Me creía única hasta que se lo escuché a varias mujeres perfectas con vidas casi perfectas. Así hubiera sido si no las persiguiera el sino el “talismanismo”, ese demonio recurrente que se les asoma en el corazón cada que se les vuelve a acabar el amor .
Todo empieza como siempre , con un “este sí es “, masticando de memoria las estúpidas frases hechas de “suelta el miedo, déjate llevar, no va a volver a pasar ” con las esperanza de que ahora sí todo, pero nunca nada y siempre pasa que se acaba, que luego de eso el amor en turno milagrosa y automáticamente retoma el camino de no querer nada con uno a quererlo ser todo con alguien más.
Y por mi alfombra roja de “ahora sí” pasaron casi todas las letras del abecedario: el que me rechazó por ser una joven madre se casó poco después y ahora celebra el cumpleaños de su segunda hija; con quien viajaría por el mundo se toma selfies con su novia rolando por París; el que me iba a construir mi terraza en un día ya se acabó de construir su casa; el que dijo que no quería vivir con nadie nunca se fue a vivir con la primera que pudo… y así podría seguir la retahíla victimizante y aburrida de historias de éxito nacidas tras su paso por mi cama hasta que me miro toda, completa, sin este enojo del “no, otra vez no” que da paso al “¿de verdad lo querías?”
Supongo que no. En cada historia que me confirmaba que al parecer yo era de esas mujeres de tránsito y nunca de destino tampoco hacía mucho por quedarme porque tampoco sabía si quería. Cada vez le invertía menos tiempo, ganas y esperanzas, como quien ya sabe de qué lado masca la iguana y no quiere poner todos sus ovarios en unos mismos huevos, porque estos siempre terminan por cocerse en otro sartén.
Que viéndolo con filosofía y morada sororidad, al menos somos este ejército de mujeres que hicieron que sus amores llegaran al altar, pusieran grandes negocios y superaran el miedo eterno al compromiso. Entonces ser de tránsito y no de destino se resignifica, se vuelve dharma y no karma.
Mujeres talismán, mujeres serpiente, mujeres de agua, escurridizas como el tiempo, como el fuego que enciende cualquier pasado. Mujeres impermanentes. Mujeres señal, que evidencian oscuridades que a todos espantan. Mujeres que pueden sostenerse el mundo ellas solas y por eso dan miedo, mujeres de sueños que un día y solo si les da la gana comenzarán a echar raíces y dejarán de ser las alas que impulsan las vidas de otros. Mujeres talismán, mujeres amuleto, mujeres que confían en que su magia un día acabará por surtir efecto en ellas mismas.