febrero 13, 2023

Carta para el Max Ernst de mi vida

By In San Valentín

Did the twin flame bruise paint you blue?

Just between us, did the love affair maim you too?

Taylor Swift

I catch you in a light no one else can see 

Ellie Goulding

Es Semana Santa y apareces en mis historias de Instagram. Días antes perseguiste a mi mamá en Durango, a sabiendas de que nadie en mi familia quiere hablar contigo. Así que ver ese circulito con tu usuario en la noche del Sábado Santo me hace romper en llanto como no lo hacía desde 2017

Estoy triste pero también muy indignada. Y, en medio de todo, siento lo que sólo he sentido contigo, por ti: que el corazón de nuevo se revienta y los fragmentos, filosos, me atraviesan y me quiebran las costillas y me rasgan la piel. Que el recuerdo de tu tacto en mi cuerpo adquiere la forma de cortadas pequeñitas hechas con papel, en calma casi todo el tiempo, que palpitan, dolorosas, cuando apareces en mi vida, mi vida meticulosamente reconstruida para que no tengas espacio en ella. No lo sé entonces pero estaré enojada muchos meses. Y sólo pensaré en Idea Vilariño y en que no entiendo cómo ni por qué después de tanto.

Un día dijiste que todo lo que publicaba tenía que ver contigo, así que juré que nunca escribiría sobre ti, a menos que fuera en un libro. Y mira, aquí estoy, intentando que sea otra forma de sobrevivir.

Sé que los que se compraron tu versión de la historia seguirán pensando que yo sólo fui una “niña dramática” que lo arruinó todo por “querer casarse y por mudarse a Madrid”. Tal cual me lo dijeron más de una vez, a final de cuentas. Pero ya no me importa ser la mala en tu historia, porque al final del día yo no estoy casada pero sí sigo viviendo en otro lugar, ese al que llegué huyendo de ti, ya para qué mentir.

Ya no me importa que digas que escribí algo sobre ti. 

Siempre serás el Max Ernst de mi vida, con todo lo que eso significa. Lo supe desde siempre. Siempre admiraré a tu versión joven y veré con desconfianza aquello en lo que te fuiste convirtiendo, no desde el juicio, sino desde la extrañeza. Siempre agradeceré que estuvieras a mi lado en esos años tan importantes de mi formación. Siempre serás esa criatura sorprendente por quien hubiera atravesado la guerra, por quien hubiera dejado absolutamente todo, por quien dejé absolutamente todo. Y siempre serás ese hombre desconocido que eligió a Peggy Guggenheim. Siempre serás el nombre que no pronuncie, ni siquiera cuando escriba sobre ti. Siempre serás el antes y después de mi vida.

81. Lo que sé: cuando te conocí empezó una oleada de azul. Quiero

que sepas que ya no te considero responsable.

Maggie Nelson

Uno de nuestros primeros días, al salir de mi café favorito, te leí un fragmento de Leonora, de Elena Poniatowska:

—Creo que voy a morir de amor— le confía Leonora a Ursula Goldfinger.

—Y si no te mueres, a partir de ahora tu vida va a empezar a tener sentido.

A partir de aquel día, en cada foto que subía a Instagram, cada post que hacía sobre ti, cada vez que alguien me preguntaba cualquier cosa respecto a nosotros decía lo mismo, cada vez que me dejabas en mi casa de madrugada, después de pasar la noche riendo y caminando y besándonos, me lo repetía frente al espejo, sin poder creer mi suerte: todavía creo que voy a morir de amor. 

Y creo que al final sí pasó. Enterré a esa versión mía de 2013, 2014, 2015, 2016, 2017 y 2018. Todos los años que te amé. La dejé morir porque no podía sobrevivir con ella sollozando en mi oído todo el tiempo, pensando constantemente en la siguiente locura a cometer por ti, analizando qué más podía abandonar para volver a estar contigo. Ya no podía. Y aunque trato de verla con empatía, estoy feliz de que esa versión mía muriera.

