febrero 23, 2022

Este es el día de Narciso

By In Ensayos

No hubo modo ni decreto de amor propio que me salvara de un narcisista. Al final es más recurrente de lo que creía y casi estoy segura de que al menos una vez en la vida , todo el mundo amaneció oliendo a promesas, narcisos y el aroma del vacío en el corazón.

Y no importaba cuántos años, ni cuántos reportajes me hubiera leído de todas las violencias que enfrenta una cada día nomás porque sí. Así que ahí estaba yo, con la teoría feminista bajo las axilas sin depilar y siendo parte del 43 por ciento de  mujeres violentadas por su pareja en México, huyendo de una relación violenta que tardé muchos meses en descubrir. 

Creí que ya estaba inmunizada contra el Trastorno Narcisista de la Personalidad (TNP), pero no. No importa cuántas marchas, cuántas ceremonias, cuántos “te lo dije”, si no te sanas desde la raíz del dolor a la primera, tampoco lo harás a la segunda, ni a la tercera, ni a las demás. Y a los demonios hay que enfrentarlos al menos una vez en la vida. Ahora todo eso despertaba al lado mío y encima me decía “mi amor”. Y yo sintiéndome dichosa.

Foto de Jill Wellington en Pexels

A mí, la “deconstruida”, la que creía que había matado un poco al patriarcado tras cada marcha; a mí, con “hartos estudios”  y una cadena de terapias psicológicas y espirituales, sahumadas con todo y recios golpes de ruda; a mí, que ya un día casi me mata eso del  “amor bonito” en el que secretamente moría de ganas de volver a creer aún cuando ya sé que el amor romántico también mata; a mí, que evidentemente necesitaba una cachetada de humildad.  

La realidad es que la consciencia jamás se va de vacaciones y tarde o temprano te enfrentas contigo misma en cualquier esquina de tu vida, preguntándote qué carajos has aprendido hasta ahora.

Tal vez te interese leer: No diré su nombre, segunda edición: pequeños perfiles de historias de amor

Desayunaba, comía y cenaba información de narcisismo, preguntándome un poco si no también yo lo era, por elegirme siempre a mí, lo que además se podría traducir en mi empedernida soltería. Tras leer un sinfín de letras sobre el tema e investigaciones varias determiné que no, por el simple hecho de que de alguna manera, al principio o al final, siempre termino pensando en los demás, mientras que para el narcisista, nunca hay un “demás”. 

Y en plena crisis de los 40, a más de 500 kilómetros de mi ciudad de origen y sin amigas cercanas , me vine a dar cuenta de que Narciso es en sí mi relación más duradera. Aunque también empiezo a sospechar que todo el mundo es un poco narcisista, pero ahora también sé que el límite entre el amor propio y el narcisismo, siempre está en el abuso de las personas con este trastorno,  que dicho sea de paso, no es tan fácil de diagnosticar y tampoco se quita con una aspirina. De acuerdo con estimaciones de Forbes México, poco más de siete millones de personas tiene TNP, esto es casi tres veces la alcaldía de Iztapalapa, en la Ciudad de México. Eso sin contar a todos los que andamos sueltos, porque yo también tengo algún grado de narcisismo.

Con ese panorama, me rehúso a la idea de que después de haber sobrevivido a la era analógica, dos terremotos, cinco mudanzas y una pandemia, todavía tenga que maternar o paternar a alguien, según sea el caso, si es que quiero que me quieran un poquito. Como si no tuviera bastante trabajo ya con cuidar de mí misma

En el marasmo de veintes que me cayeron una tarde viendo el mar, entendí del eterno paso de Narciso por la alfombra roja de mi corazón, aprendí que todo se trata de intuición y autocuidado, de abrir los ojos e identificar las señales de alarma y saber el momento exacto de huir, de quererte un poquito y ser paciente en lo que  pasa la tormenta, en lo que te quieres un poco más como para jamás volver a permitir que alguien más esté encima de ti más que que para coger, y eso, si a ti te da la real gana.  

1 Comment
  1. […] Más de esta Desvelada: Este es el día de Narciso […]

    Reply

Leave a Comment