agosto 25, 2021

Las coordenadas del placer

Reseña del libro Penny Black de Marisabel Macías

By In Reseña

“Cada parte de mí, y cada coordenada, corresponde a una carta enviada a cualquier lugar de su memoria. Soy la que no teme gritar que necesita ser encontrada”.

-Marisabel Macías, “Penny Black”.

“¿Qué es lo que deseo?”, es una pregunta que no me había formulado hasta hace un año. Antes pensaba, ¿de qué tengo ganas?, ¿se me antoja algo?, ¿qué hago?, ¿pedir es capricho? ¿soy necia o intensa? Estos cuestionamientos solían estar acompañados por argumentos que intentaban validar las respuestas para ayudar a disminuir “la culpa” que a veces sentía por querer hacer, decir, comer, sentir, hablar, tal o cual cosa. No me percaté que casi nunca usaba la palabra deseo.

Una raíz creció en mi mente, brotó de la semilla patriarcal que se siembra en una sociedad como la nuestra que nos instruye a pensar en el erotismo como una categoría limitada al placer sexual, y al placer de la mujer como algo subordinado al hombre y sus expectativas; su abrazo firme impedía que yo tuviera una visión clara de mi eros. Sin considerarlo como una fuerza interior, era incapaz de desear abiertamente. Para mí, era constante mi salto hacia el deseo partiendo del otro y no de mí; creo que consideraba el deseo como algo mucho más elevado, como un sinónimo de imposibles o que sólo era aplicable en un contexto sexual. Esto fue autocensura, limitar mi erotismo y placer.

Para encontrar los márgenes limitantes, valdría la pena preguntarnos:  ¿qué es el erotismo?, ¿qué es el placer y desde dónde lo sostenemos, cuál es el uso que le damos? Podría parecer una pregunta sumamente amplia partiendo de la forma en que se socializan estos temas para las mujeres. Por suerte no estamos solas, hay pensadoras, escritoras que desde hace muchos años reflexionan y hablan sobre el deseo: Marisabel Macías, es una de ellas.

Poderosa escritora mexicana que exuda deseo, Marisabel me guío por una reflexión gozosa en los 22 relatos eróticos que componen su libro Penny Black, Premio Estatal Ciudad de La Paz (2014) y publicado en 2015 por el Instituto Sudcaliforniano de Cultura. Sus versos no fueron respuesta, pero sí marea resignificante del erotismo como algo más allá de la ola efímera del orgasmo y el placer sexual, una puerta para explorar el erotismo como energía, luz y libertad. 

Desear solo cuesta un penique

Penny Black fue un disfrute, una experiencia que despertó mis ansias por más. En este libro encuentras a mujeres que narran su vaivén por el amor, el deseo, recuerdos, nostalgia, aquello que se preguntan, lo que les duele, aprisiona o piensan en su intimidad. Deseando fuera de la norma, tejen en su camino erótico su necesidad por ser descubiertas y aunque de forma breve, exponen con bastante fuerza y diversidad el ímpetu por vivir.

Portada de Penny Black, publicado en 2015

Con estas 22 historias, Marisabel lanzó una botella al mar, cuyo contenido me convirtió en destinataria y en botella. Destinataria de sus letras que me impulsaron a navegar por el deseo, los anhelos, el amor, el dolor, la masturbación y la curiosidad por conocer más lo que mueve a sus personajes. Y botella al mirar en mi interior lo que provocaban sus letras en mi memoria y experiencia.

Sus relatos son un recorrido por aquello que nos trastoca y excita, pero no físicamente, no se explora el placer desde el efecto que tienen los estímulos externos en nuestras cuerpas, no es sobre lo que nos toca, sino el placer desde adentro, alejada totalmente de las narrativas eróticas manejadas desde la mirada patriarcal. Marisabel coloca a la mujer como propia emisora, anhelante del placer, porque en sus letras no importa lo que penetra a una mujer, sea cuerpo o pensamiento, lo que nos lleva a la cumbre en la lectura es cómo la mujer usa su poder erótico para penetrar en su realidad y apropiarse de su camino.

En mi recorrido por este libro erótico, descubrí el goce que siente una mujer al enviar cartas a extraños para construir el placer entre las letras; también el que subyace reconociendo lo que nos atraviesa y conforma nuestras historias, porque hay placer en identificar aquello que nos marca y sostiene. 

Con otro relato me cuestioné por qué aún no se habla lo suficiente de la masturbación y cómo un acto tan individual, de autocuidado, está rodeado de estigmas y enfocado hacia la mirada masculina. Marisabel me compartió el deseo de una mujer divorciada, enamorada de un “mocoso” universitario y lo que transcurre en nuestra mente mientras elegimos desear algo “que no deberíamos desear”. Sentí con fuerza el cuento de “Castiguemos a las niñas malas” y recordé a todas aquellas que siguen siendo señaladas por hablar abiertamente de su gusto por el sexo, por ser feminista, recordé el castigo que hay hacia mostrar señales de libre albedrío, de empoderamiento, de control sobre nuestras cuerpas. ¿Cuántas veces hemos sido señaladas como “niñas malas”?

Navegando en las páginas del libro, llegué a una playa paradisiaca para recordar y repensar el orgasmo como energía creativa que nos dota de la capacidad de crear universos, inclusive bajo la mirada del sol más inquisidor. Fui por un instante una madre reconectando con el placer y aquello que nos hace viajar por los recuerdos; en otra historia sentí el deseo que subyace, al reconocernos atrapadas, de reapropiarnos de nuestra libertad o aquello que sentimos arrebatado por otros, y cómo esta emoción late con gran fuerza aunque en el proceso podamos experimentar cómo la pena puede ahogarnos.

