junio 28, 2021

Mature Decedere

By In Enigmas

Desde que comenzó la pandemia no sé qué día es, o qué hora. Pero tengo otros modos de marcar los eventos: si tengo que salir a la calle, si tengo que despertarme o no, o si tenemos un funeral al que ir.

Esa fue la diferencia ese día.

Una solitaria muerte anunciada por una lectura mediocre de tarot: “si no cambia su manera de ser, va a morir sola”, decían las cartas. Sonaba exagerado y falso. Es tarot, después de todo.

“Explorando los restos de un edificio de oficinas, hablé con este viejo malvado a través de una mirilla en la pared de un sótano fortificado. Preferiría dejar que la comida se pudra antes que intercambiarla contigo, si pensara que lo estás engañando. Lo dejé revolcarse en su propia miseria”, explica Omegaland -una baraja que centra su historia en un mundo distópico-, para la carta profética: Cuatro de Oros.

La carta dice “Posesividad”. La definición: “Actitud posesiva y dominante de una persona sobre otra”. En este caso, era algo distinto… Todo tenía significados diferentes a los que pensé inicialmente.

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“Se murió tu tía Lucía”. En mi estupor de recién estarme despertando, pregunté: “de qué?”

“De ese… Cochino virus.” fue la respuesta de mi papá. Sin profanidad, sin gritos. Porque en ese lado de la familia no se hace uno de gritos y de espectáculos.

No había nada más de información, no había velorio para el cual necesitara instrucciones de mis amigos. Nadie tuvo que decirme cómo actuar esta vez porque nadie sabía cómo actuar. Era una situación completamente diferente.

Un entrar y salir, llorar, limpiarse, firmar, enterrar e irse.

Eso fue todo. Una camisa negra, un pantalon negro, no es mucho que pedirle a mi guardarropa de todos modos. Más que un virus, fue un enemigo invisible, insidioso y que todo consume: depresión.

No había otra explicación para que una persona relativamente joven abandonara todo y se dejara ir por haber estado sola por una semana. No cuando se tenía todo a la mano, hijos, familia, apoyo, trabajo… Al menos, ese era el único culpable que pudimos encontrar.

“Le marqué, pero se puso muy mal (empezó a llorar mucho) y me colgó”.

“No quiere que se le haga nada, no sigue instrucciones”.

Llegamos al hospital, únicamente los familiares directos estaban permitidos, y eso, sólo dos. Se hizo no-se-qué para que entraran tres. Seguimos la camioneta de SEMEFO hasta el cementerio y los enterradores, cubiertos por completo con equipo de protección personal, depositaron el ataúd en el agujero.

No hubo rezos, no hubo flores. Se le permitió a la familia acercarse algunos minutos, pero nada más. El ataúd estaba sellado. Recuerdo a mi prima apretando un crucifijo contra su pecho, a mis tías llorando, pero tranquilas. Ningún alarido.

“Ya nos tenemos que ir, nada más rezamos rápido, pero desde más lejos porque el virus sigue vivo.”

No sé si fue sólo por que hay médicos y enfermeras en la familia, porque la cultura y la educación nos demandan la aceptación de la muerte o si fue completa ironía que algo que no existía en ella hacía un mes de pronto viviera más que el cuerpo que habitaba.

Se hicieron los rezos, no se dijo nada, y se desbandó la procesión fúnebre tan rápido como se juntó. La tierra estaba echada y no había más que hacer que regresar a la vida normal, tanto como fuera posible.

Written by Mavrick

Si hubiera que elegir dos viajes que marcaron su vida serían: 1.- Orlando, Florida, por Disney. 2.- Wisconsin, porque ahí se casó. Ahora, vive entre Oshkosh y Durango, donde comparte casa con dos perros, Toby y Niki (como Lauda), y tres gatos, Ocho, Viernes y Lunes. Toda la pasión que no encontró al fondo de las botellas de Jack Daniel's, la encontró en el disgusto que le provocan los gustos populares. Ávido proponente del "en mi época...". Le resulta más fácil escribir en inglés que en español, yet here we are. Justo cuando pensaba que todo lo que se necesita para ser buen escritor es dejar su esquizofrenia volar, se enteró que Poe era alérgico al alcohol y Conan Doyle creía en los médiums. Y al final, nadie es lo que uno cree. Cada día más excéntrico y menos lógico, sociópata por diagnóstico, infantil por decisión propia.

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