Ni siquiera me acuerdo bien el día que llegó, solo la vi en la puerta de mi casa como un día me vi yo, con mis maletas llenas de tiempo y de sueños.
Ella no sólo escucha de más, sino que sabe guardar silencio y escoger bien sus palabras y es una belleza verla preguntar cosas porque no le da pena. Eso me enseña ella, la inocencia de preguntar sin tanta ceremonia.
Tiene piernas fuertes y muy largas, parecen árboles con fuerza en sus raíces, sólo que ella no lo sabe y anda buscando sus propias tierras, así que llegó a la mía como un viento fresco que me ayudó a renovar los aires estancados de mi casa vacía. Y de un día para otro vivía con un hada.
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Dice que no sabe cantar y canta quedito como si nadie la oyera. Yo sí la escuché entonar unas buenas notas cuando no sabía cómo parar su cabeza pero con bien poquitas palabras callaba las voces de la mía y les sembraba ideas que ya había cancelado. Me enseñó del amor al agua porque a veces se volvía sirena y sabía bien cómo enfrentarla.
La conocí cuando mi vida se rompió y ella vio todo con sus ojos de almendra. Hablaba poco y le gustaban los lugares abiertos con sombra, todavía no habla mucho más que para decir lo importante y creo que si un día la vuelvo a encontrar será bajo la sombra de un árbol .
Dice que no es escritora pero lo escribe todo en una libreta y desde bien temprano busca claridad entre las hojas de un libro.
Me recordó el arte de cuidar de una misma sin sentir culpa y a inventar mis propios juegos. Porque ella inventa sus propios juegos y casi creo que si se acaba el mundo, ella tendría que con qué entretenerse .
Es más joven que yo, pero había días en los que solo éramos un hada y una bruja compartiendo humos y secretos. Y casi creo que va a extrañar el café que tomábamos para ver el amanecer. Yo no extrañaré tanto ese café pero sí todas las palabras que me llevaron a arreglar algunos pendientes de mi pasado .
Ninguna de las dos quiere llorar y tratamos de evadir que pronto cada quien tendrá que regresar a enfrentar sus realidades. A mí me gusta pensar que cuando vuelva de la mía, ella estará ahí pintando de colores la vida. Sé que no va a pasar pero sí estará en mi casa del corazón como el hada que me renovó mis ojos llenos de resignaciones.