Ruby asistió por primera vez a una marcha LGBTTIQ+ en la Ciudad de México a sus 35 años, por ahí del 2008, fue la primera ocasión en la que se sintió libre de vestirse y pintarse como quería y pudo expresarse totalmente para levantar la voz.
“¿Por qué tenemos que ir a la Ciudad de México a marchar si lo podemos hacer en nuestra comunidad?” se preguntó durante muchos años Ruby Villeda Cruz, presidenta del Colectivo LGBTTIQ+ Tequixquiac, estilista profesional desde hace 25 años, originaria de ese lugar en el Estado de México. Hasta el momento, lleva algunas victorias en su lucha periférica, como el primer matrimonio igualitario en la región y la creación de la primera marcha LGBTTIQ+ en su localidad. Sabe que el camino es largo todavía pero es importante crecer en colectividad y luchar con unión para lograr sus objetivos.
Cada año en casi todo el mundo se reúnen las poblaciones LGBTTIQ+ en las ciudades principales de cada país y también en las periferias, aunque con menor asistencia. En México, la marcha con mayor concurrencia ocurre en la Ciudad de México, tan sólo en 2022 asistieron más de 250 mil personas. Año con año aumenta la afluencia en la marcha y aunque representa una gran muestra de avance en las luchas LGBTTIQ+ también existen otras manifestaciones menores que resultan significativas en localidades donde el machismo, la discriminación y las violencias hacia este sector de la población están arraigadas en el tejido social.
Desde 1978, en México, existe un registro tangible de la manifestación por sus derechos de una parte de la población LGBTTIQ+ Aunque las diversidades sexo-genéricas siempre han existido y resistido en el país fue hasta esos años donde se congregaron.
Ruby reconoce los prejuicios sociales, tabúes, estigmas y las posturas conservadoras que existen en su localidad y considera importante descentralizar el movimiento y las luchas LGBTTIQ+; por tal motivo, en junio del 2021 organizó la primera marcha LGBTTIQ+ en la comunidad de Tequixquiac, en el Estado de México. Para ella, la unión de los grupos es indispensable: para la primera marcha, un grupo de jóvenes hicieron la propuesta a través de redes sociales, luego ella intervino y habló con el presidente municipal en turno para que este hecho histórico se lograra.
En 2023, la marcha LGBTTIQ+ en Tequixquiac tuvo como principal objetivo visibilizar y apoyar a las personas de la población con discapacidad: “La aceptación ha ido incrementando con el paso de los años, este será el tercer año consecutivo en el que nos organizamos, tratamos de que cada año venga más gente y se logre el objetivo, en esta ocasión la marcha está dirigida a personas con discapacidad. No me imagino lo que sufren, en primer lugar, la discriminación por su expresión e identidad de género y luego por sus condiciones que la misma sociedad no sabe cómo tratarles. Nos enfocamos en poblaciones diversas en pie de lucha”.
Desde hace tres años Ruby busca tejer redes con otras instituciones y colectividades en la zona norte del Estado de México para que más personas se unan a la lucha LGBTTIQ+: “Si todos pensáramos que existimos y resistimos todo el mundo cambiaría, hemos logrado el matrimonio igualitario, el cambio de identidad, hemos ocupado espacios en la política. Apenas a principios del año pasado logramos el primer matrimonio igualitario en Tequixquiac”.
Por muchos años el discurso del Estado ha permeado en el imaginario social etiquetando a la población LGBTTIQ+ como una minoría, sin embargo la Encuesta Nacional sobre Diversidad Sexual y de Género (ENDISEG) 2021 refiere que, en México, al menos 5.0 millones de personas se autoidentifican con una orientación sexual e identidad de género LGBTTIQ+. Ruby comenta que: “Los gobiernos piensan que somos minoría pero ya no es así, hoy en día la mercadotecnia maneja la inclusión este mes y se pintan con los colores de la bandera del arcoíris y después se van, pero las luchas y el movimiento siguen no solamente este mes, cada vez somos más”.
Además, según la ENDISEG, a nivel nacional el 67.5 % de la población que se reconoce como LGBTTIQ+ tiene entre 15 y 29 años de edad y 20.3 % está en el rango de 30 a 44 años; y el Estado de México concentra la mayor cantidad de población LGBTTIQ+ con 490 mil personas, seguido de la Ciudad de México, con 311 mil personas y Veracruz, con 308 mil.
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Otra forma de resistencia periférica surgió en el municipio de Teoloyucan, también en el Estado de México; con la iniciativa del movimiento Diversidad Teoloyucan desde el 2022 realizan eventos como conversatorios, talleres y actividades de recreación. Este año, a finales de mayo, decidieron llevar a cabo su segunda marcha en la que mejoró la asistencia con respecto al año pasado.
