En la actualidad el entretenimiento se basa en desnudar la intimidad de las personas, al menos en redes sociales podemos observarles compartiendo fotos y videos cada vez más personales, incluso poniéndose en posiciones comprometedoras. También es evidente que mucho de lo que tiene potencial viral en internet está ligado a la violencia o ideologías retrógradas.
Con el auge de las redes sociales y el consumo de contenido durante la pandemia, las y los internautas comparten sus momentos más íntimos con sus seguidores o contactos. Desde pláticas largas en podcasts de entretenimiento hasta confesiones de delitos en programas de entrevista o lives donde graban todos sus momentos del día, desde la elección de su ropa (outfit) hasta dejar una transmisión en toda la noche mientras duermen.
Según el Digital 2022 Global Overview Report un usuario promedio pasa casi siete horas en internet y de ellas un promedio de dos horas con 27 minutos en redes sociales, lo que representa un 35 por ciento.
Si bien el dato anterior resulta algo revelador, en muchos de los casos y más durante la pandemia los tiempos el consumo de contenido en redes alcanzó tiempos más prolongados, incluso causó desvelos…
La forma en la que las personas invierten su tiempo en redes sociales es diversa: por poner unos ejemplos, en TikTok puedes encontrar desde una persona que te cuenta sobre sus problemas de salud mental y cómo los está superando, profesores dando regularización a cambio de aportaciones voluntarias, una voz en off te cuenta cómo prepara el lonche de su pareja que trabaja muy duro en Estados Unidos, hasta una pareja que te platica sobre su relación sexo-afectiva a detalle, las situaciones de discriminación que viven por estar tatuados en todas partes de su cuerpo, sus pleitos familiares o las veces que en el pasado sus problemas de pareja llegaron a la violencia física.
En materia de chisme, desde el auge de la televisión los programas de entrevistas han dado de qué hablar, ahora en la era digital y el streaming se adaptan y siguen marcando agenda. Para muestra, los “salseos” de YouTube y la entrevistas con Yordi Rosado. En este último programa personajes como Roberto Palazuelos y Andrés García confesaron haberle disparado a personas o Luis de Llano confesó haber estado en una relación con Shasa Sokol cuando él tenía 39 años y ella 14. Los casos antes mencionados se han vuelto virales y resultaron con repercusiones legales entre los implicados. En palabras de Yordi: ¡Qué grueso! ¿No?
Por otra parte, el pasado 27 de marzo se llevó a cabo la 94.ª edición de los Óscar, organizada por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, llevada a cabo en el Dolby Theatre de Los Ángeles, un evento que pareciera cada vez una estrategia de mercadotecnia que una gala que recibe a lo mejor del séptimo arte.
El momento más comentado de la noche, al contrario de otras ediciones, no fue cuando se entregó la estatuilla a mejor película sino cuando luego de un “chiste” —sí, entre comillas, porque de comedia podemos hablar en otro momento— que retomó como premisa el aspecto físico y una enfermedad de Jada Pinkett Smith, el comediante Chris Rock recibiera una bofetada en su mejilla por parte de Will Smith.
Como es costumbre en internet, donde opinólogos se gradúan con honores cada vez que hay una nueva tendencia, nacieron teorías a propósito de lo sucedido: desde personas que aplaudieron o desdeñaron el comportamiento del ganador del premio a mejor actor, hasta quienes aseguran que todo fue planeado con intereses comerciales de por medio o quienes invitan a pensar que no hay mejor espectáculo para unos multimillonarios (en su mayoría blancos) reunidos en una sala que ver a dos afrodescendientes protagonizar una pelea.
A decir verdad, las personas que se dedican a escribir televisión, storytelling o a la mercadotecnia estarán familiarizadas con el “WOW Moment”: una sorpresa que logra una conexión con la audiencia con un objetivo específico. Difícilmente se sabrá si en realidad ese momento sorpresa fue planeado o fue por serendipia, lo cierto es que el evento de los Premios Oscar se disparó en rating a 15,4 millones de espectadores y tuvo un aumento del 68% de audiencia.
Si algo queda claro es que para este tipo de espectáculos, los comportamientos machistas disfrazados de chiste al utilizar el cuerpo y enfermedad de una mujer son dignos de risa y la hipermasculinidad traducida en violencia física son dignos de aplausos y premios. Asimismo, que la violencia es una forma de captar la atención de las audiencias y que sea replicado en redes sociales digitales en posteos y memes donde estos comportamientos son normalizados. Nada nuevo bajo el sol, pues la violencia es normalizada incluso antes de la aparición de los medios de difusión de información incluido internet.
Sobre esa misma línea, hay un pleito que le ha dado mucha distracción a los problemas derivados de la pandemia y el confinamiento y es que dos señores nacidos a mitad del siglo pasado que ya estaban fuera de los reflectores “revivieron un pique” que le ha regalado a la audiencia risas y distracción. Alfredo Adame y Carlos Trejo han protagonizado “enfrentamientos” en distintas formas y foros donde la violencia esta vez no es digna de asombro sino de carcajadas; pero, a final de cuentas, parte primordial del espectáculo.
Los productores y consumidores de contenido en internet durante la pandemia nos habituamos a desnudar nuestra intimidad. Los formatos y plataformas con más auge en los últimos tres años son los que nos permiten presentar más de nuestra cotidianidad con otros usuarios: stories de lo que comemos, lo que escuchamos, lo que consumimos, lo que logramos, lo que vemos y lo que “nos hace diferentes”; consumimos contenido específico que nos vuelve parte de una comunidad que no conocemos o que creímos que no existía, la ventaja (o desventaja) de que el contenido en internet sea tan amplio y variado es que lo gustos, decisiones o carencias que nos hacía diferentes, hoy nos vuelven un número más de una estadística donde habrá alguien dispuesto a venderte algo o utilizar esa información que ya aceptamos dar desde los términos y condiciones para crear algo que sea de tu interés y puedas consumir.
Si bien es cierto que las personas que no tienen fama en internet también ponen su intimidad muy visible, las personas famosas o “influencers” es básico que lo hagan para generar una comunidad más sólida y “cercana” por eso no es casualidad que las personas famosas cuentan su vida y se pongan en situaciones incómodas que puedan, muchas veces, tener implicaciones legales.
Por último, pero no menos importante, la violencia sigue normalizada hasta lo más profundo de las audiencias, es casi imperceptible en algunos casos pero muy evidente en otras situaciones; los intentos por denunciar, evidenciar y darle castigo a quienes tienen como forma de vida la violencia en cualquiera de sus presentaciones son cada vez más fuertes y organizados, por tal motivo, se considera que la gente cada vez más abre los ojos sobre estos problemas con la intención de cambiar hacia un mundo mejor. No todo está perdido, al contrario, las nuevas formas de consumo y las nuevas generaciones tendrán en sus manos el cambio social.