agosto 25, 2022

El método Desvelada

¿Cómo crear un medio con el corazón roto? ¿Cómo sostenerlo cuando su estrategia parece la receta para el desastre? A dos años de nuestro nacimiento va una reflexión sobre el camino que hemos recorrido.

By In Ensayos

“Long live

all the magic we made”

Taylor Swift

El mago está al centro de la lectura. Es junio, acabo de regresar a Durango y, en una reunión con mis primos, le pido a Mav que me lea las cartas porque su tarot tiene la virtud de decirle las verdades a quién pregunta -el mío es coqueto y tan positivo que usualmente parece sacado de un libro de autoayuda-.

El mago representa a un ser que puede crear o encontrar magia en lugares que para otros pueden pasar desapercibidos. Yo, que pregunté por mi vida amorosa, relaciono esa primera carta con el trabajo. El tarot de Mav, además, es apocalíptico: cuenta la historia de los que sobrevivieron -o no- y cómo lo hicieron. El mago lo hizo así, confiando en objetos extraños y abandonados y confiando en que sacaría magia de ellos. Mucho tiempo me persiguió la carta de la Luna, ahora me persigue El Mago y siento que esa relación me dice algo que apenas voy a empezar a comprender. 

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Uno de mis ensayos favoritos sobre periodismo es “Memorias de una joven promesa”, de Graciela Mochkofsky. Lo leí cuando se publicó por primera vez y, regresando a él cada tanto tiempo, leí la versión aumentada que Mochkofsky escribió para el libro Periodismo: instrucciones de uso. Ensayos sobre una profesión en crisis. El texto es un recorrido por la carrera de la autora, desde su infancia hasta su paso por Columbia, la fundación de El Puercoespín, la transformación a redacciones digitales. Además de volverme admiradora de  Mochkofsky, el ensayo fue una de las más fuertes afirmaciones de que siempre se puede crear el periodismo en el que se cree. La versión “nueva” me lo comprobó, cuando ya pertenecía a la #RedLATAM y también ya estaba empezando a crear La Desvelada en compañía de Rosa Sariñana, con este párrafo: 

“[…] Pero mis estudiantes no sienten nostalgia por el paradigma perdido. No esperan acomodarse a una industria que se desbarranca, ni aspiran a ser resignados empleados de una compañía. No. Vienen a crear su propio camino, con un poder que no tuvo ninguna generación previa: gracias a las redes sociales, pueden ofrecer una visión alternativa, una voz crítica que les pertenece y que hacen oír sin el permiso de nadie. Muchos aspiran a crear sus propios medios, y a financiarlos con el apoyo de comunidades que nunca tuvieron una voz en el periodismo tradicional.

Mis estudiantes entienden desde el comienzo lo que a mí me llevó una vida aceptar: que no hay una línea recta que lleve al destino deseado, sino un camino lleno de desvíos inesperados que con frecuencia te devuelven al punto de partida. Y te hacen volver a empezar”.

Releer “Memorias de una joven promesa” me llevó a comprar, en pleno 2022, Periodismo: instrucciones de uso. Ensayos sobre una profesión en crisis. Ahí, Martín Caparrós publicó “Periodismo Gillette y Periodismo Clic”, y Cristian Alarcón “Intervenciones creativas para renovar el periodismo”. 

Pienso en ellos -en el “Los contenidos anfibios viven en la pantalla, en el papel, en formatos radiales contemporáneos, en la escena. Pero el corazón es el mismo: la palabra y la narrativa, la densidad y la lectura de la realidad” de Alarcón. Pienso en Leila Guerriero y Pere Ortín cuando pienso en La Desvelada, en lo que es, en lo que espero que sea -como una mamá que tiene que soltar un poco-. En que la lectura Desvelada de la realidad va, en su mayoría, de aquello que nos atraviesa; como en esa cita sobre el trabajo de Vivian Gornick que Marisol me pasó cuando apenas íbamos por la segunda edición: “(los) ensayos memorialísticos, un género en el que confluyen el análisis del mundo y la subjetividad del punto de vista”.

Ilustración de Lluvia Argandoña

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“No hay nada más difícil y alentador que intentar abrir una puerta por la que quieres que quepa el mundo”. Elvira Sastre publicó esta frase en su cuenta de instagram el 15 de mayo de 2021. Nosotras habíamos comenzado a escribir apenas ocho meses atrás, y acabábamos de publicar nuestra quinta edición. No recuerdo qué había ocurrido pero yo estaba muy desanimada. Probablemente no ocurrió nada porque la realidad es que es muy fácil desanimarte cuando pones tu corazón en las cosas. Pero pronto, probablemente ese mismo día, empecé a descubrir lo que ya sabía desde otros aspectos de mi vida: que vale la pena ir a contracorriente si eso significa que siempre vas a ser ética y honesta. Luego, como una lamparita o como luciérnagas, llegaron también los amigos y los lectores que no conocemos en persona a decirnos que la cosa va bien, que ellos también nos ayudan a que se abra la puerta, que romper las formas siempre es posible.