Hubo un tiempo, un periodo muy largo en mi vida, en el que realmente creí que jamás me enamoraría de nuevo. Una etapa que abarcó años y años en los que lastimé a personas que me querían de verdad mientras huía del amor como si en eso se me fuera la vida, porque cuando lo nuestro terminó un poco se sintió así, porque volví a Durango como ese soldado completamente derrotado de All too well y recuperarme fue lento y fue doloroso y fue dejarme la piel en la reconstrucción y saber que nunca volvería a ser la misma.

Ahora sé que el amor puede ser otra cosa. 

Sólo el amor con amor se paga 

Nada te debo

Y tú no me debes nada

Rosalía 

He wanted it comfortable, I wanted that pain

He wanted a bride, I was making my own name

[…] He stayed the same, all of me changed like midnight 

Taylor Swift

En tu perfil de Instagram aún tienes la foto de uno de mis libros favoritos, ese que leías mientras te enamorabas de mí. Siempre me he preguntado qué le hiciste al ejemplar en el que me pediste que te escribiera algo, porque sé perfectamente que desde hace mucho no lo tienes contigo.

Este texto iba a ser otra cosa completamente diferente, pero el plot twist que no me esperaba en mi vida fue conocer a alguien que te puso en perspectiva, y siento que estoy terminando de perdonar. 

Sé que yo fui caprichosa, injusta e insoportable muchas veces. Te diría que era la ansiedad que lentamente tomaba control de mi vida, pero eso ni tú ni yo lo sabíamos en el momento, y la realidad es que mucho tenía que ver mi edad y lo poco que había madurado. Así que no es una excusa, pero sí una promesa de retratarme con crudeza en el futuro, cuando finalmente pueda contar nuestra historia y cuánto me amaste, cuánto nos amamos y cómo me enamoré de ti, cómo este amor me transformó por completo.  

Gracias por ver las cosas que yo no quería aceptar en medio de tanto amor que me nublaba la percepción de la realidad. Siempre pensaba en ti cuando veía ese capítulo de Glee en el que Finn termina con Rachel para que ella se mude a Nueva York -para mí tampoco eras un obstáculo-, y creo que lo último que te dije fue que lo había entendido todo con La La Land.

I wouldn’t marry me either

Taylor Swift

Quiero que sepas que soy feliz porque conseguiste lo que querías. Esa lista que me mandaste una noche antes de que cumplieras treinta y yo aún no terminaba la universidad, y que empezaba con algo parecido a “formar una familia”.

Quiero que sepas que extraño a tus papás, pero sobre todo a tu hijo. Que guardo en mi tocador el dulce que me regaló la última vez que lo vi, cuando tu mamá ni siquiera sabía que había regresado de Madrid.

Quiero que sepas que, aunque tu lugar lo tomaron mis mejores amigas, a veces todavía quisiera que fueras tú el primero en leer lo que escribo. Que a veces todavía voy por la vida pensando en si estarías orgulloso de mí. 

Quiero que sepas que las peores pesadillas de mi vida se materializaron cuando ya no estábamos juntos, pero que navegarlas sola me convirtió en una mejor persona. Te prometo que soy una mejor persona que esa chavita soñadora y mimada que conociste. 

Quiero que sepas que hubiera amado que publicaras en La Desvelada.

La La Land, 2016

Quiero que sepas que siempre desearé haberte escrito Bluets. Ojalá lo leas algún día. Ojalá entonces me digas si el azul más profundo también te habla de mí.

