febrero 13, 2023

Fuimos todas las canciones que no queríamos compartir y ahora son difíciles de escuchar

By In San Valentín

Volver a hablar de ti cuesta, aunque no tanto como la vez que te dije que te quería y no quería irme, pero no hiciste nada para evitarlo.

Me dejaste ir, como cuando caminas a la estación del autobús y este ya se está yendo, pero te da pereza alcanzarlo y llegar a tu hogar. 

Hablar de ti duele menos que la última vez que me dijiste que me amabas y terminaste huyendo sin explicación.

Nuestra historia se divide en tres canciones importantes y en todas me has dolido como nunca.

I. Nudito: “Quiero que lo quieras todo conmigo”

Todo comenzó siendo una odisea, entablar conversación contigo y tratar de no enamorarme de alguien que está tan lejos físicamente, era una lucha interna, porque juré no hacerlo de nuevo.

Odié volver a sentir, odié empezar a quererte, pero al final sucedió y me arriesgué.

Lo nuestro empezó con “Nudito” y “Hasta ese día” de fondo, mientras hablábamos hasta tarde, nos mandábamos canciones, compartíamos parte de nuestra vida y hacíamos de las videollamadas el momento favorito del día.

Nunca importó nada, éramos los dos contra el mundo, logramos ser los más sinceros el uno con el otro; nos conocimos en todas nuestras facetas y nos gustamos de una y mil formas

No hubo algo que quisiera cambiarte, amaba verte tan libre mientras hablábamos por teléfono, cuando me contabas cómo te había ido en el día o hacías tus bromas tan peculiares.

Uno de mis momentos favoritos fue compartir nuestro top de canciones que no dedicaríamos a cualquiera, todas sonaban a nosotros. 

Qué increíble se sentía el amor correspondido.

Comenzamos a hacer tantos planes, que estaba segura de que eras esa persona con la que quería compartir muchísimas cosas, incluso aquellas que juré varias veces no haría.

Pensé que iba a ser para siempre y justo en el momento cumbre todo cambió. 

Estabas distante casi todo el tiempo, jurabas que no era así, en tan solo unos meses aprendí a leerte tan bien que no hacía falta que fueras sincero. 

Dejamos de ser, empezamos a reclamar cosas sin sentido y a enfrascarnos en buscar culpables para deslindarnos de la responsabilidad de cada uno. 

Creo que pensamos que actuar así nos llevaría una reconciliación y al final terminó siendo peor. 

No había día que no me cuestionara si realmente yo había tenido la culpa de todo, varias veces fue “mi responsabilidad” y como te quería tanto… lo aceptaba.

Una de esas tantas noches, mientras lloraba deseando que volviéramos a estar bien, decidí tomar una decisión, no podía seguir sintiéndome mal, no quería sentir que hiciera lo que hiciera no lo valorabas.

Con todo el dolor de mi corazón y todo el amor que te tenía, le puse final a lo nuestro. 

Nunca hiciste nada por salvarnos.

II. Msj: “Miro en la pantalla solo a ver si apareces”

Me fui con el amor intacto, con todos los planes sin cumplir y con unas ganas inmensas de que regresaras en cualquier momento.

Seguimos hablando un par de veces, pero siempre trataba de evitarte. Ya no quería seguir llorando, esta vez porque te extrañaba tanto, tanto, que empecé a desear que encontraras a alguien para olvidarte.

Ver tus historias, tus fotos y releer nuestras conversaciones, que no era capaz de borrar todavía, me hacía mal, pero al menos te sentía cerquita. 

Durante varias semanas te perdí la pista, pasaron tantas cosas en tan poco tiempo, que prefería evitar todo. 

Hasta que un día entre tantos bajones, te busqué. 

Fue una conversación muy peculiar, no recuerdo exactamente que te dije, pero hubo un momento en el que explote y confesé que te extrañaba y que a pesar del tiempo, no había dejado de amarte.

Tu respuesta fue simple: “ni yo a ti. Siempre te extraño y esperé que volvieras”. Dolió, porque justamente era lo que yo esperaba de ti y nunca fuiste capaz de hacerlo.

Volvimos a dedicarnos canciones, esas que no solo es porque se escuche bonita, sino porque tenían un mensaje que ninguno nos atrevíamos a decir directamente.

También en ese reencuentro me enteré que estabas con alguien. 

“¿Soy fácil de reemplazar?”, pregunté. 

Dijiste que no, pero que “qué esperaba que hicieras, si te dejé y no volví”.

En mi tonta idea de “demostrar” que podíamos recuperarnos, hice todo lo que no debí. Y al final todo eso me hizo sentir humillada, con la dignidad por los suelos y con el corazón hecho más añicos que la primera vez.

Dijiste que era yo, que siempre lo he sido, que “me amabas” y que querías absolutamente todo conmigo; semanas después huiste sin explicación.

Y otra vez… Dejamos de ser.

Más de esta Desvelada: ¿Las personas gordas no podemos ser felices?

III. Adiós, buen viaje: “Se siente raro soltar tu mano después de años”

El adiós parecía definitivo, el ciclo volvía a repetirse: insomnio, llorar, extrañarte, llorar de nuevo, pensar que no podía, llorar y seguir llorando. 

En uno de tus últimos mensajes aseguraste que “no sentías nada por ella, pero seguías ahí porque no querías romper su corazón”, pero… ¿Qué había de mí? ¿Pensaste en qué podría pasar conmigo?

Al inicio creí que no lograría superarlo, era demasiado para alguien que ya había pasado por lo mismo dos veces: llenarla de amor y luego comenzar a ser el más desinteresado. 

Un día, como no queriendo, me hice a la idea de que todo estaba mejor, que no hacías falta en mi vida y que era demasiado estúpido aferrarme a ti.

Sobreviví, ya no lloraba diario, hice cosas nuevas, conocí a otras personas y mi vida empezaba a tomar rumbo de nuevo.

Después estuviste en un constante vaivén, y en todas esas veces mi amor por ti iba desapareciendo poquito a poquito. El interés dejó de ser romántico y se convirtió en “sólo me gustaría saber si estás bien con eso”.

Volviste a desaparecer, otra vez no había respuestas, pero ya no importaban, aprendí a lidiar con ello. 

“Me cansé de dar todo por ti, créeme tuve ganas de seguir. Y aunque duele tanto partir, dejarte me lo debo a mí”, sonaba mientras decidía si escribir de ti o no. 

¿Era una señal? Tal vez. 

Leave a Comment