junio 22, 2022

Outing: otra forma de violencia

By In Ensayos

Este texto se creó en el taller de Periodismo feminista con enfoque de género de la #EscuelaDesvelada.

Siempre se habla sobre las diferencias entre personas, las cualidades que las hacen destacar, sus gustos musicales o si ponen o no la leche antes del cereal. La realidad claro está es que al final todos somos iguales, incluso si no nos damos cuenta. En gran medida puedo decir que mi vida es normal, si bien vengo de padres divorciados, mi mamá siempre estuvo ahí para sacarme adelante en las buenas y en las malas. Actualmente tengo un hermano descendiente de un nuevo matrimonio de mi mamá, para muchos sería un hermanastro, para mí es simplemente un hermano, además el ser el hermano mayor toma mucha inspiración sobre mí por lo que siempre existe una presión de no hacer las cosas mal. Y luego están mis amigos, de los cuales podría dividir en grupos, los que conozco desde mi infancia y que a pesar de ser pocos siguen conmigo, las personas que conocí en la universidad y pareciera que conociera desde siempre y aquellas personas que conoces por azares de la vida en diferentes situaciones. Prácticamente hacemos lo que hacen todos los amigos, salir a tomar algo, quejarnos de los carbohidratos que consumimos cuando la pasamos bien, lidiar con las desilusiones amorosas de todes y estar al pendiente de todo logro por más mínimo que sea. Así que podemos decir que soy una persona como tú, el vecino o un compañerx de trabajo y como toda persona, siempre hay algún secreto que quizás nos puede hacer sentir diferentes al resto, en mi caso es mi atracción hacia personas del mismo sexo.

Para muchas personas un secreto así puede no ser la gran cosa, para otras puede ser una abominación y como todo secreto tarde o temprano tiene que salir a la luz, aunque no siempre de la manera que esperamos.

“A veces cuando las personas se asustan, dicen y hacen cosas malas…” Como buen cinéfilo, es una frase de Paranorman que siempre intento mantener en mente. La historia de cómo fui “sacado del clóset” inicia de la manera menos esperada y cuya revelación cae en una falsa amistad. Durante toda mi infancia y adolescencia crecí bajo una epoca de los noventas en donde hablar sobre homosexualidad era sinónimo de algo malo, todo esto gracias a la sociedad, la religión y aquellos espacios en la televisión y cine en donde un personaje homosexual era utilizado sólo para mofarse y perpetuar una idea errónea en una sociedad religiosa y machista como lo es la mexicana.

Paranorman de Laika Studios

Como muches adolescentes que se sienten atraídes por personas del mismo sexo, gran parte de mi vida me vi obligado a ser un actor para mantener un secreto y poder co-existir con los demas, luego llegó un punto de quiebre en el que ya no pude ocultar esos sentimientos y poco a poco empecé a hablarlo con mis amistades de confianza para darme cuenta que me encontraba en un lugar seguro. Por mucho tiempo empecé a ganar seguridad sobre quién era, para mí nunca existió un “soy gay” al hablarlo con mis amigues, simplemente les decía cuando me sentía atraído por un chavo y era suficiente para que me brindaran su apoyo sin juzgar mientras hablaba con normalidad sobre ello. En el grupo de amistades que te presenta la vida llegué a conocer a varias, incluyendo a una persona al hacer unas fotografías para una campaña de deporte urbano en donde se iba a utilizar el parkour, por lo tanto lo nombraremos como Parkour o Persona parkour. No me abrí con él desde un principio, debo aclarar, sin embargo con el paso del tiempo mostraba ser una buena amistad y poco a poco fui teniendo confianza. Sabía de mis preferencias de la misma forma que lo habían hecho muches de mis amistades, aunque cuando llegaba a estar con las suyas no me sentía seguro de hablar sobre mí, debido a lo homofóbicos que podían resultar los comentarios de varios de sus amigues y de los cuales él parecía sólo seguir la corriente para evitarse problemas de discusión.

