agosto 25, 2023

La libertad en la desobediencia

A tres años de La Desvelada

By In Ensayos

Fotografía: Aarón Cepeda

Heartbreak is the national anthem

We sing it proudly

Taylor Swift

Cuando B murió me hubiera servido leer a otra periodista o escritora joven que narrara cómo fue perder a su amigo. Que contara que no es algo que te pase a los 50 o a los 85, que te puede pasar a los 23. No encontré nunca nada y a los dos años me obligué a publicar, como una forma de tratar de cerrar el duelo.

A La Desvelada primero llegó El chico que amaba el invierno pero se sentía como el verano, de Nikthya González, una promesa cumplida a través del tiempo, convertida en altar. Luego llegaron A un pisonay de Alba Rivas y A Alba no le dolerá más crecer de Melisa Rabanales. Cuando Melisa me escribió para enviarme el texto, justo el día que publicamos el tercer especial de San Valentín, me dijo: “leerlas me dio fuerzas”. 

Ahí terminé de comprobar lo que un poco intuía ya con No diré su nombre: La Desvelada se había convertido en un lugar seguro para contar nuestros duelos. 

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Como cada año, escribo este texto a fragmentos, temiendo que no lograré expresar todo lo que deseo. 

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Recuerdo a Juanita León en la charla “Cómo crear y sostener medios de comunicación en Latinoamérica” de la Fundación Gabo, en diciembre de 2020. Cuando le preguntaron ¿por qué lanzar un medio?, ella respondió: “quería tener un medio que se parezca a mí”. Meses atrás, cuando Durango todavía era una ciudad medio desierta por la pandemia, mis únicas salidas fueron un par de viajes que hice de mi casa a la de Aarón Cepeda, uno de mis mejores amigos, para que tomara las fotos que adornarían las categorías de esta página web. Con cubrebocas y cargada de libros -mis favoritos- aparecí en su puerta. 

A principios del mismo año, aunque en la encuesta con mis mejores amigas ganó el logo en azul, yo elegí el ojito desvelado en rosa.

Quería un medio que se pareciera a mí. 

Foto: Aarón Cepeda

Y aunque sé que lo he dicho antes, lo digo de nuevo: la sorpresa inesperada es que ahora ya no se parece sólo a mí, se parece a un grupo hermoso de personas que llegan para colaborar y a veces se quedan y hacen crecer a ese equipo que llamamos #TeamDesvelada.

La Desvelada se parece tanto a nosotros que (un poco como lo escribí el año pasado) creo que esa es la clave de que lectores y colaboradores la perciban como un lugar seguro para hablar de cosas que les duelen. Por supuesto que también lo hacen sobre aprendizajes, sobre momentos felices, pero contar el dolor siempre necesitará un espacio más empático, saber que tienes a alguien detrás que no te va a soltar, y siempre tratamos de ser precisamente eso para nuestros escritores. 

Cuando recibimos una propuesta así, Marisol Ciriano y yo siempre decimos (siguiendo las enseñanzas de Villanueva Chang) que aunque el texto parta de algo personal necesitamos que conecte con un tema universal, y lo priorizamos en la edición. A veces nos preguntamos si logramos dirigir el texto de manera correcta, tememos, a menudo, que no. Pero ahora pienso que la muestra de que sí lo conseguimos, en equipo con el autor o autora, es el momento en que llegan personas que nos dicen que leyeron alguna de nuestras historias y se sintieron identificadas, y, por supuesto, cuando a ese comentario se le agrega el: “me gustaría colaborar con ustedes”.

Presentación de La Desvelada en el panel Reporting, Writing, and Editing Literary Journalism While Teaching: Challenges of Place and Purpose, durante el congreso de la International Association for Literary Journalism Studies en la Universidad de Gdańsk, en Polonia, durante mayo de este año.

La “desventaja” que hemos encontrado en esta práctica es que, aunque sabemos que vienen desde el amor, más de una vez hemos recibido comentarios en los que nos agradecen “ofrecer un espacio para trabajar sin tanto rigor”. En los foros en los que he representado a La Desvelada (el último con sede en Polonia) trato de dejar claro que no es así. Si soy honesta, estoy acostumbrada a ese tipo de percepción porque la he recibido toda mi vida, porque amo el rosa, la moda, Cher Horowitz fue mi primer modelo a seguir y, en resumen, soy todo lo que no se espera de una académica o una periodista “seria”. Amo que La Desvelada resulte igual, pero sé que hay compañeres en este equipo que tal vez nunca habían experimentado algo así, y que me toca trabajar constantemente para que la percepción cambie sin que nosotras tengamos que ceder, es decir, sin dejar de ser auténticas y, sí, rigurosas.

Podría extenderme mucho más, pero creo que los integrantes del #TeamDesvelada lo comprueban en cada edición y, además, sé que no es la primera vez que pasa. He escrito sobre esto antes pero este tipo de escritura, -en primera persona, desde lo personal, con el corazón abierto-  siempre ha sido objeto de etiquetas para disminuir su valía, no sólo en el periodismo sino también en la literatura, mucho más si quien escribe es mujer. Y al final, siempre ha sido una forma de rebeldía en escritoras que decidieron apropiarse de aquello que les criticaban, de su intensidad o de sus ‘chillonerías de comadrita’, como dijo Borges de Alfonsina Storni. 

Así elijo verlo, y, desde la esencia, así seguiremos trabajando.

