octubre 25, 2022

¿Las personas gordas no podemos ser felices?

By In Ensayos

Nunca he sido delgada. Creo que sólo cuando era muy pequeña, incluso en algunos episodios de adolescente o cuando llegué a la universidad. Mi peso ha ido en constante cambio, unas temporadas es menor y otras mayor, hasta la fecha tengo días en los que odio mi cuerpo y otros lo abrazo y apapacho, sé que no es algo que nació de la nada, sino porque alguien más lo “inculcó” en mí.

La primera vez que escuché la palabra “gorda” fue en televisión. No recuerdo exactamente qué pasaba, pero a muchos les pareció gracioso el término. Después, con algunos nueve o diez años, volví a escuchar un “gorda”, esta vez de algunos compañeros de la escuela mientras me veían y comenzaban a reírse entre sí. Ya sabía qué significaba, así que sólo me retiré del lugar y fui a llorar al baño. 

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Conforme pasaron los años, esa palabra estuvo más presente, no sólo en los compañeros y compañeras o docentes que tuve en las escuelas a las que fui, sino también por algunos familiares y hasta médicos.

Foto de Laura Tancredi: https://www.pexels.com/es-es/foto/mujer-modelo-sin-rostro-dentro-7065486/

“Gorda”. 

“¿Ya la viste? Ni siquiera le queda bien eso por ser tan gorda”.

“No deberías correr, se mueve todo”.

“¿Y si haces una dieta?” 

“Te verías más bonita si bajaras de peso” 

“Ponte a dieta, te lo digo porque me preocupa tu salud”.

“¿Cómo no quieres que se te lastime la rodilla, mija? Si pesas como 500 kilos”.

Muchas personas se acercaron a decirme este tipo de comentarios o lo gritaban mientras estábamos en una clase de educación física. 

En una carta que me escribió mi “mejor amiga” de la secundaria para una Navidad decía: “Te quiero, aunque tu cuerpo sea más grande que el mío”

La última vez que el “gorda” me hizo mucho ruido fue en la universidad, cuando acudí por un trámite con una maestra y de la nada me dijo “deberías ir al nutriólogo, Fer, yo estoy yendo con una que es muy buena. Te voy a pasar su contacto”, sólo sonreí y asentí a su recomendación. Y también acudí a la nutrióloga. 

Me sentía con la obligación de adelgazar para dar un buen aspecto en mi carrera: por si llegara a salir en televisión, por si tengo que ir a dar una conferencia, por si llego a ser reconocida, porque se ha relacionado la delgadez con la belleza y yo quería verme bonita.  

Podría hacer una cronología de los años y lugares en los que me han hecho sentir mal con esos comentarios, incluso cuando no son directos, pero llegaríamos a la misma conclusión: las personas gordas -al parecer- no pueden ser felices, nadie las quiere y están “enfermas”.

Aunque la palabra gorda no es un insulto, muchas personas han decidido adoptarlo así y se han encargado de hacer sentir mal a quien no tiene el cuerpo “modelo” que, malamente, les han presentado los programas de televisión, las revistas y el internet. 

Ha pasado bastante tiempo desde que esa palabra se ha vuelto “normal”, pero ahora se le ha dado un nombre al rechazo que hay hacia a quienes no tienen un cuerpo “ideal”: gordofobia.

Según el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (COPRED), la gordofobia se refiere a la discriminación que viven las personas gordas por el hecho de serlo. Además, es un fenómeno socio-cultural, económico y político que está cargado de prejuicios valorativos, incitadores de odio contra los cuerpos que no entran dentro de los cánones corporales normativos. 

Foto de Laura Tancredi: https://www.pexels.com/es-es/foto/ligero-mujer-modelo-sin-rostro-7065489/

Magdalena Piñeyro, escritora y activista uruguaya, explica en su libro Diez gritos contra la gordofobia que la opresión es omnipresente, ocupa todos los espacios y todo el tiempo. Pero también, que las personas gordas tenemos menos acceso al empleo, altos índices de ansiedad, de depresión y aislamiento social. Nos cuesta relacionarnos sexo afectivamente, tener amistades o formar una familia. Muchas personas dejan de estudiar por el bullying que sufren. Además del acoso que ya existe contra las mujeres, es común recibir insultos como “gorda de mierda”. 

Respecto a los empleos, Raymundo Campos-Vázquez y Eva González, investigadores del Colegio de México, realizaron un experimento donde enviaban dos currículums diferentes cada uno, en el primero se mostraba una mujer delgada y en el otro una con mayor peso, lo mismo fue con el hombre. 

Entre los resultados, los de menor peso recibieron una respuesta de 29.1 %  (mujer) y 21.4 % (hombre); mientras que para quienes se veían gordos, sólo se obtuvo un 21.3 % (ambos), situación que los llevó a una conclusión: una persona con un peso alto, en especial las mujeres, tendrían que enviar 37 % más currículums, que alguien que se ve “delgada”.

Lo que nos lleva a reiterar que en la sociedad mexicana se pondera a las mujeres delgadas frente a las gordas, incluso cuando se tienen la misma preparación académica o mayor experiencia. Mientras que para los hombres el aspecto físico no es tanto un “problema”.

Si hablamos de bullying, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) asegura que el 40% de alumnos en México sufren acoso escolar, de éstos, se estima que al menos el 60% es por su peso. 

