasociales habían sido mis favoritas desde niña y ahora tenía la más increíble, una combinación del mundo real con el imaginario. Harry se veía y actuaba en los videos y redes sociales como todo lo que yo quería entonces; y gracias a las fanfics tenía miles de historias donde también era perfecto. 

“La mitad de la relación parasocial es ser un participante pasivo, esencialmente elimina la ansiedad y la incomodidad que a menudo surgen con ciertas interacciones cara a cara”, escribió Andrea Panaligan para The Philippine Star.

One Direction, Clyde Auditorium, Glasgow, Saturday 14 January 2012

Al contrario de Lola y Ella en Confesiones de una típica adolescente, había casi nulas posibilidades de que yo pudiera conocer a One Direction, ellos no deambulaban en Latinoamérica como en otros lugares, así que no tenía que preocuparme. Para cuando los conociera en el futuro ya sería una mujer hecha y derecha. Mientras tanto podía seguir fantaseando con ellos en lugar de tratar de lidiar con los muchachos reales o mis problemas en general.

Sin saberlo, Melanie me dio un refugio que me ayudó a atravesar muchos momentos de mi vida. Y un par de años más tarde, yo le devolví el favor.

A los 15 años mientras veía religiosamente Telehit esperando cualquier video de One Direction, me atrapó el video musical de Out Of My Limit, de 5 Seconds Of Summer. Tenían un estilo más rebelde, era algo diferente a lo que estaba acostumbrada.

Los cuatro australianos estaban más cerca de mi edad y su fama iba en ascenso por lo que daban la ilusión de ser más “alcanzables”, pero al mismo tiempo eran amigos de One Direction, se fueron de gira con ellos, y su estilo era mucho más “punk rock”.

Sin duda llegaron en mi etapa rebelde. A pesar de que en el interior seguía siendo una nerd romántica, en la preparatoria mis calificaciones cayeron de 9 y 10 a 6 y 7. Me escapaba de clases con mis amigas, le contestaba a los maestros, era extremadamente sarcástica y cínica. Un cuarteto de chicos a los que Harry se refería en Twitter y Vine constantemente como “Los Emos”, parecían perfectos para la nueva yo.

Además, no eran realmente “emos”. Luke Hemmings, Calum Hood, Michael Clifford y Ashton Irwin eran solo cuatro adolescentes que se vestían como empleados de Hot Topic pero en realidad eran muy alegres, graciosos y talentosos.

Así que a los 16 años, obligué a Melanie a comenzar a ver todos los videos de YouTube que tenían, comenzamos a ver juntas sus livestreams en Twitcam y eventualmente a leer fanfics de ellos también. 

Encontramos un nuevo refugio y mi círculo social crecía.

“El mito de que las relaciones parasociales son un síntoma de soledad o patología ha sido desmentido, con múltiples investigadores demostrando empíricamente que la soledad no tiene correlación con la intensidad de las interacciones parasociales de los individuos” detalla Panaligan. Agregando que según un estudio de la Universidad de Delaware “en lugar de restringir las redes sociales de uno, las relaciones parasociales en realidad las expanden”.

Me hice amiga Ana, una chica de mi salón que también amaba 1D y leía fanfics de Niall; su grupo de amigas se volvió el mío también. Seguía siendo sarcástica y cínica, pero mis calificaciones volvieron a lo usual y luego fui a ver a One Direction en su Take Me Home Tour hasta la Ciudad de México, donde también encontré una amiga directioner a la que aún sigo en redes sociales.

Ya tenía una computadora en casa por lo que mi vida social virtual también aumentó, pasaba mucho tiempo en el foro OnlyWN, Tumblr y luego en Wattpad. Aprendí a socializar con chicas de otros países mediante crear, leer y compartir fanfics de 1D y 5SOS, muchas aún tienen un lugar especial en mi corazón, especialmente mi Paula, quien vive en Paraguay y con tengo más contacto.

“Tal vez por eso nunca me encontré buscando el amor” escribe Cassi Treñas en su ensayo Has K-Pop Made Me Undateable? “En el momento en que mis amigos pensaron que abriría los ojos a las relaciones [románticas], a la edad en que mi madre comenzó a salir con mi padre, yo estaba formando vínculos inquebrantables con personas que compartían los mismos intereses”.

Es cierto, la verdad es que no estaba buscando tener un novio. Para mí, todas mis necesidades estaban cubiertas.

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Mi lado creativo prosperaba creando y leyendo libros y fanfics. Tenía una gratificante vida social en la virtualidad y en la realidad. Y aunque mi familia era un poco desastrosa, cuando me ocurrían cosas difíciles o me sentía sola, podía huir a mis refugios. 