No es sólo que sea complicado emprender con un medio que pelea por ser independiente, es además que no somos un medio tradicional: no somos un portal de noticias, ni siquiera publicamos cada mes y nuestro contenido son textos imposibles de clasificar. Voy a ser honesta: sé que eso suena mucho como una receta para el desastre. Pero yo siempre creí. 

Siempre he tenido una fe ciega en que esas estrategias de pirámides invertidas y notas que cuentan los caracteres son idea de unos señores a quiénes les dio flojera seguir creando un trabajo periodístico que vaya más allá de la superficie. Lo dice también Caparrós en “Periodismo Gillette y Periodismo Clic”:  “importa escribir contra el público -o, por lo menos, contra esa idea desdeñosa del público que se hacen muchos editores […] A favor de un público que quizá no exista, pero que sólo puede llegar a existir si creemos que sí -y trabajamos para él”, y lo dice Alarcón: “Son lectores pillos: buscan información, rigor, profundidad y belleza. Buscan textos que les permitan entender el mundo y, a la vez, que les otorguen argumentos para ganar las discusiones con sus amigos. Procuran emocionarse y entretenerse al mismo tiempo que se informan y forman. Usar recursos literarios y artísticos nos permite innovar, complejizar y oxigenar las estéticas periodísticas”.

Así se materializaron nuestros Desvelados. Los lectores que esperábamos llegaron desde la primera edición, cuando éramos cuatro textos y una ilustración. Y así se ha formado también el Team Desvelada: con personas que tienen cosas que contar -sobre sus obsesiones, temores, sobre su vida- y que desean ser leídas, escuchadas. 

En febrero de 2021, a los seis meses de creación, lanzamos nuestro primer especial: No diré su nombre: mini perfiles de historias de amor. Siempre digo que surgió porque Marisol y yo necesitábamos un desahogo, y para unirse escogí a las amigas que sentía que también lo necesitaban. El especial nos trajo muchos nuevos lectores, y sin saberlo, ahí plantamos lo que ha sido, desde mi perspectiva, el ingrediente más importante del método Desvelada: la vulnerabilidad. 

En el taller Archivero de ideas, con Paola Carola, nos pregunta las cosas que todo producto debe responder:¿quién es tu usuario?- y también ¿cuáles son los puntos de dolor de tu usuario y qué le hace falta? Para responder la primera pregunta, pienso inmediatamente en una cita de Miss Americana, el documental que explora la vida de Taylor Swift después del escándalo con Kanye West, mientras escribe Lover y hace una gira mundial con Reputation: son usuarios que quieren amar el glitter y también estar bien informados y tener una opinión respecto al mundo, sin que una cosa excluya a la otra. Es decir: no quieren ser encasillados en una cajita de lo que puede o no gustarles, de lo que pueden ser o no, quieren huir de la incredulidad que surge en algunos cuando les dices que te gusta la moda o el anime y también eres experta en periodismo internacional. 

La respuesta a la segunda pregunta sé que nació en ese primer No diré su nombre, entre historias de periodistas argentinos y violinistas: nuestros usuarios encontraron en nosotros un lugar seguro para expresar su vulnerabilidad y verse reflejados en la de alguien más, encontrar un lugar seguro para sentir mucho todo y aún así saber que esa sensibilidad no les impide ser periodistas increíbles, fotógrafos valientes, investigadores maravillosos, justo como el Team Desvelada. Terminé de comprobarlo al leer “Memorias del norte”, de Kim Cruz: “[…] nunca tuve esta resonancia directa de encontrarme comprendida o acompañada. Hasta hace poco. Justo cuando estaba preparando este escrito, leí un texto bellísimo y honesto de Ilse Gaytán que se titula ‘Un amor más profundo’. En un resumen que no hace justicia a sus palabras, escribe sobre la comprensión que llega con muchísimo trabajo de terapia después de haber atravesado las peleas, el divorcio y crecer en una ‘familia disfuncional’”.

Más de esta Desvelada: Días de niebla: la vida después del duelo y el estrés postraumático.

En cada presentación que he hecho para la #CoaliciónLATAM, en cada reunión de trabajo con el #TeamDesvelada, y cada vez que tengo que presentarle a alguien la revista, cito a Susana Rotker como nuestra guía espiritual, cuando en La invención de la crónica escribió: “[…] no es sino transgresión y aventura aceptar que una nueva literatura pueda surgir desde un espacio periodístico, o preguntarse qué es un género y, peor aún, qué es la literatura: por qué un texto es ‘arte’ y otro no”. 

La Desvelada en una clase de periodismo de la Universidad Autónoma de Durango (UAD).

Durante la primavera de este año, en clase de teoría literaria, conocí a Caroline Levine y su libro Forms: Whole, Rhythm, Hierarchy. A grandes rasgos, el libro es una propuesta para entender la manera en “las formas organizan no sólo las obras de arte sino también la vida política, y nuestros intentos de conocer tanto el arte como la política”. Uno de los puntos que más me interesa de la propuesta de Levine es cómo las formas que tal vez podemos percibir como permanentes o fijas, pueden dar lugar a colisiones de las que surjan formas nuevas. Sí, como la literatura que surge desde un espacio periodístico, como lo escribía Rotker al pensar en las crónicas modernistas, como, salvando las distancias, lo pensábamos nosotras al decidir no escribir nunca en pirámide invertida, hacerle poco caso al SEO y vaciar lo que somos en esos textos que no se pueden clasificar sólo como ensayo o sólo como crónica o sólo como reportaje. 