La gordofobia la sufren hombres y mujeres, encontrándose con “justificaciones” como “es por tu salud” o “te verías más guapo con menos peso”. Después vienen los estereotipos que culpabilizan a las personas gordas, como afirmar que son tontos, torpes, desaliñados, enfermos o  carentes de voluntad. 

Foto de Anete Lusina: https://www.pexels.com/es-es/foto/persona-con-flor-rosa-y-blanca-en-el-regazo-6354303/

Carmen Godina, activista perteneciente a la plataforma Stop Gordofobia, dijo en una entrevista para el portal Esquire que no se tiene un dato preciso de si las mujeres sufren más esta discriminación, pero pareciera que son las que más se implican en la lucha para acabar con ello. Incluso asegura que en los hombres hay más tolerancia a ser gordos, mientras que en las mujeres es nula. 

“El capitalismo y el heteropatriarcado se dan la mano para someter nuestros físicos bajo la presión estética. A un hombre también se le exige un tipo de cuerpo y/o masculinidad pero mientras ellos son sujetos de poder nosotras somos objetos de deseo”, añadió. 

Piñeyro dijo en una entrevista de La Vanguardia que lo más delgada que ha estado fue hace seis años cuando pasaba una depresión, todo el mundo la felicitaba porque “se veía más guapa que nunca”, pero nadie iba más allá. 

En mi caso, el constante bombardeo de comentarios entre mis compañeras sobre la ropa talla 0 o 5, los vestidos súper pegados que iban a ponerse para ir de antro y el “tengo novio porque soy delgada” me hicieron entrar en un conflicto conmigo. 

Nunca usé algo “bonito” porque no había de mi talla, prefería la ropa obscura y holgada, nunca fui a una fiesta porque nadie iba a acercarse a mí por gorda, lloraba todos los días, trataba de hacer dietas “milagro”, me odiaba por ser así

Mi autoestima era -100 y mi cuadro de ansiedad y depresión se desencadenó aún más, eso llevó a que por un tiempo me aislara de todo y todos. Mi psicóloga me explicaba que era parte del rechazo y bullying que me hacían, pues era más que “un juego de adolescentes”, como muchas veces lo llamaron las y los profesores a los que externé el que me molestaban, sino que comenzaba un trauma.

Tiempo después le pusimos nombre: agorafobia que, de acuerdo con el portal Body Positive México, es el trastorno de ansiedad que genera miedo a lugares y situaciones que provocan sensaciones de pánico, vergüenza o impotencia. Justamente como las personas con cuerpos “normales” me hicieron sentir más de una vez. 

Y si hablamos de relaciones amorosas, siempre creía que si alguien se interesaba en mí, era porque lo retaron en su grupo de amigos y no porque me encontraran bonita o interesante. 

Tuvieron que pasar un par de años para entender que yo no estoy mal en ningún aspecto, ni siquiera de salud, como muchos creen, sino que el problema son los demás, quienes se han acostumbrado a un modelo de cuerpo que no es real. 

Foto de Laura Tancredi: https://www.pexels.com/es-es/foto/mujer-curva-modelo-planta-7065434/

Importante decir que el sentirte bien con tu cuerpo gordo no es romantizar la obesidad, como muchas personas lo dicen, hay hombres y mujeres que hacen deporte, comen bien, tienen un historial médico impecable y su cuerpo no se ve como quienes salen en televisión. 

De acuerdo a un estudio realizado por la Facultad de Medicina de la Universidad de Sao Paulo, Brasil, entre un tercio y tres cuartas partes de las personas clasificadas como obesas son metabólicamente saludables, no mostraron signos de presión arterial elevada, resistencia a la insulina o colesterol alto; mientras que al menos una cuarta parte de las personas sin sobrepeso tienen alguna enfermedad que se le atribuye a las personas gordas. 

Recuerdo una ocasión que fui al médico porque empezaba con una gripe horrible, lo primero que me dijo al sentarme frente a él fue “debes bajar de peso, seguramente a estas alturas ya tienes diabetes. ¿Tienes familiares con diabetes?” y sólo rodee los ojos esperando que el sermón de asumir algo terminara. 

Porque no, no tenía ni tengo diabetes. 

Cito a Magdalena: “Da igual si una gorda está sana o enferma. No merece que la discriminen. Importa un carajo si el motivo de su gordura es que tiene ansiedad, está hundida en una depresión, tiene un problema hormonal, está en tratamiento de quimioterapia o simplemente come ‘mal’. No merece que la discriminen. Importa tres pepinos que sea una gorda que odia el deporte o sea una gran deportista olímpica. No merece que la discriminen. Da igual que su comida favorita es la hamburguesa o la ensalada, si va en silla de ruedas o hace footing, si le gusta jugar a videojuegos o prefiere bailar. No merece que la discriminen bajo ningún concepto”

Es claro que muchos seguimos cargando con el “chip” que alguien, horriblemente, nos enseñó sobre los cuerpos “bonitos” y los “feos”, pero conforme avanza la sociedad y hay más personas hablando de lo que nadie quiso escuchar alguna vez, podemos terminar con esta forma tan cruel de dañar a una persona sólo porque no es igual a lo que siempre se nos ha dicho es “saludable o bien visto”. 

Ser gordo no es sinónimo de tener menos valor. Tenemos derecho a existir y ser felices, como todos.

Foto de Laura Tancredi: https://www.pexels.com/es-es/foto/bikini-mujer-modelo-sin-rostro-7065077/

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