Con respecto a la descentralización del movimiento y las luchas LGBTTIQ+ Arturo Suárez, de 29 años, comunicólogo del municipio de Teoloyucan y parte de la población LGBTTIQ+ comenta que “todos esos movimientos que buscan el reconocimiento de los derechos fundamentales de cada persona, se han desplazado a distintos Estados de la República Mexicana, hay que recordar que al inicio siempre fue la CDMX la sede de las marchas, principalmente porque es donde se encuentran las instituciones líderes, sin olvidar que grupos de diferentes estados han llegado hasta acá para exigir justicia, o simplemente pedir intervenciones para solución sus quejas pues saben que es donde tienen más posibilidades de tenerla que en sus propios estados. Hay protestas importantes como la de Iztapalapa o Teoloyucan que no esperaron a que fuera junio para ocupar los espacios que nos pertenecen para ser escuchados”.
Con respecto a la evolución de las marchas y la aceptación social argumenta que prácticamente en toda la República Mexicana ya es posible acceder al matrimonio civil entre la población LGBTTIQ+, “en especial a las personas homosexuales y lesbianas porque las personas trans, binarias y no binarias todavía tienen problemas, de ahí de las actas de nacimiento y documentos oficiales que por ‘x’ razón les han sido negados, pero también se está luchando contra eso, contra la discriminación y la falta de capacitación de las instituciones gubernamentales para ofrecer un servicio sin desconocimiento a la hora de atender a la población LGBTTIQ+”.
Con respecto al matrimonio igualitario, Arturo asegura que la población LGBTTIQ+ ha ido evolucionando dentro de una sociedad donde era impensable que dos personas del mismo sexo se unieran en matrimonio civil. Desde su experiencia, habla de matrimonio civil y no religioso porque “la iglesia aún no quiere acceder a unir en matrimonio a la población LGBTTIQ+ y es triste porque que sí hay personas que desean el matrimonio religioso y más aún perteneciendo a una religión, incluso uno de los requisitos para ser padrino de bautizo o comunión era no ser homosexual o pertenecer a esa parte de la población. Claro que al entrar a la iglesia no te increpan sobre tu orientación sexual ni te niegan la entrada pero sí, tiene esas reservas en cuanto a la población LGBTTIQ+”.
Además, comenta: “ya no somos minoría, creo que hemos ganado terreno y ha sido para bien, porque hoy en día los más jóvenes pueden ver y darse cuenta que pueden ser ellos mismos y que son apoyados por sus padres, vemos una sociedad más tolerante, consciente y abierta en estos temas. Las nuevas juventudes ven todo diferente y cuestionan más; creo que la sociedad está siendo educada por las nuevas generaciones que se unieron al movimiento y a las luchas”.
Si bien los reflectores durante el mes del orgullo se concentran en las grandes ciudades también es necesario contar las historias locales que tal vez no tienen el mayor impacto visual debido a que hay poca asistencia, pero que en las comunidades significan señal de resistencia y contestación a una realidad con violencia normalizada.
Los testimonios de Ruby y Arturo dejan claro que el movimiento y las luchas LGBTTIQ+ también están en las periferias, aunque las manifestaciones en la zona norte del Estado de México hayan nacido hace muy poco y tengan apenas cientos de asistentes, son esfuerzos descentralizados que aportan a que los derechos de la población LGBTTIQ+ no sean vulnerados en el Estado de México.
Aunque Teoloyucan y Tequixquiac están a menos de dos horas de distancia (con suerte y sin tráfico) de la Ciudad de México sus realidades son distintas, mientras en la urbe se concentra la cultura, los avances progresistas y las manifestaciones rinden frutos, en la periferia persisten (cada vez menos) la estigmatización, discriminación y varios tipos de violencias. Hay que recordar que México tiene una deuda histórica con derechos de la población LGBTTIQ+ ya el país ocupa el segundo lugar mundial en trans feminicidios, además en el Estado de México las mujeres pobres, lesbianas, indígenas y trans son las más violentadas y siguen siendo invisibilizadas, anuladas, y castigadas: el Observatorio Nacional de Crímenes de Odio contra las Personas LGBTTIQ+ informó que 44.5 % de esos crímenes fueron cometidos contra mujeres trans con un total de 209 asesinatos entre 2014 y 2020.
Resistencias periféricas como las promovidas por el Colectivo LGBTTIQ+ y Diversidad Teoloyucan resultan necesarias en la zona más insegura del país, exigir los derechos de la población LGBTTIQ+ en el Estado de México es un ejemplo más de que la periferia existe porque resiste.