Tenía todo lo que One Direction y 5 Seconds Of Summer hacían en internet para distraerme y alimentar fantasías para el futuro. No sentía que necesitara a los muchachos que estaban a mi alcance, no me apetecía ir en citas reales ni tener un novio formal, ¿para qué? Sólo tenía un par de crushes y prospectos románticos que sabía que no me iban a llevar a nada (y que realmente no quería que lo hicieran), para que me dieran adrenalina y algo de qué hablar cuando mis amigas hablaban de los chicos que les gustaban o sus novios. Y cuando mis hormonas estaban especialmente revueltas, podía masturbarme.

No sentía que me faltara algo o alguien.

Pero conforme el tiempo pasó me sentí presionada, aunque sé que nunca fue la intención de mis amigas, a tratar de parecer más “madura”. 

Comencé a cambiar algunas cosas que me hacían ver más “infantil” en comparación a ellas. Comencé a responder “The 1975” cuando alguien me preguntaba por mi banda favorita (si me gustaban mucho, pero por supuesto que la número uno era 1D) o 5 Seconds Of Summer, porque entonces casi nadie en mi ciudad los reconocía. Dejé de publicar tanto sobre ellos en mis redes sociales, a poner otros intereses más “maduros” encima e incluso cambié como me vestía. Y luego, Zayn anunció su renuncia.

Lloré en mi cama después de leer el comunicado oficial. 1D ahora tenía solo 4 integrantes. Melanie y yo nos reunimos para reconfortarnos (sí, sí, también como en Confesiones de Una Típica Adolescente) porque parecía el final de una era; y lo era. Ese fue solo el inicio de lo que el 2015 nos tenía preparado.

Luke de 5 Seconds Of Summer inició una turbulenta relación amorosa que causó revuelo en todo el fandom y la banda dejó de hacer música por un par de años, me fui durante el verano a Toronto donde sin duda crecí y cuando regresé para la universidad, One Direction anunció su “descanso” del que jamás regresaron.

Aunque continué siendo fangirl, nunca volvió a ser como al inicio. Lo supe cuando Melanie y yo fuimos a la Ciudad de México a ver a 5sos en concierto. 

En una forma dulce de hacer increíble uno de nuestros últimos momentos juntas por mucho tiempo, pues ella se iría como au pair, me regaló pases VIP al soundcheck. Gritamos cuando cantaron solo para nuestro reducido grupo y los teníamos a menos de cuatro metros de distancia, también gritamos durante todo el concierto, pero mientras esperábamos en las filas y veíamos adolescentes saltando y sin poder contener su emoción, ambas supimos que de alguna forma habíamos superado esa etapa. Fue lo mismo cuando después del concierto esperamos afuera del hotel donde se hospedaban; sí estábamos eufóricas ante la posibilidad de que salieran a firmar autógrafos o tomarse fotos, pero no tanto como quienes se amontonaban en la entrada. De hecho preferimos quedarnos enfrente y desde ahí vimos cuando Ashton salió a la terraza. Nos emocionamos, pero preferimos no gritarle ni llamar la atención de quienes sí gritarían, para no molestarlo. Nunca hubiera hecho eso a los 16.

Progresivamente mis otros intereses y mi vida social fueron pasando a primer plano.

Para inicio de mis veintes, One Direction y 5 Seconds Of Summer eran solo un pequeño porcentaje de lo que me gustaba. Escuchaba música alternativa como Alvvays, Catfish and The Bottlemen (incluso conocí al baterista por casualidad) y Soccer Mommy, me encantaban películas independientes o antiguas, leía mangas y veía anime,  iba a fiestas y pedas caseras, iba a bares y de antro, iba a festivales de música con mis amigos e incluso salí suficiente de mi cascarón como para ir en mis primeras citas. 

Casi podría decirse que la fan de las boybands invernó durante ese tiempo, porque estaba segura de que no se había ido, aún adoraba a Harry (ahora un solista) y a 5sos, a veces aún leía fanfics, pero tenía ocupaciones y preocupaciones más grandes. Me convertí en una joven adulta que a los 22 ya tenía un trabajo de oficina.

Jamás esperé que ese mismo trabajo me arrastrara a la vida de fangirl de nuevo. Esta vez, con la boyband más grande del mundo en la actualidad: BTS.

Mi trabajo consistía en redactar noticias, y no puedes escribir de espectáculos y tendencias sin estar al tanto de los BangTan Sonyeondan. Además, se atravesó una pandemia mundial durante la cual mi hermana me obligó a ver la serie documental, BTS: Burn The Stage. Meses después lanzaron Dynamite y finalmente me rendí.

Según Hokemayer, una vez que una boyband te atrapó en la adolescencia, es muy probable que vuelva a suceder más adelante. “Si en tu cerebro se imprimió una causa y efecto placentero, se aferrará desesperadamente a ese recuerdo”, dice. “Esto tiene que ver con la neuroplasticidad y la forma en que nuestros cerebros anhelan los placeres de nuestro pasado”, es como esa frase de que uno siempre regresa a donde fue feliz.

