El culto y devoción a la Santa Muerte a menudo provoca una discrepancia o división de opiniones, en su mayoría a causa del desconocimiento de las prácticas o bien un prejuicio debido a que en el imaginario social se le asocia de manera negativa con asesinatos, muertes injustificadas, desapariciones, fosas clandestinas y que aquellas personas que son devotas se dedican a delinquir. Luego de sintetizar esta premisa decidí cubrir este tema con un enfoque sociocultural más que religioso:
En varias pláticas de sobremesa y algunas charlas de camión me preguntaba qué era lo que motivaba a las personas a este culto, cuáles eran las similitudes o diferencias con otras devociones que definen la idiosincrasia mexicana o por qué, principalmente, esta devoción tenía sus principales templos en el barrio más famoso de la Ciudad de México y en la periferia del Estado de México.
En la calle de Alfarería #12, en lo profundo del barrio de Tepito, cada inicio de mes asisten miles de personas a las misas que se ofrecen durante todo el día y la noche; también en Manzana 006, San Mateo Cuautepec, en la médula de Tultitlán, se encuentra el templo de La Santa Muerte Internacional con la figura más grande en el mundo de 22 metros y medio de altura. Más que ser dos de los templos más famosos en el país y compartir devotos hay una conexión familiar entre los dos recintos: Enriqueta Vargas, devota desde hace más de 60 años, instauró su altar aproximadamente en 2002 y se volvió la promotora principal del culto en todo el país. A la par, su hijo, conocido como el comandante Pantera, hace casi 17 años fundó el templo de la Santa Muerte Internacional que desde su muerte ahora es liderado por su hermana. La conexión entre los templos, se sabe, es un vínculo de devoción pero también un lazo familiar.
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Los motivos por los cuales asiste cada devoto son muy personales y diversos, al igual que en otras religiones las personas piden salud, estabilidad laboral, la cura de alguna enfermedad y a cambio hacen ofrendas, mandas y peregrinaciones.
Las personas creyentes en la Santa Muerte confirman que es un mito que la muerte se lleva a algún familiar tuyo cuando le pides algo, explican que la Santa Muerte funge como intercesora de Dios y que es ella quien pide permiso a él para ayudarles. Asimismo, aclaran que su religión no está peleada con otras ni busca ser la única debido a que la muerte está presente en todas las cosmovisiones. Expresan que la connotación negativa que se le ha dado a “la Niña Blanca” es producto del prejuicio, la ignorancia, por eso tienen las puertas abiertas para toda persona (sin distinción) a que conozcan más sobre sus prácticas y no dejarse llevar por lo que se ha dicho durante años.
Desde el año 2002 y hasta la fecha han incrementado el número de devotos a la Santa Muerte, como asegura Estrella López, devota desde hace 21 años y que asiste al menos 5 veces a la semana al Templo de la Santa Muerte Internacional, recinto que recibe, cada domingo, un promedio de 1,500 personas entre las 12 y las 3 de la tarde, ya que son los dos horarios fijos que tienen de misa.
Estrella López actualmente tiene 38 años, vive en el municipio vecino de Cuautitlán, Estado de México. Con respecto al inicio de su fe platica: “me ha podido ayudar a mi hija, que tiene 16 años, ella nació prematura de 8 meses, estuvo un mes y medio en incubadora y me dijeron que ella ya no iba a salir, que ya no iba a estar bien por tener problemas en los pulmones. Le pedí y me hizo el milagro y hoy está bien”.
Las ofrendas que dan las personas devotas van desde un dulce, una rosa, mezcal o varios tipos de alcohol, incienso, cigarros, marihuana, comida, fruta o dinero a modo de donaciones. Con respecto a cada ofrenda, hay una petición previa de cada creyente y es su decisión lo que entrega de forma física en su visita al santuario.
En ese sentido Estrella comenta: “Hay muchos hermanitos que vienen, les entregan flores, manzanas, dulces, pero es el agradecimiento porque ella ya cumplió en lo que los hermanitos les pidieron. Como te lo digo, el agradecimiento es de cada devoto. Si viene un niño y como no le venden el alcohol, le entregan una paletita o unos dulces. Ahora, los hermanos que vienen y dejan las botellas iguales por agradecimiento; obviamente a ella le debemos tener en un altar flores, alcohol, agua, sal, pan dulce para que ella interceda”.
Estrella López argumenta: “Dios no venció a la muerte, ella fue su guía para llevarlo ante el regocijo de Dios”. Además, recomienda a las personas “que lean y escuchen un poco de cada devoto, de cada hermano, su testimonio para que vean que nuestra Santa Muerte no es mala, al contrario. Ella te ayuda en muchas cosas que tú le pides de corazón, ella te escucha porque nuestra mejor oración es la del corazón, nuestra Santa nos escucha del corazón y ella sabe nuestras necesidades de cada uno de nosotros”.
Más que un dogma religioso, se entiende al culto y devoción a la Santa Muerte como un proceso cultural que cada vez toma más fuerza en México representado principalmente en los barrios de CDMX y en la periferia del Estado de México. No es una novedad que los contextos violentos les una o compare, sin embargo, al igual que otras expresiones de culto tiene una intención de sanación.
El culto y devoción a la “Santita”, como lo expresan las personas devotas, no está peleada con otras religiones en el mundo, entienden su expresión como un complemento a las cosmovisiones y no como una verdad única. En ese sentido, tiene elementos comparables con otras religiones aceptadas y normalizadas en el imaginario social: ofrendas, altares, mandas, peregrinaciones, misas, templos y festividades.
Por otro lado, es innegable la relación histórica de México con la muerte desde tiempos prehispánicos, la aculturación durante la conquista y actualmente el proceso de hibridación cultural que se vive en Latinoamérica.
El culto y devoción a la Santa Muerte representa a miles de personas que, al igual que muchas a lo largo de la historia, encontraron en deidades, figuras o fetiches una salvación, un cambio, una cura o un motivo para vivir.