febrero 13, 2023

Silencio

By In San Valentín

“Do you feel ashamed

When you hear my name?”

Phoebe Bridgers

Siempre estábamos hablando. 

Luego de un par de meses de ser amigos, nunca me imaginé que algún día podríamos dejar de hablar. No después de todo. Nuestra amistad, nuestra conexión se sentía demasiado fuerte como para disolverse, aunque nunca supe exactamente el porqué. Nunca supe por qué nada. Pero hablábamos.

Hablábamos casi todos los días, en persona o virtualmente. 

Hablábamos de todo y en todas partes. Hablábamos en esa grabación de un mes que se sintió eterna, pero en donde nos reímos y nos reímos y nos reímos. Hablábamos en la escuela cuando ninguno tenía clase, o después de clases en las gradas de madera que ahora son de cemento. Hablábamos en tu auto, con los asientos reclinados hacia atrás y música en el estéreo. Hablábamos cuando salíamos por comida y a platicar en distintos rincones de la ciudad. Hablábamos cuando me sentaba a tu lado mientras fumabas y el señor de los helados te veía feo porque me dejabas pagar el mío. Pero es que éramos amigos, mejores amigos.

Hablábamos por mensajes y audios cuando era noche, a veces hasta las dos de la mañana mientras jugabas Fortnite y yo entraba a rabbit holes del internet sobre cualquier nueva obsesión que tenía. Mensajes y audios en nuestros trabajos de medio tiempo. Mensajes y audios mientras yo estaba en festivales donde deseaba que tú hubieras ido. Mensajes mientras cada quien estaba en clase. Mensajes mientras había una conferencia seria de la escuela, haciendo bromas y luego diciéndole al otro que prestara atención. Mensajes sólo para pelearnos con stickers y luego reírnos. Mensajes y audios cuando cualquiera de los dos estaba ebrio. Mensajes cuando me regañabas por haberme embriagado y cuando yo te reclamaba porque habías vuelto a fumar. 

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Hablábamos por teléfono cuando íbamos a vernos en persona, si alguno de los dos iba tarde o no nos encontrábamos. Hablábamos por teléfono cuando necesitábamos compañía y siempre estábamos para el otro. 

Hablábamos y hablábamos y hablábamos. 

Hasta que luego de más de dos años, las respuestas dejaron de llegar.

Out of character. Eso era lo único en lo que podía pensar. Tú no eras así, no con gente que te importaba. O tal vez sólo creí que yo era tan importante para ti como tú para mí. 

Mis mensajes sólo eran respondidos, pero tú ya no iniciabas nada. Ya  no había selfies ni notas de voz ni fotos de lo que estabas haciendo para reclamar mi atención, ya ni siquiera sólo un mensaje con mi nombre, con mi apodo. Pero ya no soy Nik para ti. Porque llegó el silencio.

Silencio porque después de varias semanas, decidí esperar a que tú iniciaras aunque sea una conversación y eso nunca sucedió. Silencio porque toda nuestra conversación se borró cuando cambié de Android a iOS. Silencio que me hizo suponer que yo había hecho algo malo, algo tan malo que te obligó a alejarte de mi y romper nuestra amistad. Silencio porque ¿qué podría decirte? Silencio porque no quería pedirte explicaciones, aunque desesperadamente las necesitaba. Silencio cuando finalmente me atreví a preguntarte qué había sucedido. Silencio meses después cuando ya me había resignado y sólo recordaba nuestra amistad con cariño, me dejaste de seguir en redes sociales y después me bloqueaste. Bloqueada. ¿Pero qué demonios te hice? ¿Por qué estabas tan empeñado en borrarme de tu vida?

Lo peor fue el silencio cuando por primera vez en dos años nos vimos cara a cara. O al menos yo sí te veía.

Mírame. Mírame, eso era lo único que podía pensar. ¿Quién era este extraño acobardado, con hombros caídos y tensos que no podía ni verme a la cara?¿Quién era este extraño que me estaba ignorando deliberadamente aunque estaba a cincuenta centímetros de él? No podías ser tú. 

Pero sí lo eras.

Tal vez siempre lo fuiste, silencio esperando expandirse. Tal vez no soy la única a la que le has hecho esto, tal vez eso haces, hablas y hablas y hablas y luego… silencio.

Silencio que me pone mal si comienzo a pensar demasiado en él. Porque claramente mis sentimientos no te importaron ni te importan. Porque yo soy ruido, soy todas las palabras que me salen antes siquiera de pensar en cuál es mi punto. Soy risas y un tono de voz demasiado alto para mi propio bien. Soy la que te hubiera podido saludar y tratarte como una persona en lugar de ignorarte, a pesar de todo. Sin embargo parece que verme te recuerda algo que no quieres enfrentar y aunque jamás creí que me convertirías en tu Voldemort, o que serías el mío, así es.

Ahora eres silencio y te quise demasiado, pero ya estoy cansada –estoy tan cansada– de tu nombre y de pensar en cómo hacerte hablar de nuevo.

Written by Nikthya N. González

Escritora de diarios desde los 10 años. Estudió Ciencias y Técnicas de la Comunicación en la UAD, y un nivel de inglés en EF International Language Campus Toronto (aunque la verdad es que sabe inglés gracias a One Direction). Trabajó en comunicación social, luego como editora web de noticias y más tarde como coordinadora de editores. Sus escritoras favoritas son Mary H. K. Choi, Maggie Stiefvater y Jenny Han. Adora escribir sobre ella y sus alrededores, el verano, el mar, leer ensayos personales, los libros young adult, las pláticas que duran horas, los tamales, los dramas coreanos, las flores, las playlists personalizadas que Spotify le hace y clasificar sus películas favoritas en Letterboxd.

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