Mi cerebro le tenía amor y cariño no sólo a la música pop cantada por armoniosas voces masculinas, sino a aprender sobre una nueva cultura e idioma, a conectar con amigas basándome en ellos y por supuesto a tener un ideal de compañero perfecto. BTS me dio todo eso y más.

Con One Direction y 5 Seconds Of Summer el contenido era lo que los medios o ellos mismos lanzaran, lo cual era bastante limitado pues como empecé a seguirlos desde el inicio, casi no había nada que no hubiera visto. Las redes sociales eran lo más fresco.

BTS debutó en el 2013 y yo los descubrí hasta el 2020. Tenía siete años de contenido mucho más amplio sin tocar, además de contenido nuevo casi semanalmente, siete muchachos nuevos, miles de cosas por aprender.

Fue emocionante volver a sumergirme en un fandom, aunque fue diferente que cuando era adolescente. Esta vez además de las críticas usuales iban nuevas: desde ser “demasiado vieja” para obsesionarme con un grupo para adolescentes (mind you, BTS tienen entre 24 y 29 años), hasta frases francamente racistas como no entender “¿por qué me parecían atractivos los hombres asiáticos?”.

Sin embargo, todo eso me hizo darme cuenta de que mi experiencia como fan en la adolescencia, más los años que pasé inactiva me habían enseñado muchas cosas sobre mí misma. Especialmente luego de que la pandemia empujó mi salud mental a un punto en que tuve que conseguir ayuda psicológica y mi terapeuta me ayudó a identificar, reconocer y afrontar mis problemas de maneras más funcionales en esta nueva etapa de mi vida. 

Así que RM, Jin, Suga, J-Hope, Jimin, V y Jungkook no son un “refugio” o un “escape” que uso para ignorar la realidad o huir de mis problemas. Son más como una fuente de confort en mi vida: como tener una manta suave y limpia en la cual enredarme luego de un día largo, un peluche al que abrazar mientras estoy triste o una taza de café para sentirme revitalizada.

Ya acepto lo improbable que es casarme con Harry, Luke o cualquier miembro de BTS. Ahora solo los tomo como ejemplos de que hay hombres que sí pueden ser atractivos, tiernos, divertidos, trabajadores y respetuosos con todo el mundo. Incluso dejé de perseguir a esos crushes que sabía que no llevarían a nada.

Aunque creo que lo más importante es que ya no me importa cómo soy percibida por ser fan, no me importa si alguien se queja de que lleno su inicio de Twitter con mis coreanos o si alguien, especialmente un hombre, considera que soy muy “infantil” o “inmadura”. 

La cosa es que a las personas importantes en mi vida nunca les ha molestado o importado que sea una fan de boybands; me quieren y me escuchan hablar de eso. Incluso algunas de mis amigas que nunca fueron fans de boybands cuando éramos adolescentes, ahora son ARMY.

Y tal vez siga encontrando el amor en boybands el resto de mi vida, solo que ahora sé que es una clase de amor especial, único y que el sentirlo no significa que no puedo ni quiero estar abierta al amor de pareja o que eso me hace más “infantil”.

En su ensayo An Elegy To The Fan Party, Panaligan relata cómo adoraba ir a las fiestas de fans de One Direction o 5 Seconds Of Summer porque sentía que era el único lugar donde podía ser realmente ella, que el resto del tiempo “necesitaba diluirse” para el mundo. “Cada grito era una colección de pasión reprimida que no podría expresar en ningún otro lugar. Tal vez por eso dejé de ir a fiestas de fans. Ya no necesito una doble vida; tal vez ya no tengo que diluirme”.

Yo tampoco tengo que diluirme.

En mi primera cita con un chico increíble, el video de Sign Of The Times de Harry Styles comenzó a reproducirse en las pantallas del restaurant. 

—Mi novio— dije por costumbre y él se rió siguiendo mi mirada. 

—¿Quién es?— preguntó interesado mientras Styles volaba por el cielo. Le contesté un poco avergonzada que Harry de One Direction y en lugar de burlarse o minimizar mis gustos dijo un poco avergonzado: 

—A mí me gusta mucho la canción esa donde en el video andan de fiesta en Londres. 

—Midnight Memories—, dije casi automáticamente.

—Ándale, esa—,  asintió y la tarareó.

Sonreí.

Written by Nikthya N. González

Escritora de diarios desde los 10 años. Estudió Ciencias y Técnicas de la Comunicación en la UAD, y un nivel de inglés en EF International Language Campus Toronto (aunque la verdad es que sabe inglés gracias a One Direction). Trabajó en comunicación social, luego como editora web de noticias y más tarde como coordinadora de editores. Sus escritoras favoritas son Mary H. K. Choi, Maggie Stiefvater y Jenny Han. Adora escribir sobre ella y sus alrededores, el verano, el mar, leer ensayos personales, los libros young adult, las pláticas que duran horas, los tamales, los dramas coreanos, las flores, las playlists personalizadas que Spotify le hace y clasificar sus películas favoritas en Letterboxd.

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