¿Qué deseo? y si no puedo desear ¿qué necesito para desear? Leer Penny Black puso frente a mí varias opciones para continuar en el viaje de conectar con el deseo: hay que resignificar, entregarse al placer, intercambiar experiencias, entregarnos a las sensaciones; reconocer nuestra necesidad como mujeres de ser vistas, narradas, leídas…encontradas como esas botellas que se lanzan al mar llenas de historias, placer y esperanza.

Marisabel Macías

La sensación de haber leído tanto en 80 páginas, experimentado distintos espectros de lo que puede significar el erotismo, me recordó mucho un texto que la propia Marisabel revisita y comparte en talleres, así como en tertulias virtuales:  “Los usos de lo erótico”, de Audre Lorde. Un texto que busca reivindicar el poder del erotismo, una energía vital que vive en toda mujer y nos permite conectar con nosotras, otras. En estos intercambios eróticos que propone Lorde, yace una creatividad profunda y una herramienta con la que se puede labrar un camino lejos del patriarcado, el racismo y el antierotismo. 

Dicho esto, siento que Penny Black, es un intercambio erótico de historias que estimulan los pensamientos sobre qué es lo erótico desde una mirada ajena del patriarcado y los límites que impone. Y como dijo Marisabel mientras compartía sentirpensares con otras mujeres sobre el texto de Lorde en una tertulia virtual en Facebook, las mujeres sobre lo erótico tenemos algunas tareas: cómo despatriarcalizar el deseo, el placer, la concepción de lo erótico, desde lo individual, cómo hacerlo desde lo colectivo, y si el erotismo tiene un sentido totalmente patriarcal, que es muchas veces visible al hablar de estos temas con otras mujeres, nos tocará reinventar el lenguaje erótico desde el feminismo. 

Más de esta desvelada: “El vacío es tu universo”, ¿Cómo navegar entre el dolor y el trauma? Este ensayo es un acercamiento a la posibilidad de narrar lo que nos vacia.

El sello que hizo historia

Penny Black fue el primer sello postal adhesivo utilizado en el mundo. Creado en Inglaterra, costaba un penique y tiene la efigie de la reina Victoria. El tiraje fue reducido y cada sello contaba con las coordenadas para ubicar su lugar en la hoja de impresión. Pensar que podría ser posible juntar todos los sellos y reconstruir las hojas del tiraje original me emocionó mucho. ¿A qué lugares llegaron todos esos sellos? El Penny Black estuvo en circulación alrededor de un año. 

Tira de sellos postales Penny Black

Aunque el tiraje de este sello duró muy poco, sé que las palabras, tertulias, espacios y proyectos que gestiona Marisabel perdurarán, serán olas que seguirán haciendo más grande esta marea que cobija a muchas mujeres en este camino erótico. Porque además de escritora, Marisabel es filósofa feminista, erotóloga y futura maestra en Estudios de la Mujer por la UAM-Xochimilco. Trabaja desde la literatura y el feminismo el erotismo y reflexiona constantemente sobre “¿Qué deseamos las mujeres? ¿Cómo exploramos nuestro propio deseo, cómo sabemos cuál es su origen y de qué parte de nuestra historia proviene?”. Comparte con gran placer sus pensamientos en su faceta de tallerista y promotora cultural independiente, coordinadora de círculos y tertulias feministas en diversos espacios así como co-fundadora del proyecto Círculo Literario de Mujeres.

Tuve la oportunidad de conocerla hace un año, y cambió mi vida después de tomar su taller de erotismo con perspectiva feminista. Guió y embatió mi ser con una cadencia delicada y constante de preguntas, las cuáles me ayudaron a validar y reestructurar una parte vital de mi historia como persona con discapacidad, con ellas pude notar cómo en mi relación con el dolor, mi poder erótico había sido el más grande mediador y fuerza para enfrentar todo. Y al leer estos relatos hizo crecer mi asombro por lo que continúa haciendo por muchas mujeres y nuestro derecho a gozar.

Tras esa experiencia, puedo decir segura que Marisabel dejó una coordenada en mí y es muy probable que en varias mujeres que la han conocido  y se han deleitado por sus saberes, sentires y pensares. Sé que de reunirnos formaríamos una hoja bellísima de impresión, llena de tintas diversas, creando un mapa erótico, una evidencia de la fuerza que existe cuando las mujeres comparten lo que desean, anhelan, lo que les roba suspiros, les da placer y hace vibrar. 

Marisabel envió 22 cartas en Penny Black y continuamente lanza misivas en su vida como tallerista y filósofa, apela a nuestra memoria, nos hace cuestionarnos sobre qué es lo que nos da placer y cuáles son las coordenadas que crearíamos si enunciáramos abiertamente lo que nuestro ser desea. ¿Cómo luciríamos si fuésemos un mapa dibujado solo con las coordenadas de nuestro deseo? El placer es una ruta interior a la que Marisabel nos invita y recuerda que tenemos derecho a explorar o descubrir parajes lejanos de la vista machista, a sentirnos libres de compartirlo si nos place y a no ser juzgadas por ello. El erotismo nos invita a ser valientes superando el miedo a gozar de la vida, a crear, a gritar que deseamos ser encontradas.


Para seguir explorando sobre el erotismo con perspectiva feminista, les comparto algunos links:

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