Una tarde una imagen homofóbica durante el mes del orgullo apareció en mi muro, era una imagen donde usaban personas trans, gays y drags para desprestigiar el movimiento, pidiendo que en lugar de hacer marchas por el colectivo LGBTQ+ se hicieran mejor para pedir derechos para los indígenas. En medio de mi rabia al ver como la finalidad de la imagen era desprestigiar a un colectivo y no tanto por lo que se redactaba, compartí la imagen en mi muro en defensa a los derechos LGBTQ+ y con una explicación de por qué era homofóbica esa imagen y cómo gente (en donde usé un insulto para describirlas) se encontraba comentando cosas negativas. Mi post pasó desapercibido por varios días, sin comentarios o reacciones.  Días después Parkour compartió esa misma imagen apoyando su contenido y bajo un texto en el que escribía que era más importante hacer marchas para lo que pedía la imagen o para la naturaleza, que incluso era mejor hacer una marcha para todos que para sectores que pedían derechos o justicia como feministas o LGBTQ+ pues así sería más fácil.

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Yo, un poco sorprendido pues tenía otro concepto de él, comenté su publicación diciéndole cómo durante las marchas del orgullo también se incluyen personas indígenas y el porqué de la importancia de estas marchas. Su postura siguió siendo igual tanto conmigo como con otras personas que le explicaban lo homofóbica que era la imagen y el porqué existían marchas en diferentes sectores de la población. Decidí simplemente no seguir comentando.

A la mañana siguiente todo parecía ir normal, salvo un detalle del que me percaté a los pocos minutos de despertar, había varios whatsapp en mi celular, incluso en el grupo familiar y un comentario en facebook que cambió mi vida. Parkour, a quien creía mi amigo, me había sacado del clóset frente a todas las personas que me conocían utilizando aquel post que no había tenido reacciones revelando aquel secreto mío y pidiéndome que mejor saliera del clóset pues era hipócrita no hacerlo. En ese instante sentí como si me arrebatara aquella única cosa de la que yo creía tener control sobre cuándo, cómo y con quien compartirlo. Las personas ahora sabían sobre mis preferencias, mi familia lo sabía, mis conocidos lo sabían y toda aquella barrera y actuación que había mantenido por protección con varias personas se había ido abajo. 

Ilustración de Aaron Cepeda

Los días siguientes fueron una tortura dentro de mi hogar pues ahora tenía que lidiar con una verdad que no debería ser mal vista, aún lo hago. Las amistades de aquella persona que llegue a considerar amigo le aplaudían lo que hizo.  Yo me sentía mal, pero muchas personas sólo me decían que era tonto sentirme así por eso o incluso molestarme con esa persona. En aquel momento pasaba por una depresión muy fuerte por lo que creí que lo que me decían era cierto y yo sólo estaba exagerando, sin embargo una parte de mí sentía como si hubiese sido vulnerada y sumado a cómo habían reaccionado familiares y conocidos no fue algo fácil, al grado de que en un momento de desesperación llegué a considerar opciones drásticas hacia mi vida. No fue una época fácil. Llegando de nuevo con mi lado cinéfilo y citando a El Señor de los Anillos, la mejor manera para explicar lo que pasaba dentro de mí eran unas preguntas puestas por Frodo “¿Cómo retomas el hilo de tu vida? ¿Cómo continuas cuando en tu corazón empiezas a entender que no hay manera de regresar?” En aquel momento yo había dejado de ser un actor y me dolía, pero al parecer nadie entendía eso y todo era una exageración. Luego todo cambió, Paranorman regresó a mi vida y me recordó aquella frase sobre las cosas que hacen y dicen las personas al tener miedo. Comencé una búsqueda en google y descubrí que aquel dolor que sentía era debido a que lo que había pasado era una forma de violencia y tenía nombre: Outing.

Mi autonomía había sido violentada por alguien más y el sacarme del clóset sin entender mi vivencia y con intención de causar un daño no era algo correcto y existían más personas, incluso celebridades, que habían pasado por lo mismo. Al final todos somos humanos y nadie está exento. Aquellas preguntas que se había hecho Frodo empezaban a generar una respuesta en mí, la forma de retomar el hilo de mi vida no significaba tomar el mismo hilo. Ahora entendía lo sucedido y al sobrevivir a ello tenía que seguir con esta nueva vida y si bien la frase de Paranorman seguía en mí, eso no significaba que esas personas debían de seguir y para continuar tenía que sacarlas de mi vida e iniciar este nuevo viaje a ciegas que no había planeado pero había sido obligado a tomar, hacerlo mío y apoyar a quien se encontrase en algo similar con la esperanza de que a futuro el outing sea una palabra que ni siquiera siga existiendo, pues independientemente de la orientación sexual o la identidad de género, todos merecemos respeto a nuestra intimidad.

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