Más de esta Desvelada: Carta para el Max Ernst de mi vida

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Mientras crecía siempre era la más chiquita en todos los lugares a los que llegaba. Los talleres, la licenciatura, los encuentros literarios. Había algo de cómodo en saberme pequeña, en saber que había alguien con más experiencia a cargo. 

No sé si ya lo escribí aquí, pero a menudo digo que estaba segura de que La Desvelada no sobreviviría mi entrada al doctorado. No sabía que en el año que separó su nacimiento del inicio del posgrado una pequeña comunidad se afianzaría y yo ya no querría soltarla nunca. Pero este año ha sido el más complicado de todos para mí. Hubo dos ediciones en las que no pude trabajar y eso siempre me romperá un poco el corazón. Además, soy la mayor de todo el equipo, por lo que el sentimiento de irresponsabilidad era/es muy difícil de sacudir. Pero La Desvelada sobrevivió, y lo hizo gracias a Marisol y a Nikthya González que se encargaron de sacar adelante esas ediciones, y también gracias a Miranda Campos y a Fernanda Galarza.

Ilustración: Lluvia Argandoña

Con esto intento decir que lanzarte a crear un medio digital no es sólo complicado cuando es independiente y le apuestas a formatos y temas que no son los más comunes, no es sólo complicado porque al menos yo nunca recibí una clase de negocios en la licenciatura y tampoco existen talleres enfocados a eso, más allá de un par de programas que son muy competidos, también es difícil porque no existe un diplomado que te enseñe a ser una buena líder cuando a veces lo único que quieres es renunciar a todo, llorar y huir del país, cuando el síndrome de la impostora te persigue siempre, cuando por primera vez eres la mayor en algo y a veces no sabes muy bien cómo equilibrarlo todo, cuando es muy fácil que todo se desborde. 

Pero supongo que las emociones desbordadas son otra característica esencial de La Desvelada. Así que me apoyo en Marisol y en Nikthya y confío en que la próxima semana, el próximo mes, la próxima edición, lo haré mejor. 

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Pienso de nuevo en esos días de pandemia, llevándole libros a Aarón, e imagino cómo serían las fotos si hubiera sido una mezcla de los libros favoritos de Marisol, Nikthya, Miranda, Fer, Rosita, los míos. De todo el Team Desvelada. Pienso que un día tendremos que descubrirlo.

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I’m so sick of running as fast as I can

Wondering if I’d get there quicker if I was a man

Taylor Swift

El aniversario de la desvelada siempre es el preludio a mi cumpleaños. Por motivos personales, este año he pensado mucho en un tuit de Dan Hernández que guardé alguna vez y decía, parafraseándolo, que si eres mujer en la academia no debes permitir prácticas machistas sólo por ganar la aprobación de un investigador. De nuevo, por experiencias recientes precisamente en la academia, pero también por todo lo que llevó a Nikthya, Alba y Melisa, entre otres, a confiar sus historias a La Desvelada, he pensado que aún faltan espacios que prioricen el trabajo y el crecimiento de las mujeres. Aún veo a jóvenes periodistas y académicas persiguiendo el favor de investigadores, periodistas o directores de fundaciones, justo como yo lo hice cuando era más joven, poniendo toda su energía y su talento en alcanzar algo que tal vez nunca se logre o que les pueden arrebatar en un segundo, justo como lo viví yo, y pienso que aún necesitamos espacios que nos cuiden, y no podemos esperar que surjan de ellos. He pasado el último año preguntándome a dónde va La Desvelada, y así como en cada cumpleaños me prometo algo, esta es la promesa a largo plazo que lanzo desde este espacio. 

Por mi trabajo en el doctorado, ese que pensé que destruiría a La Desvelada, me encontré con el prólogo de Berta García Faet a una recopilación de crónicas de Storni. No sólo es el trabajo de esas periodistas invisibilizadas del siglo XIX, las que escribían en primera persona, desde el corazón, sobre las cosas que vivían día a día, una de mis principales motivaciones para que La Desvelada siga avanzando, sino una declaración de Faet en ese texto: “Y ser, con/como Storni […] que se atreve a pensar-sentir, sentir-pensar, contracorriente, todos los colores. […] Porque para ‘dar el corazón’ hay que desobedecer. Con orgullo. Con la cabeza (altísima)”.

Esta también es una promesa para seguir desobedeciendo. 

Written by Sac-Nicté Guevara Calderón

Maestra en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Complutense de Madrid y Maestra en Comunicación por la Universidad Iberoamericana. Fue becaria del programa Prensa y Democracia (PRENDE) de la Universidad Iberoamericana y parte del MashUp de periodismo “Balas y Baladas” de 2016, finalista del Premio Internacional de Crónica “Nuevas Plumas” 2017 y, desde 2019, forma parte de la #RedLATAM de Jóvenes Periodistas y de la Redacción Líquida de Distintas Latitudes. Como académica, ha presentado su trabajo en el Observatorio Cervantes de la Universidad de Harvard, y en diversos congresos nacionales e internacionales. Sus áreas de especialidad en este ámbito son la crónica virreinal novohispana y la crónica latinoamericana del siglo XIX. Como criatura híbrida, adora explorar los puntos de unión entre géneros y temas, por imposibles que parezcan. Escribe sobre cultura -desde todas sus concepciones, aunque le obsesiona la pintura- y sobre moda. Desvela enigmas literarios y periodísticos.

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