Hibridez, vulnerabilidad -con la honestidad que lo acompaña-, y ganas de jugar. Como en un proceso alquímico, estos elementos han ido formando el método Desvelada, y eso ha logrado que nuestros lectores sepan que detrás de La Desvelada estamos nosotros, estas criaturas híbridas que no le temen a hablar de lo que nos duele y nos emociona, ni a crear collages con fotos de nuestra infancia para que acompañen nuestros textos.

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Escribo esto en la carretera de 100 kilómetros que divide la casa de mis abuelos de la de mis papás. Aquí imaginaba las historias de brujas que escondían princesas y mis primeros cuentos. Y, como Valeria Luiselli decidió en Pretoria que siempre sería prosista, siento que escribir esto aquí es mi decisión de ser siempre una criatura híbrida. 

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En mayo de este año tuve la oportunidad de viajar por primera vez a Santiago, Chile, y a Buenos Aires, Argentina. Ahí, en cafés, en una drugstore o en el escenario de un antiguo teatro, compartiendo viajes de Uber y recorriendo cementerios, descubrí que las estadísticas que la página nos muestra no mienten y que sí, que nos han leído mucho más allá del par de escritorios en el que comenzó todo. Y, aunque ya lo sabía, terminé por comprobar que el mundo -un mundo muy particular- sí ha entrado por esa puerta que abrimos hace dos años. 

Ahora, una confesión: La Desvelada surgió de mi corazón roto. Dos años me han preguntado por qué la creé y solía decir que no tenía una respuesta breve ni un momento definitivo, pero la realidad era que me dolía y me asustaba ser honesta. Seguramente esta será historia para otro ensayo, así que por ahora diré que durante un periodo muy importante mi vida estuvo envuelta en el hostigamiento laboral, y que, cuando quemé los puentes para huir, la idea que me perseguía era que mi carrera como periodista había acabado, por el poder que tiene el hombre del que huí.

Hay un momento en Miss Americana en el que su mamá, al finalizar un concierto, la abraza y le dice:

“Estoy muy orgullosa de ti por tomar esta mierda que te dieron y convertirla en esto. Estoy muy orgullosa de ti”.

Salvando las distancias de nuevo, pienso en eso a menudo como una dedicatoria personal. Pienso en el miedo que tuve cuando empezamos a publicar las primeras imágenes de La Desvelada, en la cantidad de personas que bloqueé de mis redes sociales porque temía que llevaran el chisme, en el miedo que tuve el día que publicamos el perfil de Guadalupe Nettel

Lo pienso porque ahora ese miedo ya no existe. Ya no temo que alguien que me lastimó descubra a La Desvelada, porque sé que no pueden tocarla. Porque han llegado más escritores, más fotógrafos, más talleristas. Porque si al principio llegaban a nosotros amigos de Marisol y míos, ahora recibimos mails y mensajes de personas que no conocemos y quieren ser parte de La Desvelada.

En “the one where NYC loved me the most“, el episodio de Cinetrola en el que Barbi Miranda narra su viaje al Tribeca Film Festival, dice: “‘Vos hiciste esto, loca’. Yo hice que esta gente me quiera ayudar”. 

Eso también se ha vuelto un mantra personal, traducido a mi acento fresa-seminorteño: “Tú hiciste esto, loca”. 

Y es justo por eso que este no es otro proyecto que va a terminar cuando yo encuentre el trabajo de mis sueños. La Desvelada es el trabajo de mis sueños.

Gracias a Marisol, Rosita, Lluvia, Miranda, Nikthya y Fer por construir esto conmigo.

Gracias al #TeamDesvelada por estar, creer y confiar.

Gracias a todos por acompañarnos en el camino.

Written by Sac-Nicté Guevara Calderón

Maestra en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Complutense de Madrid y Maestra en Comunicación por la Universidad Iberoamericana. Fue becaria del programa Prensa y Democracia (PRENDE) de la Universidad Iberoamericana y parte del MashUp de periodismo “Balas y Baladas” de 2016, finalista del Premio Internacional de Crónica “Nuevas Plumas” 2017 y, desde 2019, forma parte de la #RedLATAM de Jóvenes Periodistas y de la Redacción Líquida de Distintas Latitudes. Como académica, ha presentado su trabajo en el Observatorio Cervantes de la Universidad de Harvard, y en diversos congresos nacionales e internacionales. Sus áreas de especialidad en este ámbito son la crónica virreinal novohispana y la crónica latinoamericana del siglo XIX. Como criatura híbrida, adora explorar los puntos de unión entre géneros y temas, por imposibles que parezcan. Escribe sobre cultura -desde todas sus concepciones, aunque le obsesiona la pintura- y sobre moda. Desvela enigmas literarios y periodísticos.

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