Quiero que sepas, aunque esto ya lo he puesto en mis redes sociales un millón de veces, esperando que el mensaje te llegue, que siempre que estoy en un aeropuerto nuevo pienso en ti y en ese 8 de julio en el que me dijiste que te sentías como el capítulo veinticinco de Di su nombre. Que nunca voy a olvidar la sombra que atravesaba tus ojos mientras tratabas de estar feliz por mí. Porque, como dice esa canción de Elsa y Elmar, “la mitad de lo que soy es por lo que un día fuimos […] a los lugares donde voy, llegué por donde fuimos”. Quiero que sepas que es verdad que cuando estoy ahí siempre te agradezco en silencio.

Quiero que sepas que una parte de Madrid siempre será tuya, porque ya no intento olvidar que la recorriste conmigo ni me duele recordarlo.

Quiero que sepas que mi estrategia principal para sobrevivir fue venderme la idea de que nunca me habías querido y por eso me dejaste ir. Era más fácil estar enojada a lidiar con otra carga de tristeza en un momento en el que el duelo me estaba consumiendo, y ahora sé que eso también fue injusto para ti. Ahora sé que en realidad nunca me soltaste, y no me refiero a que aún me quieras, hablo de que esa decisión que tomaste es lo que sostiene mucho de lo que soy ahora. Quiero que sepas que ahora puedo dejar de ser egoísta y aceptar que también para ti fue doloroso separarnos. 

Abandonar esas ideas y aceptar de nuevo que sí me amaste significó romperme otra vez, pero era el quiebre que debía atravesar para que las cortadas que dejaste en mi cuerpo se volvieran, al fin, un conjunto de cicatrices rojizas y pequeñitas, apenas visibles para la mirada de un inquilino nuevo y extraño, era lo que debía ocurrir para poder mirarte “sin miedo al reflejo en el retrovisor”, como dice una canción que alguna vez me cantaste.

Quiero que sepas que llegar a este punto me tomó tantos años porque nunca había amado de esta manera, aunque supongo que eso ya lo sospechabas. Quiero que sepas que comprender eso de mí me ayudó a entender todo lo que pasó después de que terminamos, incluido el circulito con tu usuario que apareció en mis historias de Instagram apenas el año pasado. Que me ayudó a entenderte también.

Gracias por mirarme debajo de las máscaras que le pongo al mundo y enseñarme a pedir abrazos. Gracias por enamorarte de mí aun cuando no te lo puse fácil. Gracias por esperar mientras mis manos aprendían a buscar las tuyas.

Gracias por abrazar mis sueños como si hubieran sido tuyos. Porque si no fuera por ti, Madrid nunca hubiera ocurrido y tampoco todo lo demás. Sé que sabes a lo que me refiero. Gracias por darme valor cuando se me cerraba el mundo. Gracias porque esa semilla se quedó en mí y me sigue empujando cuando tengo miedo, porque pienso que no puedo dejar nada a medias si al empezar el precio fue perderte. 

Gracias por creer en mí de esa forma tan brutal y tan absoluta y tan colosal que, ahora sé, ahora puedo aceptar, era la forma más honesta de demostrar tu amor. 

Written by Sac-Nicté Guevara Calderón

Maestra en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Complutense de Madrid y Maestra en Comunicación por la Universidad Iberoamericana. Fue becaria del programa Prensa y Democracia (PRENDE) de la Universidad Iberoamericana y parte del MashUp de periodismo “Balas y Baladas” de 2016, finalista del Premio Internacional de Crónica “Nuevas Plumas” 2017 y, desde 2019, forma parte de la #RedLATAM de Jóvenes Periodistas y de la Redacción Líquida de Distintas Latitudes. Como académica, ha presentado su trabajo en el Observatorio Cervantes de la Universidad de Harvard, y en diversos congresos nacionales e internacionales. Sus áreas de especialidad en este ámbito son la crónica virreinal novohispana y la crónica latinoamericana del siglo XIX. Como criatura híbrida, adora explorar los puntos de unión entre géneros y temas, por imposibles que parezcan. Escribe sobre cultura -desde todas sus concepciones, aunque le obsesiona la pintura- y sobre moda. Desvela enigmas literarios y periodísticos.

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